¡No voy a volver a beber!
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Después de una noche de alcohol, la frase “no volveré a beber” es la promesa más repetida en las mañanas de arrepentimiento (otros prefiereon tomar unas copas más para aliviar la resaca, como si se tratara de un antídoto). ¡Nunca digas jamás! Porque las resacas no influyen en el tiempo de espera hasta la próxima copa. Al menos según un nuevo estudio publicado en la revista Alcoholism: Clinical & Experimental Research, en el que se ha descubierto que, en contra de la creencia popular, el malestar generado tras un episodio etílico posee un efecto muy modesto sobre la bebida posterior. Es decir, que las resacas influyen muy poco en el tiempo que transcurre hasta la próxima bebida.
No hay tanto sufrimiento
Conscientes del poder de la resaca, científicos estadounidenses de la Universidad de Missouri (Estados Unidos) se preguntaban si todo el sufrimiento que ésta genera (dolores de cabeza, mareos, trastornos digestivos, temblores…) es un motivo suficiente para que los consumidores de alcohol retrasen la siguiente ingesta.
Al parecer, según explicaba a la plataforma SINC el autor del estudio, Thomas M. Piasecki, “las resacas están relacionadas con los diagnósticos de trastorno por consumo de alcohol. Esta asociación se vuelve más interesante si se tienen en cuenta los posibles efectos que la resaca podría tener en las decisiones de consumo de alcohol subsiguientes. Si las resacas motivan a beber para aliviar los síntomas, tal vez estas desempeñen un papel directo en la escalada hacia un consumo problemático. Por otro lado, si las resacas alejan de la bebida, ¿cómo es que las personas con alto riesgo de problemas con el alcohol no tienen menos resacas?”.
El propio investigador cita dos estudios previos que sugieren que estas experiencias negativas tienen implicaciones para los futuros problemas con la bebida. “Sin embargo, mientras uno encuentra que las resacas frecuentes tienen su riesgo, el otro valora que es la resistencia a la resaca lo que resulta arriesgado”, puntualiza. “De hecho, los dos hallazgos pueden ser compatibles”.
Una leve molestia
El experto asegura que el dolor de la resaca es temporal y puede ser considerada como una molestia más que como una importante consecuencia negativa. De hecho, algunos estudios muestran que los bebedores más jóvenes no valoran que las resacas sean una experiencia negativa y muchos están dispuestos a experimentarlas una y otra vez. Además, parece que es más importante el momento de beber que la resaca en sí: las personas que consumen mucho alcohol experimentan efectos placenteros mientras beben y eso es lo que impulsa la decisión de beber de nuevo.
La resaca no influye
Los investigadores analizaron los diarios electrónicos de 386 bebedores frecuentes (196 hombres y 190 mujeres). Estos se componían del registro del consumo de alcohol y otras experiencias durante 21 días. El análisis se realizó con los datos extraídos de 2.276 episodios de consumo, incluidos los 463 que fueron seguidos de resacas. Los resultados parecen claros: “Incluso cuando los bebedores estaban sufriendo una resaca fuerte, no afectaba a sus intenciones de beber”, asegura Piasecki. El promedio de tiempo entre episodios de consumo se extendió sólo unas pocas horas después. Para los autores, resulta sorprendente que la valoración de cuándo volverían a beber fuera similar tanto si en ese momento se tenía resaca como si no. Esto refleja que esta conducta está determinada por una serie de factores, como el día de la semana, la oportunidad y los planes sociales.
Según los expertos, hablar de la dura resaca como factor motivador para dejar la bebida o beber con menos frecuencia por parte de los médicos no debería ser la estrategia. Habría que buscar otras explicaciones para la vinculación entre la resaca y el trastorno por consumo de alcohol.
Fuente | Plataforma SINC