Por qué Elon Musk celebra la explosión de Starship, su gigantesco cohete: “Hemos aprendido mucho”
SpaceX consigue despegar la nave Starship acoplada por primera vez, un hito de la industria aeroespacial pese a colapsar en vuelo.
21 abril, 2023 03:15A la segunda fue la vencida. SpaceX consiguió hacer volar la gigantesca nave Starship, el cohete más grande y poderoso jamás construido. Tras un primer aplazamiento el pasado lunes 17 de abril, lo hacía este jueves 20 de abril a las 15:33 horas de España peninsular desde Starbase, el centro de operaciones que SpaceX tiene en Boca Chica (Texas, EEUU). Pese al impresionante despegue, la nave de Elon Musk no pudo completar el itinerario marcado para el mejor de los escenarios y colapsó en el aire autodestruyéndose a los 4 minutos de despegar. Y aún así, fue un rotundo éxito. Tal es así, que hasta el administrador de la NASA, Bill Nelson, se apresuró en felicitar a SpaceX por la gesta conseguida.
"¡Felicidades a SpaceX en la primera prueba de vuelo integrada de Starship! Cada gran logro a lo largo de la historia ha exigido cierto nivel de riesgo calculado, porque con un gran riesgo viene una gran recompensa. Mirando hacia adelante a todo lo que aprende SpaceX, a la próxima prueba de vuelo, y más allá", escribía Nelson en Twitter minutos después de la prueba de vuelo.
En el mismo sentido se congratulaban la empresa y su máximo responsable, Elon Musk, por el hito logrado. "¡Felicitaciones a todo el equipo de SpaceX por una emocionante primera prueba de vuelo integrada de Starship!". Pero ¿por qué todos se felicitan si el cohete ha explotado? Musk tiene la clave: "Aprendí mucho para el próximo lanzamiento de prueba en unos meses".
La historia da la razón a Musk. SpaceX ha sido capaz de ir mejorando sus cohetes reutilizables gracias a vuelos de prueba en los que se llevaban a las aeronaves al límite. Una forma de trabajar que le ha permitido desarrollar sus vehículos espaciales hasta tal punto que son la absoluta referencia en el lanzamiento de cohetes reutilizables, una posición que le ha llevado a firmar con la NASA el contrato más ambicioso de la historia: 3.000 millones de dólares por usar la Starship para Artemis, la misión que volverá a llevar astronautas a la Luna.
Todo podía salir (muy) mal
Musk era claro el pasado lunes cuando pospuso el primer vuelo de prueba. No iba a arriesgar lo más mínimo. Había explicado semanas antes que el test iba a ser entretenido ya que calculaba un 50% de posibilidades de éxito, ya que son muchas las variables que podían fallar y provocar una reacción en cadena que hiciera que la explosión se produjese en tierra en el momento de despegue, lo que sí habría supuesto un fracaso para Starship.
La Starship está compuesta por el cohete Super Heavy, encargado de la propulsión para el lanzamiento hasta la órbita, y la nave Starship, donde se situarán en un futuro los tripulantes y la carga útil. Hasta la fecha SpaceX había completado múltiples pruebas de vuelo suborbital de la etapa superior Starship, así como de numerosas pruebas del cohete Super Heavy, incluyendo los encendidos estáticos con el mayor encendido de motores de cohetes simultáneos en historia.
Sin embargo, era la primera vez que SpaceX probaba a volar la Starship acoplada, lo que suponía no sólo un reto para sus ingenieros y para el desarrollo de la empresa, sino también para la NASA que tiene en la Starship el estandarte de su próxima misión estrella. Cualquier escenario en el que la Starship despegase y volase unos minutos sin destrozar todo lo construido alrededor ya sería un éxito. Y así fue.
Por poner en contexto la magnitud gigantesca de la Starship son 120 metros de altura, algo más alta que las madrileñas Torres Kio, para lo que la compañía ha construido la torre de lanzamiento y captura de cohetes más alta del mundo con 146 metros. Un diámetro de 9 metros, que es casi tres veces mayor que el Falcon 9 con el que SpaceX suele enviar a astronautas a la Estación Espacial Internacional.
Pasadas las 15:33 horas la Starship despegó, no lo hacía con casi todos los motores Raptors encendidos y una brutal potencia que deformó aparentemente la estructura, sin embargo, ésta aguantó la presión resistió y la nave cruzó el cielo entre vítores en la sede de SpaceX, se había conseguido. Ahora se iba a por el tirabuzón, casi literalmente.
Y es que una vez comprobado que la estructura, la instalación y los motores resistieron a la presión inicial, era el momento de ir un paso más allá. El siguiente punto clave del vuelo, y donde falló la Starship fue en el momento del desacople, la operación en la que la parte superior de la nave tiene que separarse del cohete Super Heavy. Se trata de una maniobra en la que el cohete gira sobre sí mismo para que, mientras la parte superior sigue volando hasta alcanzar velocidad orbital, el segundo se coloca para amerizar en el Golfo de México.
Este tipo de maniobras es habitual entre los cohetes de SpaceX. Es la forma en la que la compañía recupera sus naves tras el lanzamiento y, aunque en esta ocasión no estaba previsto recuperarlas sobre una base, la previsión es que en el futuro los cohetes aterricen para ser reaprovechados.
De este modo, pese a la explosión, SpaceX ha conseguido sacar adelante el punto más complicado de su vuelo de prueba y ha fallado en una maniobra en la que tiene controlada con el resto de sus naves. Una operación en la que ni el propio Musk era ambicioso de creer en esta ocasión, ya que la previsión era pescar los restos de la Starship y el Super Heavy del mar.
Ahora la cuenta atrás para el nuevo vuelo de prueba ha comenzado y se prevé que en los próximos meses Starship vuelva a someterse a nuevos test. Cabe tener en cuenta que SpaceX no parte de cero y en la planta de Texas tienen otras naves listas para realizar las modificaciones necesarias, ajustar los parámetros que hayan podido fallar y estar preparadas para una fecha clave: 2025.
El futuro de la NASA
Si hay una misión clave para el futuro de la NASA es Artemis. La misión Artemis I ha permitido a la NASA recuperar en 2022 su liderazgo en la exploración espacial, sin embargo, la verdadera ambición está marcada en 2025 cuando quiere volver a llevar al ser humano a la Luna con Artemis III. Y para hacerlo usará la Starship de SpaceX, un acuerdo por el que desembolsará más de 3.000 millones de dólares.
Esta confianza en Elon Musk no es más que una muestra de la agilidad y músculo que tiene SpaceX frente a la NASA, que ha salido escaldada con el desarrollo del cohete SLS. Por ponerlo en perspectiva la Starship es prácticamente el doble de pesado y potente que el SLS, con lo que SpaceX está ante una nave que marcará un antes y un después de la exploración espacial, y la NASA lo sabe.
El SLS lo volverá a usar la NASA para el resto de las misiones dentro del programa Artemis. La próxima será Artemis II, la primera misión tripulada que emplea el cohete lanzador SLS y la nave espacial Orión. La hoja de ruta será ir Luna, orbitar a su alrededor y regresar a Tierra sin llegar a descender a la superficie del satélite, un viaje que se espera ejecutar en 2024.
Será en 2025 cuando la Starship entre en acción con la NASA, ya que la usará para aterrizar en el satélite, como una especie de ascensor entre la nave Orión y la superficie lunar. Aunque la fecha se puede ir a 2027 o 2028, el momento clave para SpaceX llegará antes de llevar a humanos al satélite, ya que para asegurar que los astronautas aterrizan con seguridad, SpaceX tendrá que realizar una misión de demostración no tripulada antes de Artemis III, tal y como firmaron ambas entidades en noviembre de 2022.
Fue entonces cuando la NASA modificó el contrato con SpaceX para desarrollar aún más su sistema de aterrizaje humano de Starship con la idea de cumplir con los requisitos de la agencia para la exploración humana a largo plazo. Es decir, con este cohete Elon Musk se ha asegurado proporcionar una segunda misión como parte de la misión Artemis IV.
"Regresar a los astronautas a la Luna para aprender, vivir y trabajar es un esfuerzo audaz. Con múltiples módulos de aterrizaje planificados, de SpaceX y futuros socios, la NASA estará mejor posicionada para cumplir las misiones del mañana: realizar más ciencia en la superficie de la Luna que nunca y prepararse para misiones tripuladas a Marte", dijo el administrador de la NASA, Bill Nelson.
Esta modificación de contrato tiene un valor de unos 1.150 millones de dólares adicionales y la NASA quiere que Starship sea clave. Pues busca desarrollar y demostrar un módulo de aterrizaje lunar con dicha que cumpla con los requisitos de mantenimiento de la NASA para misiones más allá de Artemis III, incluido el acoplamiento con Gateway, acomodando a cuatro miembros de la tripulación y entregando más masa a la superficie.
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