La tecnología avanza a pasos agigantados en el sector de la automoción. En los últimos meses, hemos visto en España inventos para que los coches diésel contaminen tan poco como los modelos eléctricos, materiales inteligentes que se autoreparan y diseños futuristas como el de este coche con forma triangular pensado para que el delivery pueda llevar más mercancía. Sin embargo, el terreno más importante sigue siendo el de la seguridad, y en ese sentido cualquier mejora es fundamental para ayudar a salvar vidas.
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Ese es precisamente el objetivo de Livall Europe, la empresa con sede en Tres Cantos que lleva desde 2019 enfocada en la innovación, la tecnología y el diseño de este tipo de accesorios. Su objetivo es ofrecer productos como los cascos inteligentes centrados en la visibilidad del ciclista, tanto para recorridos urbanos como de montaña, para quienes usan patinetes eléctricos o el diseñado ex profeso para la práctica del esquí. Su último desarrollo, presentado en Madrid esta misma semana, es MC1, su primer casco inteligente para motociclismo.
Era el salto más lógico, sobre todo teniendo en cuenta cómo las mejoras tecnológicas que están llegando al sector de la automoción no se veían reflejadas en accesorios tan imprescindibles como los cascos. “Esto es habitual, porque cuando empecé con la bici me parecía algo muy obvio, de sentido común", afirma Manuel Marín, cofundador y CEO de Livall Europe, a EL ESPAÑOL-Omicrono. "Un elemento a la altura de la cabeza, que es el lugar más visible en un entorno urbano, ¿cómo es posible que no tuviera luces? Hoy en día la tecnología va por delante de las ideas y el ingenio está en la integración de todo de una forma sencilla e industrializable, para que al final el casco sea asequible a todos los bolsillos”.
Integración de tecnologías
Los cascos inteligentes para moto llevan un tiempo entre nosotros, con todo tipo de funcionalidades y sensores incorporados para funcionar como salvavidas de los apasionados de las dos ruedas. Pueden ayudar de muchas maneras, pero sobre todo están enfocados en la seguridad, la eficiencia y la mejora de la experiencia de conducción en carretera.
El MC1 de Livall, además de su aspecto futurista gracias a sus formas sinuosas y orgánicas, incorpora tres niveles de seguridad preventiva, que son parte de la identidad de la marca. Quizá el más importante de ellos sea el sistema de iluminación inteligente, que ofrece una visibilidad de 360 grados a los demás conductores, incorporando en el propio casco las luces de posición, los intermitentes o la luz de freno. Y es decisiva porque, según datos de la DGT, en el 10% de los siniestros mortales de conductores de moto los demás usuarios de la vía sufrieron alguna distracción o no vieron al motociclista.
Así, el MC1 pretende prevenir esas colisiones integrando las luces en la parte trasera del casco con forma de 'V', algo que se identifica con el logo de la marca. Sin embargo, al ser una estructura que tiene que ser sólida y uniforme, supuso el mayor desafío de diseñadores e ingenieros a la hora de desarrollar el MC1. "Al final estás rompiendo la estructura de la esfera, por lo que mantener la solidez del conjunto para pasar las certificaciones ha dado muchos quebraderos de cabeza", reconoce Marín. "Hubo un momento en el que llegué a plantear que igual teníamos que renunciar a ello, pero como somos muy cabezotas finalmente lo hemos podido integrar".
La travesía de la certificación y la homologación ha sido otro de los elementos que más dificultades han planteado, ya que un casco de bicicleta o monopatín, como los que había lanzado Livall hasta el momento, no tiene nada que ver con uno de moto. "La legislación es mucho más estricta, como debe ser. No teníamos ninguna experiencia en ese ámbito, así que hemos tenido que incorporar un equipo especializado. Gracias a ese asesoramiento hemos podido superar todas las pruebas necesarias", asegura Marín.
Incluso con todo aprobado y el producto a punto de entrar en fase de producción, desde Livall tuvieron que afrontar un cambio de normativa (ECE 22.06), por lo que se ha enfrentado a pruebas aún más exigentes. "Por eso hoy estamos aquí, el producto es una realidad y estamos muy contentos de ello".
Comunicaciones
El segundo nivel de seguridad de los que incorpora el MC1 se basa en un sistema de comunicación por Bluetooth, con altavoces estéreo integrados en el interior del casco y un micrófono de alta fidelidad con reducción de ruido frente al viento. Al estar conectado al móvil, el casco ayuda a prevenir accidentes, proporcionando acceso a información de tráfico, meteorología y navegación GPS a través de comandos de voz.
La joya de la corona es el premiado sistema SOS autónomo con tecnología de detección de caídas, que ayuda a prevenir daños mayores facilitando la localización a través de GPS para el rescate. "Gracias a "una combinación de sensor y osciloscopio, detecta cualquier cambio en el eje vertical", señala Marín.
"El sistema se estabiliza cuando te montas y, en el momento en el que detecta una bajada, sabe que algo ha pasado. Cuando esto sucede, el casco espera 90 segundos para saber si a lo mejor ha sido algo pasajero. Si el conductor no se mueve ni cancela la señal de emergencia, pasado ese tiempo el casco envía la geolocalización exacta de manera automática".
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Para que funcione es necesario vincular el casco al móvil a través de Bluetooth, preferentemente a través de la propia app de Livall para Android e iOS. Así, el usuario podrá elegir hasta cinco contactos a los que se enviará ese mensaje SOS, para que lo comuniquen a los servicios de emergencia, o al call center de la empresa de seguros que tenga contratada. Es una tecnología que, "en el caso de los cascos de bici, ya ha salvado 5 vidas", apunta Marín.
El otro sistema facilitado por el Bluetooth es el de la comunicación en modo walkie-talkie con otros moteros. En la app se puede crear un grupo, a través de un código compartido, y es perfecto para avisar de una parada o un cambio en la ruta. No hay límite de usuarios y el alcance para la comunicación es de hasta 1,3 km.
Por último, el tercer nivel de seguridad pasiva es el de la cámara incorporada en el frontal del casco. Dispone de un ángulo de visión de 120 grados para grabar con calidad Full HD hasta 32 horas de vídeo, que después se pueden transferir al ordenador a través un cable USB. Así, sustituye a las GoPro y, además de servir para atesorar recuerdos de viajes o contenido para vlogs y redes sociales, puede ser muy útil en caso de accidente, ya que el material grabado con el casco puede ser utilizado después para dirimir disputas legales.
Próximas mejoras
La tecnología no para, y los deseos de Manuel Marín y Livall por estar a la última, tampoco. Por eso está valorando la incorporación de futuras mejoras. "Mi intención es incluir la proyección de información en la visera, como la que incorporan actualmente muchos coches en el parabrisas", admite Marín.
Otra de las intenciones es aumentar el número de cámaras hasta cuatro u ocho dispositivos alrededor del casco, para tener una detección de riesgos de 360 grados. "Queremos incorporar la misma tecnología que tienen los Tesla para poder anticiparnos a los accidentes. A lo mejor a 200 metros viene un coche de frente o por detrás, y tú todavía no lo ves porque hay una curva muy pronunciada. Para eso hemos firmado un acuerdo con una empresa de telecomunicaciones muy importante a nivel mundial, que nos va a dar esa conectividad 3G y 4G para permitir este tipo de avisos".
Antes de que lleguen esos adelantos, Livall está volcado con el lanzamiento del MCI. Fabricado en fibra de vidrio, el casco tiene un peso de 1,4 kg, además de contar con niveles de aislamiento térmico y acústico de ultima generación. Se pondrá a la venta a través de Kickstarter en noviembre a un precio de 499 euros, que se elevará hasta los 799 euros en el caso del MC1 PRO, que cuenta con características premium. Este modelo está fabricado en fibra de carbono y cuenta con mejoras como la resolución de la cámara, que llega a 4K.
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