En la era de los cazas de última generación, los drones, los submarinos no tripulados y los satélites espía, la invasión de Rusia a Ucrania ha demostrado que buena parte de la guerra se sigue desarrollando en tierra firme, y donde España sigue brindando apoyo. Se trata de un escenario complejo condicionado por la gran variedad de dispositivos capaces de levantar por los aires a los pesados blindados que recorren los caminos, dejando a su paso daños personales y materiales irreparables.
Las minas son, sin duda, la principal de estas amenazas terrestres y Ucrania ya ha perdido un número incalculable de efectivos debido a los artefactos explosivos. De ahí la necesidad de crear sistemas capaces de detectarlos sin poner en peligro una vida humana y donde los citados drones están desempeñando un papel fundamental.
Este último es el caso del dron ST1 que acaban de presentar en Ucrania. Se trata de una plataforma que vio la luz por primera vez a finales de pasado 2023 con un sistema más rudimentario, pero que ahora los creadores han mejorado y está lista para su despliegue en el campo de batalla.
Mapea las minas rápidamente
"El ST1 es un dron autónomo equipado con una bobina de inductancia y sensores que le permiten volar a baja altura y maniobrar alrededor de obstáculos", señaló Mikhailo Fedorov, ministro de Transformación Digital de Ucrania, cuando se probó el dron por primera vez. Se trataba de una primera aproximación al dispositivo que ahora alcanza su madurez y capacidad para emplearse en el campo de batalla.
Se trata de una plataforma fabricada en el mismo país que consigue "detectar y mapear minas más rápidamente", prosiguió Fedorov, si se compara con los trabajos a pie de campo con los que se suele ejecutar esta tarea tan arriesgada. Según los datos que manejan, el ST1 permite acelerar cuatro veces el trabajo respecto a un humano. Y "Hará más seguro el proceso de remoción de las minas del territorio ucraniano".
También contiene un microordenador a bordo que "procesa los datos en tiempo real antes de transmitirlos a los zapadores". Estos zapadores del servicio de emergencia, otros militares y policía pueden operar el dron de forma remota y les permite mantenerse en un lugar seguro mientras realizan su trabajo.
"El detector de metales que utilizamos es un estándar de la industria que se utiliza en todo el mundo", ha asegurado Dmytro Titov, CEO de Ailand Systems, la compañía que ha desarrollado el dron. "Puede localizar todos los tipos de minas, incluso las que tienen un bajo contenido en metal, como las TM-62 de plástico" o las PMN-2.
Según señala, "existen desafíos para detectarlas, pero a baja altitud el detector consigue identificarlas" de forma satisfactoria. "Nuestro objetivo es el de replicar los resultados de un zapador humano".
La propia Aliand Systems indica en la ficha técnica del dron que se trata de una alternativa más económica que los vehículos terrestres no tripulados —conocidos como UGV, por sus siglas en inglés—; al mismo tiempo que se pueden utilizar en cualquier tipo de escenario independientemente del terreno.
Además de detectar los modelos de minas antes citadas, el ST1 puede también localizar proyectiles de artillería empleando algoritmos de visión por ordenador y machine learning. Consigue 10 centímetros de precisión en la detección y genera un mapa con las posiciones georreferenciadas de las minas para que el personal pueda intervenir en el lugar exacto.
Minas a bordo de drones
Además de detectarlos, Ucrania también cuenta con algunos métodos un tanto revolucionarios de desplegar minas en el campo de batalla contra el ejército ruso. Uno de los más modernos es un dron terrestre —parecido a un coche teledirigido— Ratel S que comenzaron a utilizar a finales de 2023.
"El Ratel lleva minas antitanque y un módulo de combate", declaró el propio Fedorov, cuando se informó del despliegue del dron. "El operador puede hacer saltar por los aires el equipo enemigo desde un lugar seguro". En la misma publicación ha indicado que el vehículo terrestre no tripulado (UGV, de sus siglas en inglés) ya ha pasado las pruebas de campo y ha comenzado su fabricación en masa.
Es un vehículo eléctrico con tracción a las cuatro ruedas y un sistema de control que se basa en visión en primera persona. Este tipo de control remoto permite al operador ver en tiempo real lo que está delante del UGV, exactamente igual que los drones aéreos. Puede emplear un monitor de ordenador o incluso unas gafas de realidad virtual.
Es capaz de transportar una carga útil de 40 kilogramos a una velocidad de 24 km/h y con una autonomía que alcanza los 5 kilómetros o 2 horas. Además, se acompaña de una pequeña aeronave no tripulada que se encarga de monitorizar su progreso y que puede integrar un repetidor de señales para incrementar el rango operativo del Ratel.