Rodrigo, el madrileño con el 'botón rojo’ del Centro Espacial Europeo: "Neutralizamos los cohetes si algo sale mal"
- El joven español lleva en el Centro Espacial Europeo desde el 2020 y trabaja en uno de los equipos con más responsabilidad en los lanzamientos.
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La sala de control es el punto neurálgico de cualquier lanzamiento en el Centro Espacial Europeo en Kourou. Repleta de pantallas, televisiones, teléfonos y ordenadores, es la estampa más característica y retransmitida a lo largo de las últimas décadas. Allí se reúne todo el personal encargado de la misión, también los de España, mientras monitorizan y analizan cada uno de los parámetros que llegan desde el cohete, la carga de pago, la meteorología y la plataforma de despegue.
Sin embargo, existe otra sala con unas características un tanto especiales. Apartada en otro edificio, lejos del bullicio que las decenas de personas del centro de control principal, y con una asistencia mínima. Esa ubicación es la denominada sala del botón rojo, donde sólo un puñado de personas tiene la acreditación necesaria para estar durante una misión, y desde donde se "neutralizan los lanzadores en caso de que algo no vaya según lo planeado".
La sala del botón rojo es la denominación popular entre los trabajadores del Centro Espacial de Kourou (Guayana Francesa) y lugar de trabajo del joven madrileño Rodrigo Ávila de Luis. Graduado en ingeniería aeroespacial en la Universidad Politécnica de Madrid, desde pequeño supo que su vida iba a estar rodeada de cohetes, satélites y sondas espaciales. Justo al terminar la carrera, se marchó a Países Bajos a cursar un máster en ingeniería de sistemas espaciales y comenzó a trabajar para la Agencia Espacial Europea (ESA).
Tras un breve periodo de tiempo, en 2020 postuló y accedió a un puesto de ingeniero de operaciones de seguridad de vuelo del Centro Nacional de Estudios Espacial (CNES) de Francia, la agencia espacial del país. Se trasladó entonces a Kourou, donde reside de forma permanente trabajando en el Centro Espacial Europeo.
"La vida aquí es muy diferente", asegura a EL ESPAÑOL-Omicrono. "Dejé Madrid que es una ciudad grande con muchos museos y mucha vida urbana, aquí lo más común en fin de semana es hacer una excursión por la selva y dormir en una hamaca". Esta vida salvaje y natural contrasta con la tecnología más avanzada que protagoniza las instalaciones del Centro Espacial, dos galaxias opuestas que han encontrado el equilibrio a 5.000 kilómetros de Europa.
Seguridad en vuelo
"Trabajo como responsable de seguridad en vuelo del CNES, que es quien se encarga de toda la operativa del lanzamiento de los cohetes Ariane 6 y Vega C", apunta Rodrigo Ávila. "Y también de los cohetes rusos Soyuz, antes de que comenzara la guerra en 2022".
Se trata de una "actividad un tanto particular" consistente en asegurar que el lanzamiento de un cohete se realiza en las condiciones correctas de seguridad. "Existe una normativa muy estricta, una ley francesa, que las recoge con precisión y determina si la operación de lanzamiento se está realizando con la máxima garantía".
"En el momento que ese cohete está volando, justo desde que despega, realizamos un seguimiento muy de cerca empleando distintos medios de localización". Para el lanzamiento del Sentinel-1C, el último en ejecutarse al tiempo que se escribe este artículo, se había desplazado desde España y hasta la Guayana Francesa un equipo del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) que se encarga de la operación de una serie de radares muy precisos.
El equipo dispuesto al que pertenece Ávila, que suele estar compuesto por unas 4 o 5 personas, analizan si la trayectoria que está siguiendo el lanzador supone un peligro. Por ejemplo, si se dirige hacia zonas pobladas o especialmente protegidas. De hecho, el personal que trabaja en seguridad de vuelo como Rodrigo Ávila recibe un tipo de información muy específica, incluso más precisa de la que se puede observar en las pantallas de la sala de control central.
"Vemos lo que definimos como límites de vuelo, la zona donde el lanzador está autorizado a evolucionar la trayectoria", asegura. "Si se sale de ahí, consideramos que es peligroso y lo tenemos que neutralizar, son informaciones un poco sensibles" que se guardan en exclusiva para la sala del botón rojo.
Rodrigo Ávila se encuentra actualmente preparando el siguiente lanzamiento del Ariane 6, en el que será el encargado de neutralizar el cohete si algo no va según lo previsto. "Rotamos entre todas las posiciones de seguridad en las diferentes misiones, así todos hacemos de todo", explica.
Dentro de la sala, la persona encargada del popular botón rojo es el responsable de seguridad de la misión, quien está asistido por un responsable adjunto que también observa la trayectoria del lanzador, "pero siempre con otro medio de localización distinto". De esta forma se evitan errores del sistema de monitorización y se incrementa la precisión varios enteros.
Gracias a eso "podemos confirmar si existe alguna anomalía en la trayectoria y estar seguros de que, si tomamos una decisión como neutralizar, sea la correcta". En la jerga aeroespacial, neutralizar es sinónimo de destruir el lanzador en plena maniobra de despegue.
"Hay un tercer miembro del grupo, que es el operador de seguridad". Esta persona está más enfocada en la telemetría que se recibe de los sensores integrados a bordo del lanzador y deja a sus compañeros de fatigas el control de la trayectoria. "Por ejemplo, sabe si el sistema de propulsión está funcionando bien, si los ordenadores de a bordo registran algún problema, si la actitud del lanzador es la correcta o si se están desviando una serie de parámetros".
El botón rojo
"El día de lanzamiento nuestro equipo empieza a trabajar unas cuantas horas antes del momento del despegue, el que más pronto llega lo hace unas 10", asegura Ávila de Luis. "Empezamos a preparar todos los sistemas y ver que está correcto para poder despegar".
El aura que se vive entre esas cuatro paredes es el perfecto cronómetro de la misión. "Al principio el ambiente muy distendido dentro de la sala, pero según va pasando el tiempo, se convierte en un silencio tenso". La presión aumenta a medida que la cuenta atrás se acerca al cero y, "a partir de los 10 minutos, todo el mundo está muy concentrado en sus tareas".
"Cuando ves que se enciende el motor del cohete, sabes que eso es irreversible, el lanzador va a despegar sí o sí". A partir de ese momento, en cuanto el vehículo comienza su ascenso al espacio, "es cuando empieza nuestra misión crítica en seguridad de vuelo". Esta primera fase es, además, "la más compleja porque es cuando los cohetes tienen más energía y están más cerca de las zonas que tenemos que proteger".
"Hay que reaccionar rápido si hay un problema". Hay que apretar el botón rojo. "El botón rojo de verdad existe en la sala", afirma Ávila de Luis. De hecho, es uno de los grandes protagonistas, tanto que da nombre a la cabina de control donde se sitúa el español y su equipo en el día de lanzamiento.
Ávila de Luis explica que pueden neutralizar el cohete, pulsando el famoso botón rojo, a partir del "momento en el que despega y abandona la plataforma, ahí nosotros ya podríamos parar la misión" con cierta seguridad. Ya que el personal abandona las inmediaciones de la plataforma de lanzamiento.
Por las características inherentes de los lanzadores, éstos realizan todo su vuelo de forma autónoma. "Es imposible controlarlos de forma manual una vez están en el aire", explica. Tanto es así que, para el personal de seguridad de vuelo, el margen de maniobra es nulo. "Lo único que podemos hacer es neutralizar el cohete y terminar con la misión, no hay más espacios, es 1 o 0".
El entrenamiento extremo y especialización del grupo al que pertenece el madrileño es tal que ellos son los únicos con potestad de terminar con el vuelo del cohete. "Es únicamente nuestra decisión, somos totalmente autónomos". El contacto con el centro de control de misión, al que asiste el público y desde donde trabajan el resto de compañeros, es constante, "pero al final el que aprieta el botón es el responsable de seguridad".
"Aplicamos una serie de criterios para la neutralización, para definir si la decisión es correcta o no". Una normativa que ha sido "previamente y largamente discutida, verificada y verificada" por el conjunto de expertos.
Cómo neutralizar un cohete
"Por mi parte, nunca he tenido que darle al botón, aunque tengo compañeros que sí", reconoce Ávila, que ha trabajado en unos 20 lanzamientos. "Incluidos los Soyuz rusos que antes de la guerra también tenían en Kourou una plataforma operativa".
La ocasión de neutralización más reciente fue en el segundo vuelo —el primero comercial— del cohete Vega C, el mismo que hace unos días desplegó con éxito el satélite Sentinel-1C. En aquella ocasión, hace ahora justo dos años, la segunda etapa registró un mal funcionamiento.
"Tuvo un fallo mayor, la trayectoria era degradada y, para asegurarse de que esa situación no iba demasiado lejos, se neutralizó el lanzador", asegura. "En ese vuelo yo me encontraba en el control de la misión como espectador, no en mi lugar habitual de trabajo, y junto a compañero vimos que algo no iba bien, así que fuimos corriendo a la sala del botón rojo".
En cuanto al funcionamiento del sistema de neutralización, Rodrigo Ávila de Luis explica que "depende mucho de cada fabricante, aunque un cohete ya de por sí tiene muchas cargas pirotécnicas". Por ejemplo, los sistemas de separación de las diferentes etapas emplean pequeñas cargas a tal efecto.
El famoso botón rojo "está conectado a unos receptores de telecomando a través de los cuales podemos activar el sistema". El objetivo de esas cargas pirotécnicas es fragilizar la estructura del cohete en puntos críticos para hacer que explote. Al ir presurizado, "es como un globo al que le pinchas con una aguja y explota".