La historia del hombre que pasó 70 días en la cama para un experimento de la NASA
Un experimento de la NASA consistente en pasar 70 en una cama es toda una experiencia que ahora podemos leer.
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El voluntario de un experimento de la NASA muy curioso ha hablado sobre la experiencia.
¿Aceptarías 18.000 dólares por permanecer acostado? Seguro que la primera reacción ha sido decir que sí, pero te habrás dado cuenta de que no es algo tan bonito como suena.
Aunque algunos nos movamos muy poco a lo largo del día, el mero hecho de andar un poco, aunque sea a comprar el pan o ir al trabajo, es suficiente para estirar el cuerpo. Tirarse todo el día en la cama es una idea platónica que en realidad la mayoría sólo hace obligado por enfermedad.
Así es un experimento de la NASA dedicado a un posible viaje al espacio exterior
Pero se dio el caso de que Drew Iwanicki estaba algo aburrido el día que vio el anuncio del nuevo experimento de la NASA, así que decidió apuntarse. El estudio tenía como objetivo medir el efecto que el descanso prolongado podría tener en los astronautas del futuro; debido a las largas distancias a recorrer, es más factible que los viajeros permanezcan tumbados para ahorrar energías y ocupar el menor espacio posible en la nave (espacio que se puede aprovechar para víveres, por ejemplo).
La NASA estaba interesada en saber los desafíos a los que se podrían enfrentar los astronautas, y de ahí que propusiese el experimento a 55 voluntarios, uno de ellos Iwanicki. Ahora ha contado la experiencia en NetShark, y la verdad es que es una lectura interesante aunque sólo sea para saber más del procedimiento de los científicos de la NASA.
Hubo momentos en los que Iwanicki no lo pasó nada bien. Para empezar, la “cama” estaba inclinada para que los pies estuviesen más altos que la cabeza; la presión arterial en la cabeza aumentó y eso le provocaba jaquecas, pero ese era sólo uno de los problemas. Permanecer en posición horizontal supuso un gran estrés para su columna vertebral, que no está diseñada para soportar el peso de los órganos durante tanto tiempo, aunque podía recostarse en su estómago si quería. Algo que hacía como ejercicio diario, además de ponerse en posición fetal para estirar un poco la espalda.
Que estuviese en cama no significa que pudiese dormir cuando quisiera, tenía un estricto horario y estaba vigilado constantemente para evitar que se lo saltase. Los únicos momentos privados eran para orinar y defecar, y si habéis estado en la cama de un hospital o conocéis a alguien, ya sabréis lo duro que es. También tenía privacidad en las duchas, que también tenía que hacer en una cama, esta de plástico. Al menos tenía acceso a Internet y podía socializar un poco (pero no de manera íntima).
Al final Iwanicki no perdió peso gracias a la dieta pensada al más mínimo detalle, pero cuando se levantó la primera vez le bajó tanto la tensión que estuvo a punto de desmayarse y volvieron a acostarlo por precaución.
Ahora que conocéis la experiencia vuelvo a repetir la pregunta, ¿Aceptarías 18.000 dólares por permanecer acostado?