¿Por qué nos preocupan tanto las resistencias a los antibióticos?
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Las últimas noticias sobre el uso de antibióticos no auguran nada bueno. El abuso de estos medicamentos está convirtiéndolos en armas de doble filo, que amenazan con hacer que enfermedades comunes (como una neumonía o una infección urinaria) puedan llegar a ser mortales.
Todo esto nos recuerda mucho a la sociedad del siglo XIX, en la que hasta una infección en una muela podía ocasionar la muerte. ¿Vamos a experimentar un proceso de involución antibiótica? Si todo sigue así, lo más probable es que tengamos que coger todos nuestros antibióticos y tirarlos a la basura, mientras esperamos a nuevos antibióticos que puedan hacer frente a estas resistencias bacterianas.
¿A qué se deben estas resistencias?
Como bien sabemos, la función de los antibióticos es acabar con la infección bacteriana o frenar su crecimiento, mediante por ejemplo la inhibición de una ruta metabólica que permitíría la proliferación de la bacteria. Pero las bacterias no se quedan de brazos cruzados, y más de una logra encontrar la manera de que el efecto del antibiótico no la perjudique en absoluto.
Este mecanismo se conoce como mutación, y consiste en la alteración del material genético, cuya lectura determinará en última instancia la estructura y función de las proteínas que forman la misma. De esta forma, individuos de una población bacteriana podrán seguir adelante frente a la acción del antibiótico, y no solo eso, sino lograr extenderse a otros individuos en los que la resistencia será la misma.
Ya han pasado 30 años desde el desarrollo del último antibiótico
La OMS señala que el desarrollo de nuevos antibiótico se encuentra ante un inmenso vacío, ya que han transcurrido 30 años desde la aparición del último antibiótico significativo. Las grandes empresas invierten en la producción de antibióticos generales, quedando el capital dedicado a la investigación y desarrollo de nuevos productos en cifras ridículamente pequeñas. Estas cifras cambiarán cuándo los antibióticos actuales dejen de ser eficaces, empezando una carrera a contrarreloj entre la creación de estos antibióticos y la velocidad a la que aparecen las resistencias.
Así queda el escenario mundial frente al tratamiento de la gonorrea con las cefalosporinas de tercera generación, la ultima baza en medicamentos. Aunque aun no se haya mencionado a España, en países como Austria, Australia, Canadá, Eslovenia, Francia, Japón, Noruega, Reino Unido, Sudáfrica y Suecia ya se muestran fracasos en el tratamiento, por lo que no podemos afirmar de que no nos llegará el turno.
¿Qué podemos hacer?
Recurrimos a un refrán de abuela:
Más vale prevenir, que curar.
Tan sencillo como eso, la mayoría de estas infecciones bacterianas se producen en condiciones de higiene mínima, o simplemente porque no tomamos las medidas de protección adecuadas. Por ello la mejor forma de evitar que estas resistencias aparezcan es evitando la infección, y si se da el caso de la misma, regular la dosis de antibióticos, concienciando del abuso de los mismos, con el fin de proteger tanto la salud de uno mismo como la de quienes le rodean.
Fuente | WHO, MedicalNewsToday