El 'milagro' del avión en llamas de Japón: muy poco combustible, cinturones y evacuación precisa
Las claves detrás de que todos los ocupantes del Airbus A350-900 saliesen tras chocar contra otro avión al aterrizar en el aeropuerto de Tokio.
3 enero, 2024 02:13Un Airbus A350 de Japan Airlines estaba a punto de tomar tierra en el Aeropuerto de Haneda, en Tokio, cuando una gran bola de fuego envolvió el avión. La tripulación, con el tren de aterrizaje delantero destrozado y el morro metálico deslizándose por el asfalto, detuvo la aeronave a escasos metros del margen de la pista. Las llamas avanzaban y pocos minutos después ya habían devorado buena parte del exterior e interior. Antes de que eso ocurriera, los 367 pasajeros y los 12 miembros de la tripulación consiguieron salir de forma rápida y segura.
Peor suerte han corrido los tripulantes de la otra aeronave involucrada en el accidente. Se trata de un De Havilland Canada Dash 8-300 perteneciente a la flota de Guardia Costera de Japón. Tan sólo una —el capitán de 39 años— de las 6 personas que iba a bordo ha sobrevivido, según recoge la cadena pública nipona NHK. Un funcionario del Ministerio de Transportes japonés dijo que el avión de Japan Airlines estaba intentando aterrizar normalmente cuando chocó en la pista con el avión de patrulla marítima.
Según los registros de las conversaciones con la torre de control, el Airbus de Japan Airlines tenía permiso para aterrizar mientras que el Dash guardacostas tan sólo había recibido instrucciones para detenerse en el punto de espera; fuera en todo caso de la pista. De hecho, la tripulación de este segundo avión realiza la correspondiente colación repitiendo la orden de la torre para asegurarse haberla entendido correctamente. Queda pendiente averiguar si la voz que sale por la radio de la aeronave gubernamental es la del capitán o la de su primer oficial.
"Sentí un estallido, como si hubiéramos golpeado con algo y nos sacudimos hacia arriba en el momento en que aterrizamos", dijo un pasajero del vuelo de Japan Airlines a la agencia de noticias Kyodo. "Vi chispas fuera de la ventana y la cabina se llenó de gas y humo". Al menos 17 personas en el avión de pasajeros resultaron heridas, según la Agencia de Desastres e Incendios de Japón, de las cuales 4 fueron trasladadas al hospital. Ninguna de ellas con pronóstico grave.
Los elevados estándares de seguridad que rodean el mundo de la aviación hacen que los movimientos de las aeronaves tanto en tierra como en el aire estén siempre bajo la monitorización de los controladores. En un aeropuerto con tanto tráfico como el de Haneda —uno de los más importantes de país— la sectorización y especialización es clave, así como la coordinación entre los diferentes departamentos participantes desde que el avión arranca los motores hasta que despega. Lo mismo en el sentido contrario, desde que aterriza hasta que llega a la terminal.
Aterrizaje, una maniobra crítica
La maniobra de aterrizaje es el momento más crítico de cuantos se llevan a cabo a bordo de una aeronave. Es, además, la fase de vuelo que más accidentes concentra —el 48%, según Aviation Safety Network—, muchas veces por mala meteorología o factores humanos que desencadenan desgracias humanas a gran escala. Afortunadamente, este no ha sido el caso del accidente de este martes. Salvo por los 5 fallecidos a bordo del avión gubernamental, el saldo de muertos podría haber sido de varios centenares de no haberse cumplido una serie de factores determinantes.
El primero de ellos es una cuestión de tamaño y peso. El Airbus A350-900 de Japan Airlines es un avión de largo radio y fuselaje ancho varias órdenes más grande y pesado que el Dash 8. Cuenta con 67 metros de largo por 65 metros de envergadura y un peso máximo al despegue que alcanza las 280 toneladas.
En el caso del guardacostas, se trata de una modificación para vigilancia marítima de un avión comercial turbohélice concebido para cubrir rutas regionales con pocos pasajeros. En esta ocasión, Dash 8-300 estaba llevando material hacia la zona afectada por el terremoto de hace unos días y cuenta con 26 metros de largo, 27 de envergadura y hasta 19,5 toneladas de peso máximo al despegue. Una diferencia abismal que queda patente en la distribución de los fallecidos en uno y otro avión.
La poca cantidad de combustible a bordo fue clave. Primero como factor determinante en la masa del avión: una aeronave más ligera consigue detenerse antes que otra más pesada aún cuando el morro se desliza sobre la pista. Y también en la capacidad de incendiarse. Si bien se ha visto en los vídeos de las cámaras de seguridad cómo el Airbus se vio envuelto en fuego cuando choca contra el De Havilland, el avance de las llamas habría sido devastador en caso de que los tanques de la aeronave hubieran estado llenos.
Impecable trabajo de tripulación
Todos los hechos anteriores se completan con el más importante de todos: la evacuación del Japan Airlines. Los tripulantes de cabina de pasajeros —TCP, lo que tradicionalmente se han llamado azafatos y azafatas— son los encargados de llevar a cabo esta maniobra tan compleja donde todo debe funcionar al segundo para evitar males mayores.
Cada uno de los diferentes TCP distribuidos a lo largo del avión se encarga de una parte del pasaje dependiendo de su posición respecto a la salida de emergencia más próxima. En caso de asistir en un accidente como el de este martes, una de las primeras tareas que deben ejecutar es comprobar la existencia de fuego en las inmediaciones de la puerta.
En caso de peligro se descarta esa salida y los pasajeros deberán reconducirse hacia otras más seguras. En las imágenes publicadas se pueden ver un total de 3 rampas de evacuación infladas, la delantera y trasera del lado izquierdo y únicamente la delantera del lado derecho del avión.
El Airbus A350-900 cuenta con otras 5 salidas de emergencia más que permanecieron cerradas durante la emergencia. Las 4 —dos en cada lado— situadas justo antes y después de las alas y la trasera derecha, que por la posición del avión inclinado hacia adelante y ladeado a la izquierda parece que quedaba a demasiada altura como para desplegar la rampa. Las centrales son las más delicadas cuando existe fuego, dado que es ahí donde se encuentran los motores y los tanques de combustible.
"La tripulación de cabina debe haber hecho un excelente trabajo", ha declarado Paul Hayes, director de seguridad aérea de la consultora Ascend by Cirium, a Reuters. "No parece haber ningún equipaje de mano. Fue un milagro que todos los pasajeros bajaran". Este es otro de los puntos clave, ya que queda prohibido llevarse cualquier bulto del avión en caso de evacuación de emergencia y de su cumplimiento depende en gran parte que todo el mundo haya podido bajar a tiempo.
Desde el punto de vista de la seguridad personal a bordo. Tanto los tripulantes como los pasajeros cuentan con cinturones que deben permanecer abrochados durante las maniobras de despegue y aterrizaje. La sacudida consecuencia impacto del Airbus contra el Dash es suficiente como para que cualquier pasajero pudiera haber salido despedido de su asiento en caso de no llevar el cinturón. Pudiendo provocar, a su vez, un retraso en la evacuación. También está la popular posición de impacto, pero en esta ocasión todo apunta a que el impacto fue algo totalmente inopinado.
El sistema anticolisión
Desde los años 80, todos los aviones comerciales —tanto de pasajeros como de carga— cuentan con el sistema TCAS (Traffic and Collision Avoidance System o Sistema de Prevención de Tráfico y Colisión) por el cual se han evitado muchos accidentes en pleno vuelo. Gracias a esta tecnología, dos aviones con el transpondedor encendido —obligatorio llevarlo así desde que se entra en pista hasta que se abandona en el aeropuerto de destino— pueden comunicarse entre ellos de forma totalmente automática para conocer la posición de cada uno.
Queda pendiente para las autoridades investigar si el Dash de los Guarda Costera de Japón llevaba el transpondedor encendido y, en caso positivo, cuándo lo activaron. De esta forma, la tripulación del Airbus podría haber tenido constancia del tráfico dentro de la pista y, con la suficiente antelación, abortar el aterrizaje.
Sin embargo, este sistema está especialmente diseñado para evitar choques en pleno vuelo mediante la indicación de los tráficos colindantes y, en casos extremos, la recomendación de una ruta de evasión que evite el impacto. El TCAS es tan fiable que prevalece sobre las indicaciones de los controladores aéreos.
La oscuridad de la noche cerrada en el momento del accidente también pudo ser un factor clave o la posible ausencia de las luces estroboscópicas que son igualmente obligatorias en el momento que un avión entra en pista. Se trata de unas luces que parpadean en intervalos regulares y son de gran luminosidad para que pueda distinguirse la presencia de una aeronave incluso cuando hay niebla.
También te puede interesar...
- La carrera de China y EEUU por el avión hipersónico: volará de Madrid a Sídney en 1 hora
- Despega la nave espacial secreta de EEUU en un cohete de SpaceX y rumbo a una órbita desconocida
- Del submarino S-81 al lanzacohetes SILAM: el año que el poderío militar español dio el gran salto