Nuestro móvil puede ser vital en la lucha contra el COVID-19; es un dispositivo que la mayoría de las personas lleva encima y que es tan potente como lo eran los mejores ordenadores de sobremesa de no hace mucho.
Es por eso que hay muchos proyectos basados en usar ese potencial para rastrear la presencia del coronavirus en una comunidad; un ejemplo es la plataforma de Apple y Google que se espera para este mismo mes de mayo.
Sin embargo, las apps basadas en esa tecnología dependen de un detalle vital: que nos hagamos la prueba del COVID-19 y compartamos los resultados con nuestra red de posibles contactos. Por si solas, no son capaces de hacer mucho más.
Detectar el coronavirus con el móvil
Pero, ¿y si nuestro móvil fuese capaz de detectar si tenemos el COVID-19 u otras enfermedades contagiosas? Eso podría cambiar mucho las cosas, incluyendo el trabajo del personal sanitario, que podría realizar diagnósticos rápidos sin necesitar el equipamiento habitual.
Aquí es donde entra el nuevo estudio salido de la Universidad de Utah, que ha culminado en la creación de un sensor capaz de detectar el coronavirus. Por si solo, este dispositivo no es capaz de hacer mucho, ya que depende de la conexión con un smartphone y de una app para cumplir su función.
Para usar este sensor, lo único que tendríamos que hacer es estornudar, toser o incluso soplar hacia el móvil; la app automáticamente detectaría la presencia del virus después de un periodo de carga de apenas 60 segundos.
Este sensor funciona de manera curiosa, con una especie de 'cebo' para el coronavirus. En la superficie del sensor hay trazas de ADN, que se unen a las proteínas del virus; a continuación, se mide la resistencia eléctrica, y si ha cambiado significa que el resultado es positivo y se puede mostrar en pantalla.
Empezó con el virus del zika
En realidad, este proyecto empezó antes del coronavirus, hace unos doce meses, ya que su objetivo inicial era detectar el virus del zika que sigue siendo un peligro en algunas zonas del mundo.
El sensor fue ideado como un accesorio que podemos llevar en nuestros viajes a zonas afectadas por el virus, como una manera de auto-diagnosticarnos en caso de que no tengamos acceso a emergencias sanitarias. Con la llegada del coronavirus, el proyecto ha recibido más atención, y sus creadores han sido capaces de adaptarlo al coronavirus SARS-CoV-2.
Sin embargo, no llegará a tiempo para este año y es más probable que se convierta en una herramienta para evitar futuros contagios masivos.
El prototipo actual sigue siendo demasiado grande y complicado como para el usuario medio; aún debería ser miniaturizado, y sus creadores esperan crear una nueva versión del tamaño de una moneda, y capaz de comunicarse con el móvil usando Bluetooth. Además, también es posible integrarlo directamente en un smartphone, aunque para que todo esto ocurra también debe recibir las aprobaciones de las autoridades sanitarias.