La muerte del telescopio espacial Kepler no supone su final
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Cuando un proyecto espacial muere, siempre nos quedamos con esa mala sensación de haber perdido algo importante. En su búsqueda constante de conocimiento, los vehículos y satélites de la NASA suelen sobrepasar su vida útil gracias a una buena fabricación y a un generoso margen de maniobra. Sin embargo, es inevitable que tarde o temprano la misión acabe, y eso es lo que le ha pasado al telescopio Kepler. Lanzado en 2009, su objetivo era encontrar planetas parecidos a la Tierra en otros sistemas solares, y vaya si lo consiguió.
135 exoplanetas confirmados y otro 3500 posibles es su puntuación, muchos de ellos en zonas habitables y por tanto potenciales destinos de exploración espacial y búsqueda de vida en el futuro, pero podrían haber sido mas de no ser porque dos de las cuatro ruedas encargadas de apuntar el objetivo se han quedado encajadas, certificando el fin de la misión.
Sin embargo, esto no significa que Kepler haya quedado inservible, ya que la NASA ha pedido a la comunidad científica ideas para seguir aprovechando su presencia en el espacio. Será difícil sin poder mover dos de las ruedas, pero con las otras dos se debería poder aprovechar para otros experimentos y otras tomas de datos. Un buen ejemplo de misiones que van mas allá de lo que se proponían.
Mientras tanto, queda analizar todos los datos que ha proporcionado Kepler durante estos años, y plantear su sucesor, en una era en la que la crisis económica pone proyectos como este en la cuerda floja (Kepler costó 600 millones de dólares).
Fuente | NASA