Inventan robots capaces de imitar a un insecto
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Los seres vivos son las máquinas más complejas del mundo. Gracias a la evolución los animales han ido desarrollando complejas habilidades que a día de hoy los científicos siguen descubriendo. Por ejemplo, en MedCiencia hemos hablado del complejo aparato sanguíneo de los búhos que les permite girar la cabeza sin morir, o de los mecanismos de alimentación de las plantas carnívoras.
Ahora el punto de mira está en el vuelo de los insectos. En los últimos años ingenieros de todo el mundo han creado robots pequeños con la capacidad de volar, pero la mayoría de ellos son bastante torpes: no cambian rápidamente de dirección y son grandes (como mínimo del tamaño de media mano). Comparados con una mosca, esta es mucho más ágil, veloz y pequeña, despertando envidias entre los ingenieros robóticos.
Con la idea de hacer un robot que imitara a una mosca, el equipo de Robert J. Wood de la Universidad de Harvard estudió durante doce años los insectos mientras trataba de crear alas y motores que permitieran a un robot diminuto volar tan ágil como ellas. Hace unos días consiguieron hacer volar su primer robot-mosca y publicaron los resultados de la investigación en la revista Science.
El robot-mosca es tan pequeño como una moneda de diez céntimos, y es ultraligero, pesando solo 80 miligramos. Las alas están fabricadas con finas láminas de poliéster reforzadas con tubos de carbono, siendo ligeras pero también resistentes, como las alas naturales de los insectos. Uno de los obstáculos más complicados para el vuelo del robot era conseguir un motor pequeño que pudiera agitar las alas 120 veces por segundo (velocidad de aleteo de las moscas). Para lograrlo usaron cristales piezoeléctricos, un material capaz de estirarse o contraerse si recibe una descarga eléctrica. Combinando cristales de la manera adecuada es posible imitar la contracción de los músculos que mueven las alas a gran velocidad. Aquí puedes ver un vídeo del robot volando.
Fabricar estos robots a escala industrial resulta bastante complicado, ya que cada una de sus piezas tiene una longitud de milímetros. Por eso los investigadores querían hacer los robots accesibles y las piezas se construyen mediante un sistema parecido a la papiroflexia, plegándolas.
Sólo hay un problema que impide el uso de robots-mosca en la actualidad, y es el mismo que nos persigue cuando tenemos un smarthphone: la batería. Para hacer volar este robot haría falta una batería demasiado pesada, algo que los investigadores han solucionado conectándola a un cable, como se ve en la imagen. Hasta que estos robots-mosca no sean “inalámbricos” no podrán realmente ser útiles, por lo que los investigadores están trabajando en baterías más ligeras y pequeñas y creen que podrán lograrlo dentro de cinco años.
La investigación del robot-mosca ha supuesto avances en muchos campos de la tecnología, desde la creación de nuevos materiales ultraligeros, hasta la aplicación industrial de la papiroflexia para piezas pequeñas. Se plantea usar al robot-mosca en operaciones de vigilancia y espionaje. No es una idea nueva, ya se han diseñado micro cámaras espía para colocarlas en moscas e insectos y realizar misiones de reconocimiento y espionaje. La ventaja del robot es que se puede manejar por completo, en cambio los animales suelen estar menos adiestrados. Por ahora, el espionaje con estos robots está descartado, todos podríamos seguir el cable atado hasta llegar al espía.
Fuente e imágenes | Nature