El casete cumple 50 años, su espíritu mas vivo que nunca
A lo largo de la historia de la música, nada la ha afectado mas como el formato en el que se reproducía. Hasta no hace tanto, la única manera de disfrutar de una obra era escucharla en directo. Los primeros dispositivos capaces de grabar y reproducir música supusieron la popularización de esta y con ella un cambio de percepción de la cultura en la sociedad. Pero el formato que realmente cambió las cosas fue la cinta de casete, que ahora cumple 50 años.
Porque la gran característica del casete es que, a diferencia del vinilo o de otros formatos, podía grabarse fácilmente. La bajada de precios de radio-casetes y otros aparatos hizo que quien mas y quien menos se crease su propio recopilatorio de temas grabados de la radio o de otras cintas. El intercambio conllevó el descubrimiento de nuevos artistas, todo ello en un nuevo movimiento cultural representado por ese trozo de plástico con cinta magnética en su interior.
La cinta de casete por tanto se convirtió en algo mas que un formato. Se convirtió en un símbolo, en una herramienta vital para el cambio que aún hoy en día sigue dejando un futuro incierto a esta expresión de cultura. Es con el casete que las discográficas se encontraron por primera vez con la necesidad de gastar millones en campañas de marketing y en influenciar a los políticos para crear leyes mas duras contra un nuevo concepto, el de la “piratería”. Este solo fue el primero de muchos casos en los que la tecnología ha estado por delante de las leyes.
En la actualidad, aunque el formato está mas que muerto, el espíritu del casete sigue muy vivo gracias entre otras a las redes P2P que permiten a los usuarios compartir música entre ellos, así como la lucha de los propietarios de los derechos de autor, con leyes que amenazan el mismo concepto de Internet.
El casete inició esta era de lucha por la propiedad intelectual, pero también llevó cultura a muchísimas personas en todo el mundo. Es un símbolo del siglo XX como ningún otro, con una ideología y un simbolismo perfectamente aplicables al siglo XXI.
Fuente | Philips