El dolor crónico esta en tu cabeza, literalmente
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Muchas veces hemos oído decir eso de que hay “dolores psicológicos”, o “gente que se queja porque si”. Seguramente habrá veces que esto es verdad, ya que el dolor es muy subjetivo y hay personas que aguanta mejor, y otras peor. Pero hoy hablaremos del dolor crónico, entendiendo como tal aquel dolor que se alarga más de lo normal (más de 6 meses). Este ya no es tan psicológico, y se trata con calmantes del dolor, pero resulta que, con el mismo tipo de lesión, hay gente que sufre este dolor y gente que se cura, ¿por qué? La respuesta está en nuestra cabeza, literalmente.
No, no hablo de cabeza como “mente”, sino como cerebro, pues el secreto está en unas conexiones cerebrales determinadas entre dos áreas del cerebro, que en este caso marcan la diferencia.
Según un estudio de Northwestern Medicine, publicado en la revista Nature Neuroscience, estas dos áreas harían referencia al comportamiento emocional y motivacional, y estarían comunicadas entre sí. Es más, cuantas más comunicaciones haya entre estas áreas (las llamadas sinapsis neuronales), mayor será la probabilidad de que un paciente acabe desarrollando dolor crónico, un tipo de dolor que, solo en EE.UU., afecta a 30 – 40 millones de adultos.
Gracias a las imágenes cerebrales recogidas en esta investigación, estos científicos lograron predecir con un 85% de precisión las probabilidades de los participantes para desarrollar dolor crónico. El estudio se basó en el nivel de interacción entre la corteza frontal y el núcleo accumbens.
Como nos comenta A. Vania apakarian, autor principal del estudio y profesor de fisiología de la Northwestern University Feinberg School of Medicine:
“Por primera vez podemos explicar por qué las personas que tengan exactamente el mismo dolor inicial pueden acabar recuperándose o, por el contrario, acabar con un dolor crónico. La lesión en sí misma no es suficiente para explicar el dolor continuo. Tiene que ver con la lesión combinada con el estado del cerebro. Este hallazgo es la culminación de 10 años de nuestra investigación”
Es decir, según el nivel emocional en el que reacciona el cerebro a la lesión inicial, más probable será acabar desarrollando un dolor persistente en esa zona, aunque la lesión se haya curado.
“Puede ser que estas áreas del cerebro están más estimuladas desde el principio en ciertos individuos, o puede haber influencias genéticas y ambientales que predisponen a estas regiones del cerebro para interactuar en un nivel excitable”
Centrándonos en una de las áreas de las que hemos nombrado, el núcleo accumbens, cabe destacar que es un importante centro de enseñanza dentro del cerebro. Es decir, que enseña a las demás zonas cerebrales como evaluar las situaciones y reaccionar ante el mundo exterior, según señala Apkarian. Además, esta región cerebral puede llegar a captar la señal dolorosa y “enseñar” al resto del cerebro como reaccionar, dando lugar a una reacción de dolor crónico.
Pero no solo se encontraron más conexiones cerebrales en estos participantes con dolor crónico, sino que también se encontró una pérdida de densidad de materia gris, posiblemente relacionada con un número menor de conexiones sinápticas y con un encogimiento neuronal.
Este estudio fue de tipo longitudinal, es decir, se siguió a lo largo de un tiempo (un año, en este caso), en el cual cada participante realizó 3 visitas a su médico para realizarse escáneres cerebrales y revisiones médicas.
Como conclusión creo que vale la pena señalar que el dolor crónico es un gran gasto para la sanidad pública, y que puede dar lugar a comportamientos abusivos y/o adictivos con los fármacos usados para tratarlo (cosa que os explicaré muy pronto en más detalle). Por tanto, este estudio es importante, ya que podrá ayudar a encontrar nuevas terapias más efectivas y, por supuesto, más baratas.
Vía: Science Daily.
Imagen: Saforguia.