Medicar a mi hijo por un problema psicológico: ¿Sí o no?
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En este artículo vamos a enumerar algunos casos en los que se puede medicar a un niño. Es un tema que genera en los padres muchas dudas así que espero que este artículo aclare algunas. Comentaremos los efectos secundarios y las dosis adecuadas y si es posible que opciones alternativas existen.
¿Qué trastornos pueden justificar una medicación en niños? ¿Porqué el médico quiere medicarle?
Por regla general ya podemos decir que no se debe medicar a ningún niño menor de 6 años.
Bien, empezaremos por el Trastorno por déficit de atención e hiperactividad, este es el trastorno medicado por excelencia. ¿Porqué se medica? Porque se sabe que hay una fuerte sustrato biológico (cerebral) en este trastorno. ¿Con qué se medica? Con metilfenidato, un estimulante del grupo anfetamínico (el antiguo Ritalin de toda la vida). Hablando de TDAH hay que decir que hay muchos grados de Tdah, mi consejo es solo medicar a los severos, un niño que se sube literalmente por los muebles y al que le es imposible escuchar se beneficiará poco de las terapias psicológicas (tecnicas cognitivo-conductuales, técnicas de organización, estudio, modificación de la conducta…) sin una ayuda farmacológica que le permita prestarles atención. También hay que decir que es un trastorno sobrediagnosticado y sobremedicado pero eso es un problema de mala praxis que no tiene nada que ver con el hecho de que el tratamiento recomendado sea bueno o malo. La medicación suele ser muy efectiva en un porcentaje muy alto de los niños pero claro, solo es efectiva mientras duran sus efectos, de ahí que se intente inculcar hábitos diarios y estrategias de atención que sí se podrán seguir aplicando a largo plazo y sin la medicación, así pues lo correcto (el tratamiento de primera elección) es un tratamiento combinado entre medicación y terapia psicológica. El tratamiento médico para el TDAH suele mantenerse a largo plazo aunque se pueden realizar descansos por ejemplo en los meses de verano.
Los tics también se pueden medicar, por ejemplo en el caso del trastorno de Tourette. De nuevo en este caso hay una fuerte base biológica por lo que los neurolépticos (antipsicóticos) producen cambios muy positivos. A veces se utilizan ansiolíticos y antidepresivos. También se aplican técnicas conductuales.
Trastorno obsesivo compulsivo, este es uno de los conflictivos, como tal no se encuentra dentro de los trastornos infanto-juveniles, sino que se considera un trastorno de la adultez. Sí se pueden presentar rasgos de personalidad o tendencias en la infancia pero no esta claro su diagnóstico, aún así los criterios diagnósticos establecidos para adultos presentan alguna adaptación para niños en los manuales (por ejemplo que los niños no tienen porque reconocer la irracionalidad de los pensamientos). Aquí de nuevo se baraja (en parte) una posible base biológica en el trastorno por lo que se pueden recetar antidepresivos. Pero repito es muy raro su diagnóstico en niños y deberíamos buscar otras causas antes y descartar otros problemas. Los casos severos deben ser medicados (con antidepresivos en dosis bajas) y tratados conjuntamente con terapia.
Depresión, recientemente se esta avanzando en el estudio de la depresión en niños, de hecho los manuales ya hacen referencias a la adaptación de ciertos criterios de diagnóstico en el caso de que el paciente fuera un niño. En la depresión en adultos es frecuente recetar antidepresivos especialmente en casos graves, en niños yo no lo recomendaría puesto que es aún más importante en estas edades que el niño aprenda las estrategias para salir de esa situación pero nos podemos encontrar con casos en los que por la edad o las capacidades del niño este no puede hacer esta introspección o que el motivo de la depresión (si lo hay) no es modificable. Por lo general la única terapia considerada efectiva es la psicológica (por ejemplo el programa ACTION de Stark o en adolescentes el Adolescent Coping with Depression course de Clarke) por lo que deberemos rechazar la medicación a no ser que la terapia sea inefectiva o haya riesgo elevado para el niño.
Enuresis y encopresis. Para la enuresis solo se recomienda el tratamiento conductual (alarma pipi-stop) pero para la encopresis se pueden utilizar además laxantes. En todo caso dependerá del motivo del problema, si la causa es física puede requerir medicación para solucionarse. Ya hay artículos enteriores en Medciencia sobre el tema: Enuresis, los niños que mojan la cama.
Ansiedad, yo NO recomiendo medicar a un niño con ansiedad, esto solo le enseña a evitar el problema, además estos medicamentos (ansiolíticos) crean dependencia y tolerancia (a diferencia del resto de medicamentos antes mencionados) y no solucionan el problema. A no ser que peligre la salud del niño (y puntualmente) yo no recomiendo (ni se suele hacer) dar medicamentos ansiolíticos a un niño. Hay que enseñarle a gestionar esa ansiedad o enfrentarse a la situación. La terapia de primera elección de nuevo es la psicológica (terapia cognitivo-conductual).
Trastornos del espectro autista y similares. En estos trastornos pueden aparecer conductas difíciles de corregir como los movimientos estereotipados o las autolesiones, hiperactividad, conductas disruptivas… y si bien la terapia conductual se utiliza con éxito, sí hay casos en los que se pueden recetar medicamentos para ayudar. Aquí esta establecida la causa biológica del trastorno. Suelen utilizarse neurolépticos y antidepresivos pero para los síntomas asociados no para el autismo en si para el que se usan técnicas como la terapia ocupacional, la terapia de integración sensorial, las intervenciones cognitivo conductuales…
De nuevo el trastorno bipolar es una categoría creada para un diagnóstico en adultos. No debería diagnosticarse en niños pequeños pues esta categoría no esta adaptada para ello. En adultos se medica con litio. El litio debe ser estrictamente controlado pues puede ser tóxico. No lo recetaría tampoco a no ser que fuera un caso extremo y no quedara más remedio. Hay que estar seguros a estas edades de descartar otros trastornos del comportamiento, pues probablemente sea esto ante lo que nos encontremos ya que los trastornos bipolares suelen aparecer entre los veinte y treinta años.
Anorexia y otros trastornos de la conducta alimentaria. Se producirán en edades más cercanas a la adolescencia pues es cuando el niño puede tener control sobre su ingesta, aunque cada vez son más precoces. Se puede medicar al niño/a si su salud es muy precaria y se requiere una mejora rápida por peligrar su salud, se suelen recetar antidepresivos (ISRS). Es muy importante (imprescindible) la terapia psicológica.
Esquizofrenia, de nuevo no debería diagnosticarse en niños pues es una categoría reservada exclusivamente a adultos, aunque pueden en ocasiones observarse sus inicios en la adolescencia y se contemplan algunos síntomas (en algunos casos) en la infancia. Hay que asegurarnos de que no se trata de otro trastorno con síntomas similares (por ejemplo autismo). Los antipsicóticos son la medicación por excelencia en adultos con estos casos (y son un tratamiento validado) pero en niños no está tan claro. Sin duda los antipsicóticos pueden tener efectos muy dramáticos en el desarrollo en estas edades. A no ser que fuera un caso extremadamente claro y mas bien cercano a la adolescencia yo no medicaría y dudaría también en el diagnóstico, sin duda vale la pena la psicoterapia.
Trastorno negativista desafiante y trastornos de la conducta (mal comportamiento), no deben ser medicados, el tratamiento de primera elección son los programas conductuales o cognitivo-conductuales, pudiendo aplicarse también intervenciones familiares.
¿Qué son y qué efectos secundarios tienen estos medicamentos? ¿Cuál es la dosis correcta?
Ansiolíticos o sedantes, benzodiacepinas (diazepam): Son depresores del sistema nervioso central (actúan sobre los receptores GABA). Los efectos buscados son: relajación, disminución de la ansiedad, somnolencia, efecto anticonvulsionante, relajante muscular. Los efectos no deseados: Problemas de memoria y atención, descoordinación motora, somnolencia excesiva, enlentecimiento general, efecto rebote si se retira la medicación de forma brusca, reacciones paradójicas (ansiedad, insomnio, irritabilidad), mareos, disminución del deseo sexual, depresión o embotamiento afectivo… Las dosis en niños son entre 0,1 y 0,3 mg por kilo por día. Sobre este medicamento hay un artículo relacionado que puede aclarar muchas dudas: Valium y otras benzodiacepinas, lo que no sabías.
Neurolépticos (Antipsicóticos): Hay diferentes tipos pero todos ellos actúan de alguna forma sobre los receptores dopaminérgicos del cerebro. Los efectos buscados son la desaparición de los delirios y alucinaciones y el pensamiento extravagante, así como una relajación o sedación. Efectos no deseados o adversos: Alteraciones motoras (discinesias, temblores, rigidez, hipertonía), sequedad de boca, estreñimiento, pueden provocar el síndrome neuroléptico maligno (poco frecuente pero peligra la vida), aumento de peso, disfunciones sexuales, depresión, confusión…Las dosis serán equivalentes a la mitad o un tercio de las de un adulto (según el peso), no pudiendo superar nunca el máximo de 150 mg, la dosis recomendada es de unos 25 a 50 mg al día máximo (repartidos en dos tomas) pero empezando gradualmente con dosis más bajas.
Antidepresivos: Actúan sobre los sistemas serotoninérgicos. Su acción es antidepresora pero también pueden ser útiles contra la ansiedad y el nerviosismo y las conductas obsesivo-compulsivas. Efectos secundarios: aumento de peso, alteraciones del sueño, disfunciones sexuales, ansiedad, problemas de atención, mareos, somnolencia, retrasos en el crecimiento, ansiedad, ideación suicida…. El vademecum de este medicamento indica no recetarlo a niños menores de 8 años. Se iniciará el tratamiento con unos 10 mg al día hasta alcanzar gradualmente los 20mg, siempre utilizando la mínima dosis necesaria para obtener los efectos deseados.
Anfetaminas: Estimulantes del sistema nervioso central, actúan sobre los receptores noradrenérgicos y dopaminérgicos, se utiliza para el déficit de atención y la hiperactividad sobretodo pero también en otros trastornos como la narcolepsia. Efectos secundarios no deseados: perdida de apetito, cambios en la personalidad, calambres musculares, insomnio, irritabilidad, tics nerviosos, retraso en el crecimiento, dolor de barriga y/o cabeza, erupciones cutáneas… Las dosis suelen ser entre una y tres dosis de 5 mg (depende del peso y edad del niño, el tipo de medicamento, etc…), pero nunca se deben sobrepasar los 60 mg diarios. Se irá aumentando la dosis gradualmente hasta conseguir el nivel adecuado.
Litio: Es un estabilizador del estado de ánimo. Se desconoce aún por que mecanismo funciona. Requiere un control muy estricto de las dosis y análisis de sangre periódicos. Sus efectos secundarios pueden ser: cambios en el peso, nauseas, visión borrosa, debilidad muscular o hipertonía, cansancio, temblores, aumento de la sed, anorexia, diarrea, dolor abdominal… No aparecen dosis para niños pues no se contemplan.
¿Tengo alguna alternativa?
Sí y de hecho deberían ofrecértela, en niños el tratamiento farmacológico se suele considerar una segunda opción para cuando la primera (terapia de conducta o psicológica) no ha sido efectiva. En cualquier caso la terapia farmacológica debe siempre ser aplicada conjuntamente con la psicológica.
Antes de medicar a tu hijo debes visitar a un psicólogo que te explique que otras alternativas hay diferentes a la medicación. Esta claro que habrá casos en los que la medicación sea la única opción.
Así mismo debes asegurarte que llevas un control estricto sobre la medicación y que el niño no se salta tomas. También debes estar pendiente de los cambios en el niño y asegurate de que las dosis son las correctas. Nunca se debe dejar que los niños pequeños se mediquen solos. Hay que leer siempre los prospectos de los medicamentos y resolver cualquier duda con el médico.
Fuente: Vademecum, Tratamiento farmacológico de los trastornos de la conducta, UnitedHealthCare, Infocop: Tratamientos efectivos en niños y adolescentes, Medilineplus: Anorexia.
Imagen: Wikimedia Commons.