Una parte fundamental de la protección de las aguas territoriales de España recae sobre el Servicio Marítimo (Semar) de la Guardia Civil. Se trata de una unidad especializada en la vigilancia dedicada a labores tan dispares como la lucha contra el narcotráfico, contrabando —junto con el Servicio de Vigilancia Aduanera— e incluso el control de la inmigración irregular.
Para ejecutar de forma conveniente y expeditiva toda esa carga de trabajo se necesitan medios navales avanzados, como las patrulleras rápidas que la Jefatura de Asuntos Económicos de la propia Guardia Civil quiere adquirir. En concreto, según señalan en Infodefensa, serán 3 las nuevas embarcaciones que pasarán a la flota del Semar una vez se cierre el contrato de 7,5 millones de euros. Dando un total de 8 unidades cuando estén todas en servicio dentro de unos dos años.
Esta compra que está a punto de cerrarse —el 12 de febrero termina el plazo de presentación de propuestas— se corresponde con el tercer lote que la Guardia Civil tramita en los últimos años. El primer contrato de 2 unidades se cerró a principios de 2022 y una segunda hizo lo propio con 3 embarcaciones a finales de ese año. En ambas ocasiones el astillero encargado de las patrulleras fue el pontevedrés Aister con su modelo HS60.
El Semar "dispone actualmente de una flota de embarcaciones muy envejecida ya que la tercera parte de dicha flota se encuentra en torno a los 20 años de antigüedad", señalaron en uno de los contratos anteriores. "Las citadas embarcaciones en muchos casos no reúnen las condiciones de acomodación necesarias para los servicios que prestan y, además, las horas de navegación efectuadas han sobrepasado las previstas inicialmente". Esta situación se traduce en un elevado coste en el mantenimiento y en la baja disponibilidad de las embarcaciones.
Patrullera interceptora
Entre las misiones que tendrán que soportar los próximos barcos del Semar se encuentran las "persecuciones con embarcaciones empleadas para el tráfico de sustancias, la cuales realizan maniobras de embestida a las patrulleras de la Guardia Civil", según indican en la memoria justificativa del gasto. "La violencia de estas acciones hace necesario que los cascos y la estructura de las futuras embarcaciones sean de materiales más resistentes".
Las patrulleras más antiguas del Instituto Armado están fabricadas con poliéster reforzado con fibra de vidrio (PRFV), un material ampliamente superado por la tecnología actual que apuesta más por el aluminio como elemento base. También indican que una embarcación fabricada con este último material tiene una vida útil entre 20 y 25 años, respecto a los 15 de una hecha con PRFV.
La Guardia Civil también menciona que esa circunstancia hace más idóneo el uso de patrulleros de casco de aluminio de mayor porte, estructura más reforzada y un excelente comportamiento en la mar en condiciones meteorológicas adversas. Como las que suelen concurrir en la lucha contra la inmigración ilegal y el narcotráfico.
Deberán contar con una eslora entre 17 y 18,5 metros y una manga que tendrá que moverse entre los 3,5 y 4,5 metros. La propulsión estará a cargo de un par de motores MAN de 1.800 caballos de potencia acoplados a otros 2 waterjets firmados por Hamilton.
Una de las particularidades del barco es que puede alcanzar hasta 60 nudos (110 kilómetros por hora) con una velocidad de planeo reducida que pondera para obtener la máxima puntuación. Otro de los requisitos de la embarcación es que sea capaz de acomodar a 4 tripulantes, con la posibilidad de un quinto, y de servir para navegaciones largas. Para esto último incorpora camarotes y una cocina.
Las nuevas embarcaciones contarán con una vida útil de 20 años y podrá mantener largos periodos de operativa con "un alto grado de alistamiento y un tiempo de preparación para salir a la mar muy reducido". También indican que las patrullas podrían ser de hasta 12 horas de forma ininterrumpida a unas 20 millas de la costa y que sean capaces de navegar con un estado de la mar 5 en la escala Douglas con olas de hasta 4 metros.
Lanzagranadas a bordo
El equipamiento para las nuevas embarcaciones incluye sistemas electroópticos que permiten visualización tanto en el espectro visible como en el infrarrojo. También radar de navegación, mapa digital y todo el ecosistema de comunicaciones necesarias.
Pero sin duda donde más destaca la patrullera de alta velocidad es la disposición de "armamento disuasorio". En particular, un sistema de lanzagranadas Lag-40 fabricado por la española Santa Bárbara y que está presente en el Ejército de Tierra y en la Armada.
Este sistema, desarrollado en los 80, tiene un peso de 34 kilogramos y puede lanzar munición de 40 milímetros que no se detalla en la licitación. Cada cargador está compuesto por una cinta de 24 o 32 gradadas, posee una cadencia de 215 disparos por minuto, consigue una velocidad de salida de 240 metros por segundo, un alcance máximo de 2.200 metros y un alcance efectivo de 1.500 metros.