Cuando Microsoft lanzó Windows 10, llegó a contemplar la posibilidad de que este fuera el último sistema operativo que lanzase. En vez de cambiar de sistema cada varios años, la idea de Microsoft fue partir de una base y mejorarla poco a poco. A diferencia de sus antecesores, que dependían de los llamados “Service Packs”, Windows 10 ha recibido grandes actualizaciones con mucha frecuencia, cada seis meses aproximadamente.
Sin embargo, estas actualizaciones, y los problemas que dan, han dejado en evidencia el gran problema del plan de Microsoft. Cada seis meses no solo hemos hablado de las novedades que recibía Windows; también de la gran cantidad de bugs, incompatibilidades y problemas que traían bajo el brazo.
El nuevo sistema operativo de Microsoft
Puede que Windows 10 no esté preparado para este esquema; principalmente por todo el código “legado” que tiene que mantener para asegurar la compatibilidad con software y hardware antiguo.
Esto puede obligar a Microsoft a abandonar el plan original y lanzar un nuevo Windows, esta vez el definitivo. Con motivo del Computex, Microsoft ha dado las primeras pistas de cómo sería este sistema, que por el momento sólo llama “sistema operativo moderno”.
La gran novedad del nuevo Windows es que sería capaz de actualizarse de manera “invisible”. Es decir, que las actualizaciones se ejecutarían en segundo plano, sin que nos enteremos. Simplemente notaremos las mejoras y las novedades que traiga la actualización, sin todos los inconvenientes. Es una promesa que Microsoft ya hizo en el pasado, pero que con una renovación completa del sistema podría cumplir.
Y decimos que el nuevo Windows no se parecerá mucho al actual porque Microsoft también quiere hacerlo más seguro, separando al sistema de las aplicaciones, de manera parecida a un sistema en la nube que reciba peticiones de las apps. De hecho, también estará conectado con la nube para mejorar nuestras aplicaciones y ejecutar tareas que podrían ser demasiado difíciles con nuestro hardware.
Puede que ni siquiera se llame Windows
Esto encaja con la idea de que este nuevo sistema siempre estará conectado, como Android, iOS y otros sistemas móviles; esto se traduce, por ejemplo, en que todos nuestros dispositivos se conectarán entre sí, algo similar a lo que Windows ya es capaz de hacer con su “escala del tiempo”.
El nuevo sistema estará diseñado desde cero para soportar lápiz táctil, voz, toque, o incluso podríamos controlarlo con la mirada. Todo depende del dispositivo en el que esté instalado, y Microsoft promete una gran versatilidad en ese sentido.
Hasta ahora hemos hablado de “nuevo Windows”, pero Microsoft no ha usado ese nombre. Es perfectamente posible que, para representar el borrón y cuenta nueva, el nuevo sistema se llame de otra manera.