¿Eres madrugador? La razón está en tus genes
Los genes del madrugador
Según un estudio, publicado recientemente en la revista Nature Communications, el genoma humano contiene quince variantes genéticas responsables de la predisposición de las personas a ser más o menos madrugadoras.
Estos insvestigadores se basaron en las pruebas realizadas a las muestras de ADN procedente de saliva de 90.000 pacientes voluntarios que, además, contestaron unas encuestas sobre sus hábitos de vida, para ver si eran más diurnos o, por el contrario, desarrollaban su rutina por la tarde o la noche.
Los datos obtenidos se dividieron por edad y sexo, demostrando que las mujeres son más propensas a madrugar (48’4% frente a 39’9 %) y que, independientemente del sexo, a partir de los 60 años la necesidad de horas de sueño se hace menor. Seguro que conocéis algún caso que corrobore este último dato y, si no, probad a dar una vuelta a las 7 de la mañana y veréis cuántos señores y señoras mayores están paseando al perro.
Se comprobó que las variantes genéticas sospechosas de estar asociadas a las personas que prefieren el día cuadraban con aquellos que habían afirmado ser madrugadores, por lo que la relación parecía clara. Algunos de estos genes fueron el HCRTR2, asociado a la narcolepsia, el Fbxl3, fundamental en el correcto funcionamiento de los ritmos circadianos, y el VIP, que prolonga la fase REM del sueño. También encontraron algunas variantes relacionadas con la fototransducción, consistente en la transformación de la luz en señales para el cerebro, por parte de los ojos.
Ventajas para la salud de los madrugadores
Este estudio, también pone de manifiesto una asociación entre la propensión a ser personas madrugadoras y un riesgo menor de padecer algunas enfermedades, como la apnea y el insomnio. Además, estas personas suelen tener índices de masa corporales más bajos, algo que también resulta muy beneficioso. Sin embargo, también parece coincidir con un aumento de los casos de depresión, aunque el estudio no demuestra que tenga que ver con el número menor de horas de sueño.
Quizás sería necesario hacer unas cuantas modificaciones al experimento, especialmente en las encuestas. Las respuestas a éstas a veces pueden ser muy subjetivas o condicionadas, ya que puede que una persona prefiera hacer vida de día, pero su trabajo sea nocturno y no le quede más remedio que cambiar su rutina. En ese caso estaríamos hablando de factores ambientales que nada tienen que ver con los genes y deberían tenerse en cuenta. Sea como sea, los resultados obtenidos, unas ves optimizados, pueden ayudar a los médicos a administrar los tratamientos en los momentos de más actividad.
Seáis como seáis, ya sabéis que son vuestros genes lo que os hacen comportaros de ese modo y contra la genética no se puede luchar. Ahora no os sentiréis tan mal cuando no seáis capaces de madrugar.
Vía: Medical Daily