El uso del Whatsapp en la cama podría perjudicar el sueño y el rendimiento escolar
No es ninguna novedad que la utilización de la mensajería instantánea entre adolescentes y no tan adolescentes ha aumentado de manera exponencial en los últimos años. España sin ir más lejos, es el país de Europa en el que se usa más Whatsapp, sobre todo en las edades comprendidas entre los 16 y los 34 años. Otros estudios han encontrado que los niños y niñas de 8 a 18 año pueden llegar a pasar unas siete horas y media al día con dispositivos electrónicos de todo tipo.
Cómo estas nuevas tendencias pueden afectar a la salud está en el orden del día de la investigación científica actual. El modo en que la tecnología puede beneficiar o perjudicar nuestro bienestar copa titulares desde hace ya años. Ésta vez le ha tocado a la mensajería instantánea y la calidad del sueño y el desempeño escolar. Investigadores de la Universidad Rutgers (Nueva Jersey) se han preguntado si existe alguna relación entre estos elementos y, en caso de respuesta afirmativa, si es positiva o negativa para nuestra salud.
Whatsapp, sueño y rendimiento
La respuesta, al parecer, es sí: existe una relación. Y no muy positiva. La conclusión del trabajo, que se ha publicado en la revista Journal of Child Neurology, es que los mensajes de texto durante la noche afectan el sueño de los adolescentes y el rendimiento académico. Asimismo, los investigadores, que han examinado a adolescentes estadounidenses, indican que los mensajes de whatsapp en la oscuridad no afectan del mismo modo que si se tienen las luces encendidas.
Claro está, esto debe sumarse a que ir a dormir tarde y levantarse pronto (o tarde en muchos casos) rompe el ritmo natural, lo que no ayuda para nada a maximizar la eficiencia durante el día.
Este trabajo forma parte de un pequeño pero creciente cuerpo de evidencia científica sobre los efectos negativos de los dispositivos electrónicos en el sueño y el rendimiento escolar, aunque muy pocos trabajos se habían centrado específicamente en la mensajería instantánea.
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores distribuyeron encuestas a tres escuelas secundarias de Nueva Jersey y evaluaron las 1.537 respuestas contrastando curso escolar, género, duración del uso de mensajería instantánea y si el “whatsappeo” ocurría antes o después de apagar las luces.
Los resultados mostraron que los estudiantes que apagaron sus dispositivos o que enviaron mensajes menos de 30 minutos después de apagar las luces se desempeñaron significativamente mejor en la escuela que los que estuvieron enviando mensajes durante más de media hora después de quedarse en la oscuridad.
Los estudiantes que enviaron mensajes más largos con las luces apagadas también dormían menos horas y mostraban más somnolencia durante el día que los que dejaron de escribir al irse a la cama. Lo más curioso: los mensajes de texto antes de apagar las luces no afectaron el rendimiento académico, según los resultados.
Luz azul
Los efectos de la “luz azul” emitida por los teléfonos inteligentes y las tabletas se intensifican cuando se apagan las luces. Según los autores del estudio, la corta longitud de onda de dicha luz puede tener un fuerte impacto en los síntomas de somnolencia durante el día, ya que podría retrasar la liberación de melatonina, que a su vez dificultaría la conciliación del sueño durante la noche.
Cuando cerramos las luces, indican los expertos, deberíamos hacer una transición gradual de la vigilia al sueño, algo que se imposibilita con las alertas de llegada de mensaje y las emisiones de luz de los dispositivos electrónicos. Ello también puede alterar incluso el ritmo circadiano.
Según los investigadores, no se trata de demonizar el uso de la mensajería instantánea, pero sí que se constata la necesidad de incluir educación en higiene del sueño en los planes de estudio. Sin ir más lejos, indican que el empleo de whatsapp a media tarde puede beneficiar en muchos sentidos, como facilitar la colaboración para proyectos escolares, proporcionar recursos, aumentar la preparación escolar para el día siguiente e incluso ofrecer sistemas de apoyo emocional.
Del mismo modo que debe potenciarse el uso de los dispositivos electrónicos para maximizar sus efectos beneficiosos, hay que concienciar que al final todo deja de ser bueno cuando no se hace de ello un uso consciente y adecuado.
Fuente | Universidad de Rutgers