Las particularidades geoestratégicas de España requieren de armamento capaz de proporcionar protección y proyección en todos los medios. El sector marítimo, con más de 7.900 kilómetros de costa, es el más complejo para las Fuerzas Armadas que esperan recibir el primer submarino de la clase S-80 en las próximas semanas e incorporar la primera fragata F-110 en 2028. Para ambas plataformas, el Ministerio de Defensa tiene previsto incorporar el misil antibuque NSM, uno de los más modernos del mundo que también jugará un papel fundamental en ataques costeros en tierra firme.
El último Consejo de Ministros, celebrado este martes, ha autorizado la celebración del acuerdo marco para la adquisición de un número no desvelado de misiles antibuque Naval Strike Missile (NMS) para la Armada. Según apuntan en la nota, la compra es "necesaria para asegurar la operatividad de las fragatas de la Armada, así como para sustituir el modelo actual, cuyo ciclo de vida está próximo a finalizar". El valor estimado de este acuerdo es de 180 millones de euros y será donde se establezcan las condiciones para la firma del contrato final.
El sistema antimisiles Patriot ha sido otro de los protagonistas del mismo Consejo de Ministros. Este escudo se encarga de monitorizar el espacio aéreo español en busca de amenazas graves como misiles de crucero o balísticos. Y, en caso necesario, lanzar munición de interceptación para derribarlas.
Al igual que ha ocurrido con los NSM, se ha autorizado la celebración del acuerdo marco para la compra tanto de misiles interceptores como de componentes del sistema Patriot. El valor inicial del acuerdo será de 400 millones de euros, con un coste total del programa que supera los 1.300 millones, tal y como se apuntó en los Presupuestos Generales del Estado de 2023.
"La adquisición de este tipo de misiles de nueva generación es necesaria para asegurar el mantenimiento del sistema, sustituyendo los componentes desactualizados, con objeto de garantizar la seguridad del espacio aéreo nacional, así como para cumplir los compromisos asumidos por España en el seno de la OTAN", señalan en el comunicado del Consejo. Con incorporación de los nuevos NSM y la renovación de los Patriot, las Fuerzas Armadas contarán con dos de los sistemas más avanzados en su campo para blindar de amenazas por tierra, mar y aire.
Misiles mar y tierra
Los misiles NSM serán el eje principal de la capacidad de ataque de la Armada española para los próximos años. El Ministerio de Defensa tiene previsto equiparlos en las fragatas F-100 Álvaro de Bazán, actualmente en servicio, cuando pasen por el astillero para su actualización de media vida. También en las futuras F-110 clase Bonifaz y en los submarinos S-80 clase Isaac Peral.
Detrás de la fabricación de los Naval Strike Missile se encuentra la compañía noruega Kongsberg, que comenzó a trabajar en su desarrollo en 2007 para sustituir a los antiguos Penguin. El objetivo era proveer de una nueva munición a las fragatas Fridjof Nansen, un conjunto de 5 embarcaciones fabricadas por Navantia en Ferrol y hermanas de las F-100.
El primer lanzamiento de un NSM ocurrió en el año 2012 inaugurando un periodo de ejercicios que terminaría de forma satisfactoria unos meses después. Además, han tenido un cierto éxito internacional con exportaciones a Polonia, Estados Unidos, Malasia y, ahora, también España.
"Proporciona un rendimiento operativo superior y una alta capacidad de supervivencia contra todos los sistemas de defensa enemigos", según describe Kongsberg en el folleto del producto. Una de sus principales bazas es poder atacar objetivos marítimos y terrestres, así como penetrar a través de escudos antiaéreos.
La velocidad máxima exacta que alcanza el misil no se ha revelado, aunque desde la compañía indican que se sitúa en la parte alta de la zona subsónica. Teniendo en cuenta que la velocidad del sonido es de 1.200 km/h, es probable que los NSM puedan llegar a 1.000 km/h. Lo que sí se sabe es que tienen un alcance operativo "superior a los 185 kilómetros" y que la masa en el momento de despegue es de 407 kilogramos.
De ellos, aproximadamente 125 kilos corresponden a la cabeza de guerra integrada en la parte delantera de los 3,96 metros de longitud que tiene el misil. El método de ataque de este tipo de arma consiste en impactar contra el casco del buque o cerca de la línea de flotación, para lo que emplea una carga explosiva y de fragmentación. En el caso de un objetivo terrestre, el NSM se acercaría directamente a la posición enemiga y detonaría la carga.
Además de la versión de lanzamiento desde barco y desde tierra firme, Kongsberg ha desarrollado una versión específica para ser lanzada desde un caza F-35. La versión naval —con despegue y aterrizaje vertical— es la única alternativa que tiene la Armada española para no perder la proyección marítima de ala fija a bordo del buque Juan Carlos I. De hecho, los Presupuestos Generales del Estados de este año preveían el gasto en este modelo de caza que está llamado a renovar a los vetustos Harrier, aunque por el momento no se sabe nada más.
El Ministerio que dirige Margarita Robles no ha revelado el número de unidades de NSM que se comprarán finalmente ni el gasto total previsto para este programa. Lo que sí está claro es que el misil noruego reemplazará al Harpoon, un modelo más anticuado y sin la capacidad de ataque a tierra, unificando de esta forma el armamento disponible tanto para buques de superficie como submarinos.
Escudo Patriot
A principios del pasado octubre, la Agencia de Seguridad de la Defensa de Estados Unidos aprobó la adquisición por parte de España de 4 baterías Patriot 3+ completas y todo el material complementario necesario. El tope de gasto recogido por la agencia estadounidense es de 2.600 millones de euros para todo el programa. Por el momento, no está claro si lo aprobado en el Consejo de Ministros está relacionado directamente con esa compra de unidades nuevas o con la actualización de las baterías existentes, que es lo que contemplaba el plan original. De confirmarse las dos vías, España podría terminar con un total de 7 baterías en la última versión.
Actualmente, el Ejército de Tierra cuenta con un total de 3 baterías completas —con 6 lanzadores cada una— de Patriot, todas ellas a cargo del Regimiento de Artillería Antiaérea 73 con base en Marines (Valencia) y pertenecientes a la versión 2+. Una de las baterías se encuentra desplegada en Turquía como parte de las fuerzas de la OTAN en ese país, mientras que las otras dos permanecen en España.
La primera unidad del escudo antimisiles se integró en el Ejército de Tierra en el año 2005 tras la compra de segunda mano a Alemania. Las otras dos llegaron una década más tarde también provenientes del país germano para cumplir lo acordado en la cumbre de la OTAN de 2014.
Los elementos que más diferencias presentan entre la versión 2+, que actualmente tiene España, y la Patriot 3+ a la que se actualizará son: el lanzador, el radar, la estación de control y el propio misil. Este último, además, es el que más innovación incorpora gracias a la integración de un sistema de búsqueda activo —seeker, en inglés— dentro del propio misil que consigue iluminar el objetivo a batir por sus propios medios.
Otra novedad del misil es que pasa a tomar un papel hit to kill —golpear para matar, en su traducción literal— por la que impactará directamente contra la amenaza detectada. En las anteriores versiones, el misil denota la carga explosiva en las inmediaciones de la munición enemiga para derribarla utilizando metralla. El planteamiento hit to kill requiere de sistemas a bordo que proporcionan varios niveles más de precisión, pero a cambio la eficacia se incrementa de forma notable.
El radar de detección que incorpora el Patriot 3+ tiene una ventana de cobertura que va desde los 70 a los 130 kilómetros y el misil encargado de la interceptación puede superar los 100 kilómetros, dependiendo de la versión. El sistema de lanzamiento puede configurarse de igual manera para integrar entre 4 y 16 misiles.