El fin de la experimentación animal está más cerca gracias a las matemáticas

La experimentación animal es una de las cuestiones éticas más polémicas de nuestra década cuándo nos toca hablar de ciencia.

Desde que se esboza en papel los primeros diseños de un fármaco en cuestión y se discuten las bases y principios que trata, hasta que llega a nuestro mercado hay un largo y dificultoso trayecto. Y lo mismo ocurre con lo que consideramos cómo “cosméticos”. Estas fases incluyen experimentación en diferentes modelos, en los que va proyectando un escalado hasta el organismo para el que tendrán su finalidad. Por lo tanto, un fármaco destinado a humanos podría tener un primer escalado con un cultivo celular, seguido de pruebas en un modelo animal inferior, poco a poco adquiriendo complejidad hasta llegar a los voluntarios humanos que tomarían el químico de interés.

Por supuesto, no todos los fármacos necesariamente deben probarse en animales, hay cultivos celulares que pueden recrear con precisión el medio en el que actuará y por último los voluntarios darán la información necesaria sobre los efectos adversos que tendrá trasladar la idea hasta humanos. Pero cuándo hablamos de cosméticos, no podemos decir lo mismo con tanta seguridad. Pero esto podría estar por acabar.

Un modelo que predice la respuesta de nuestra piel a más de 30.000 compuestos

matematicas

Es difícil predecir el comportamiento que tendrá el químico en el que se base un cosméticos cuándo llegue al cliente. Reacciones alérgicas, acumulación de compuestos, toxicidad, incluso puede llegar a ser cancerígeno. Los modelos animales se emplean para evitar encarecer el producto o evitar infortunios.

“Muchas personas ofrecen un modelo, pero nosotros ofrecemos un modelo predictivo con menos crueldad.” Afirma el director de la investigación Gerald Kasting de la Universidad de Cincinnati.

¿En algún sitio tendrían que probar el modelo no? Probaron un pequeño grupo de químicos en piel humana real para medir:

• Lugar de absorción
• Cómo se transportaban a través de las capas de la piel
• Existencia de una reacción alérgica
• Otros efectos nocivos

De los 200 compuestos que probaron lograron predecir el comportamiento de 30.000 químicos diferentes. Si hacemos cuentas, con este modelo matemático predictivo habríamos reducido en 29.800 el número de individuos que tendrían que ponerse en esta ‘lotería’ de reacciones. Y sí, por individuo también consideramos un animal cómo un conejo o un ratón.

La polémica de la experimentación animal

ratón

Cuándo se trata de polemizar, casi todo el mundo estaría a favor de un indefenso conejo al que le extraerán una serie de anticuerpos por el torrente sanguíneos, pero cuándo toca presentar el diseño del tratamiento de alguna enfermedad se colma un amplio silencio. La experimentación animal hace quedar a la comunidad científica cómo sanguinarios manipuladores con un único propósito, llenarse los bolsillos de la bata de dinero a consta de los animales.

Este concepto es totalmente equívoco, pues cómo miembro de la comunidad científica y consciente de todo el personal que trabaja en algún proyecto que comprenda un contacto experimental con animales, debo aclarar que nadie que conozca tiene la sangre fría de trabajar con animales cómo si se tratase de una placa petri o un eppendorf, todo el mundo siente cierta empatía por los animales gusten más o menos, y solo elegirían la opción de trabajar con animales cuándo el fin lo dicte así, y cómo una baza lejos de ser la principal.

Cada vez estamos más cerca de tener una alternativa que lo supla por completo; cultivos celulares que simulan con mayor precisión los procesos celulares que están ocurriendo en la piel durante la exposición a un fármaco y cómo afecta esto al resto de tejidos.

Quizás lo más complicado sería colocar la delgada línea que dicta si usar a un animal en un determinado experimento es la opción correcta, o no, considerando los innumerables factores que se ponen en juego (cómo el fin del fármaco, el efecto que pueda tener en el animal, etc…)

De forma anónima y con la herramienta social de Twitter, publiqué una sencilla encuesta en la que pretendo proyecto la opinión y visión de diferentes personas de forma anónima con este tema:

Aunque la N de esta estadística sea pequeña, podemos tener una pequeña idea de cómo abarcamos la polémica, estando la mayoría a favor mientras suponga una mejoría en nuestra calidad de vida, seguido de un porcentaje menor de personas que están en contra y rehúsan los cosméticos que se han probado en animales, y por último casi a la par, los que están a favor mientras sea bueno para el país y los que no están a favor y tampoco usan ni cosméticos ni fármacos (lo cual me parece poco probable).