El miedo a la disfunción eréctil o impotencia, ¿por qué no debemos temerle?
La palabra “impotencia” hace temblar los cimientos psicológicos de cualquier hombre, y no es para menos, porque el hecho de dudar siquiera de la virilidad de un individuo duele, mucho. Pero por suerte, como muchas otras cosas, hay solución; una solución que depende sobre todo de la causa, pues no hay una única cosa que pueda llegar a provocar impotencia, y cada una requiere su cuidado y su solución. Hoy hablaremos de esas causas, y de como sí es posible ponerle solución, por lo que no hay que temer a la palabra “impotencia” más que a cualquier otra dolencia.
Las causas de la impotencia sexual
Según destacan los doctores de euroClinix, las causas de la impotencia pueden ser múltiples, destacando en primer lugar las causas vasculares (como ya os comentamos con la relación entre la salud dental y la impotencia), causas neurológicas, causas hormonales, e incluso causas psicológicas. De hecho, también podríamos relacionar el alcoholismo con la impotencia, como también comentamos con el curioso estudio sobre James Bond.
Por otra parte, hay determinados factores de riesgo que se pueden prevenir… y otros que por desgracia no. El mayor factor de riesgo asociado a la impotencia es la diabetes, seguido de las enfermedades vasculares (hipertensión, enfermedad vascular periférica), el tabaco, o la edad; sin olvidar otros como las drogas (cocaína, heroína), o factores psiquiátricos como la depresión.
Aún así, vuelvo a recalcar, la mayor causa actual sigue siendo la vascular, ya que esta requiere medicamentos específicos. En cuanto a las temidas causas psicológicas (ya que suelen ser las que más dan que hablar), por suerte suelen tener una solución más rápida.
¿Soluciones?
Como ya comentaba al principio, existen soluciones, sobre todo enfocadas al ámbito de las causas vasculares. De hecho, incluso existen tres escalones de tratamiento (si no funciona el primero se sube al siguiente, claro).
En primer lugar está el Sildenafilo (más conocido como Viagra), que se toma en forma de pastilla. Su función consiste en dilatar las venas del pene, aunque eso sí, necesita un deseo sexual y estimulación acompañante. No funciona sin más.
Por otra parte, también tenemos la apomorfina, una sustancia que actúa directamente a nivel cerebral sobre el mecanismo de la erección.
En segundo lugar está la llamada “terapia intracavernosa“, que como podréis deducir por su nombre se refiere a una inyección directa en los cuerpos cavernosos que forman el pene. Funciona de forma similar al Sildenafilo, pero más directo.
Por último, en tercer lugar, tenemos la cirugía. Es decir, implantar una prótesis en el pene. Es un remedio radical, pero por eso mismo es la última opción.
Finalmente, por su parte, no nos olvidamos de las causas psicológicas (miedo al fracaso, miedo a la actuación, falta de autoestima….), ya que existen diferentes tipos de terapias sexuales y grandes profesionales de la psicología especializados en este tema. En tal caso, al haber una diversidad de causas, también lo hay de terapias, por lo que no podemos hablar de un modo de actuación u otro en concreto como si hemos hecho con las causas vasculares, que también son las más comunes.
Espero que con estos apuntes se reduzca un poco ese miedo a la palabra “impotencia“, pues aunque afecte a una zona delicada de nuestra anatomía (y nuestra psicología), tiene solución, y no es el fin del mundo ni mucho menos.