A simple vista, la Surface Pro X es una tablet con Windows 10 como cualquier otra que podemos comprar en la tienda de Microsoft en España; la verdadera diferencia está en su interior: usa un procesador ARM, y si eso te suena, es porque es prácticamente de lo único que se ha hablado en las últimas semanas en el sector.
El detonante fue la decisión de Apple de abandonar a Intel, diseñando sus propios procesadores para los futuros ordenadores MacBook y Mac; unos procesadores basados en la arquitectura ARM, y que por lo tanto dejan atrás la arquitectura x86 predominante en los PCs.
Es una migración que dará mucho que hablar y cuyas consecuencias se notarán durante mucho tiempo; pero durante todo esta conversación, se nos ha olvidado que una de las grandes del sector ya tiene un dispositivo que cumple todo lo que Apple se ha propuesto: Microsoft y su Surface Pro X.
¿Qué es ARM y por qué importa tanto?
Claro, que puede que el lector se esté preguntando a qué viene tanto 'jaleo' por un procesador nuevo. Para comprender mejor la importancia de este cambio, hay que aclarar que durante décadas, los ordenadores personales que usamos a diario han estado basados en procesadores x86, donde Intel ha sido reina.
Cuando los smartphones llegaron al mercado, era evidente que x86 no estaba a la altura(aunque Intel lo intentase). El motivo es que un ordenador personal siempre está conectado a la red eléctrica, o tiene una gran batería si es un portátil; así que la eficiencia energética nunca fue una prioridad frente a otras ventajas como la potencia.
Aquí es donde entra ARM, una arquitectura que hasta entonces sólo se usaba en servidores por su bajo consumo energético. Todos los smartphones modernos se basan en ARM por la misma razón, pero ¿y si también fuese ideal para ordenadores? Esa es la cuestión que Microsoft, y pronto Apple, quieren responder.
Surface Pro X, dando el salto a ARM
En efecto, la mayor innovación de la Surface Pro X se encuentra en su procesador Microsoft SQ1, de arquitectura ARM y desarrollado en colaboración con Qualcomm, la referencia en procesadores móviles; todo ello acompañado de una gráfica Adreno 685.
En cuestión de memoria RAM, es posible elegir entre 8 y 16 GB LPDDR4, mientras que en el almacenamiento tenemos la posibilidad de tener 128, 256 o 512 GB, todos SSD integrados.
La pantalla, pese a ser sólo de 13 pulgadas, destaca por su alto brillo (450 nits) y por sus colores; la resolución de 2880 x 1920 píxeles es algo rara, pero eso es porque Microsoft sigue apostando por una relación de aspecto 3:2, que hace que la pantalla sea más alta de lo habitual para ver páginas web y documentos más fácilmente.
El hardware incluido es un buen indicador de lo que podemos esperar de la Surface Pro X: una extraña, si bien atractiva, mezcla entre tablets y ordenadores portátiles.
¿Tablet, ordenador? Es los dos
Tener una Surface Pro X en las manos es una sensación extraña, como si fuese contra natura y estuviésemos a punto de recibir la ira de algún dios por nuestra afrenta contra el orden de las cosas.
La mejor manera en la que puedo describir la Surface Pro X es como la mezcla definitiva de tablet y ordenador portátil; tiene detalles propios de ambos tipos de dispositivos, y al mismo tiempo echo en falta algunas de las características que los hacen especiales.
Para empezar, el mero hecho de coger la Surface Pro X ya revela un punto a favor. Con un peso de apenas 774 gramos y un grosor de sólo 7,3 mm, se siente como la mejor de las tablets en la mano.
Es entonces cuando comprendes una de las grandes ventajas de usar un procesador ARM. Microsoft no ha necesitado meter un complejo sistema de refrigeración para expulsar el calor, y ha podido usar componentes más propios de un teléfono móvil que de un ordenador.
El resultado no debería sorprenderme si lo considero fríamente, pero aún así, lo consigue.
Rompiendo prejuicios
Como también me ha sorprendido el rendimiento de la Surface Pro X con un uso normal. Voy a ser sincero: tenía muchos prejuicios sobre este dispositivo, y ha conseguido romper muchos; antes de que me llegase la unidad de prueba, hice una lista de cosas que consideraba imprescindibles, y tengo que decir que pude hacer la mayoría sin problemas.
Digo esto porque, como hemos apuntado antes, una de las ventajas de los procesadores x86 tradicionales es su potencia; temía que el SQ1 de Microsoft fuese demasiado lento, y la verdad es que no es así.
Con el uso habitual que le puedes dar a un portátil Windows cualquiera, la Surface Pro X se comporta muy bien, y hay momentos en los que me sorprendió. No encontré dificultades en navegar por Internet, escribir documentos con Word, ni gestionar y abrir todos los tipos de archivos que uso de manera diaria.
El software, la clave
De hecho, he podido trabajar con la Surface Pro X como hago diariamente con mi ordenador personal, y eso ya es mucho más de lo que esperaba. Cuando la Surface Pro X funciona, lo hace muy bien, y los programas adaptados a la nueva plataforma son rápidos y los que no lo están, al menos funcionaron.
El gran problema de dar el salto a ARM siempre ha sido la compatibilidad de software, ya que los programas diseñados para Windows x86 no funcionan en Windows para ARM. Ese fue el motivo del fracaso de la Surface RT, el primer intento de Microsoft de apostar por ARM: los programas que queríamos usar simplemente no estaban disponibles.
Me alegra decir que ese no es el caso con la Surface Pro X, y todo gracias a una capa de emulación desarrollada por Microsoft para que los programas x86 puedan ejecutarse en sistemas ARM.
A la hora de la verdad, la mayoría de mis programas favoritos funcionaron en la Surface Pro X, y eso es más de lo que esperaba. Pude instalar y usar Chrome, Firefox, el programa de edición de imágenes Gimp y algunos programas más que uso a diario.
Lo recomendable es usar programas desarrollados para ARM, como los obtenidos a través de la Tienda de Microsoft, ya que estos van más rápidos, pero si realmente necesitas un programa concreto, ahora hay más posibilidades de que funcione.
Aún queda camino por andar
Pero ese es el problema, ¿verdad? Sólo hay 'posibilidades' de que funcione correctamente, no hay una garantía absoluta; cada vez que instalaba un nuevo programa sentía como si hiciese girar la ruleta de la suerte. A veces caía en 'Funciona perfectamente', otras veces en 'Funciona con saltos' y otras en 'No funciona'.
La solución de Microsoft supone que los programas no usan el hardware tan bien como podrían hacerlo, y eso se traduce en un rendimiento inferior; en programas especialmente exigentes como editores de imágenes se nota más. Al navegar en Chrome, noté como a partir de una cierta cantidad de pestañas el programa iba más lento (y no era cuestión de memoria).
Y luego están los programas que directamente no funcionan, como la mayoría de videojuegos; es cierto que este dispositivo no está diseñado para ello, pero teniendo en cuenta que Windows es la mayor plataforma de juegos del mundo, es algo frustrante. Puede que la clave para solucionar este problema esté en xCloud y los juegos en la nube.
Hasta el propio sistema Windows se nota algo 'verde' en la Surface Pro X; durante las dos semanas que pude usar este dispositivo se me bloqueó en dos ocasiones, primero durante la configuración inicial del sistema y luego durante un inicio de sesión convencional. En ambos casos se solucionó por si solo, pero es un síntoma de que Microsoft aún tiene algo de trabajo por delante.
La funda con teclado, obligatoria
Pero por sí sola, la Surface Pro X es 'sólo' una tablet con Windows, y estoy seguro de que eso no es lo que estás buscando; por lo tanto, sólo es lógico comprar este dispositivo con la Type Cover, una funda con teclado que además tiene una versión con el Slim Pen incluido.
Es con estos accesorios que realmente podemos explotar el potencial de la Surface Pro X como se merece; tanto con un teclado que es más robusto de lo que aparenta, como con un lápiz táctil que ofrece una experiencia muy natural: es capaz de variar el grosor del trazo dependiendo de cómo toquemos la pantalla, y si le damos la vuelta, podemos borrar los errores.
Estos accesorios son los que realmente nos descubren las posibilidades de las Surface, y la Pro X no es excepción; la propia Microsoft es consciente de ello, y por eso ofrece un 'Pack de esenciales Surface Pro X', que además de la funda con teclado también incluye la suscripción de un año a Microsoft 365, con acceso a las apps de Office como Word además de un descuento adicional para otros accesorios. Si piensas en comprarte una Surface Pro X, este pack es la opción más recomendable, aunque el precio se vaya a los 1.263,99 €.
Surface Pro 7, alternativa obvia
La Surface Pro 7 también cuenta con un 'Pack de esenciales' similar, lo cual nos sirve para darnos cuenta de que la alternativa más obvia a la Surface Pro X también es de Microsoft.
La inmensa mayoría de los problemas que he comentado con la Pro X desaparecen completamente con la Pro 7, basada en procesadores Intel x86. Por lo tanto, todos los programas que usas a diario seguirán funcionando perfectamente, y tendrás una experiencia Windows completa.
Además, la Surface Pro 7 parte de un precio muy inferior, 899 €. Podéis leer nuestra prueba de la Surface Pro 7 aquí, pero baste decir que es un dispositivo a tener en cuenta.
Pero, y este es un gran 'pero', la Surface Pro X es el dispositivo más moderno, y se nota. A su lado, la Surface Pro 7 parece demasiado gruesa y pesada, aunque hasta no hace mucho me parecía correcta en esos aspectos. No ayuda que Microsoft apenas haya cambiado el diseño de la Surface Pro en las últimas generaciones.
En cambio, la Surface Pro X se nota fresca, nueva, y preparada para el futuro; desde en los detalles hasta en el funcionamiento del sistema, más ligero y sin tanta 'morralla' como suele tener Windows por necesidad.
Pionera y preparada para el futuro
El anuncio de Apple de que dará el salto a ARM deja a Microsoft en una posición muy ventajosa, con la experiencia de tener ya un producto en el mercado que hace justo lo que la compañía de la manzana ha prometido.
Pero llegar el primero también tiene sus desventajas. Que cada programa sea una lotería es el gran aspecto negativo de usar la Surface Pro X, y lo que, al menos por ahora, la relega a un uso casual (por ejemplo, navegar por Internet y escribir documentos); aunque un entusiasta al que no le importe experimentar y 'jugar' con las posibilidades de esta tablet, también las encontrará.
La Surface Pro X es un dispositivo que nos adelanta el futuro de los ordenadores personales; un futuro que nos ofrece muchas posibilidades, sin dejar del todo atrás lo que hemos aprendido.