Después del globo chino, Estados Unidos se encuentra inmerso en una especie de invasión aérea de objetos desconocidos que requieren de la intervención del ejército para derribarlos. El último, el de la noche del domingo en España, corresponde con la cuarta amenaza detectada por el país norteamericano y la tercera de cuya naturaleza no se sabe absolutamente nada en apenas una semana.
Coordinando todas las operaciones de detección de objetos desconocidos —OVNIS, al fin y al cabo— está el Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte (NORAD). Está formado por Estados Unidos y Canadá, nació en los años 50 para protegerse de la otrora Unión Soviética y sobrevive todavía hoy con la más alta tecnología a su disposición. Aunque no son infalibles.
El lunes pasado, el general Glen VanHerck, comandante de NORAD y del Comando Norte de Estados Unidos, comentó que no es la primera vez que hay intrusiones cerca o en el espacio aéreo del país por parte de globos chinos. Durante el gobierno de Donald Trump ya se habían observado, aunque no habían sido descubiertos por su comando.
VanHerck indicó que los servicios de inteligencia avisaron al NORAD de este hecho tan grave y ya se pusieron los medios de recolección de información necesarios. El propio general ha reconocido que no se descarta ninguna posibilidad sobre la procedencia de los objetos, ni siquiera la alienígena.
Tras la incursión del globo chino que cruzó de oeste a este los Estados Unidos, los sistemas se han afinado para capturar objetos más pequeños y de formatos diferentes a las aeronaves y misiles tradicionales. "Básicamente hemos abierto los filtros", ha declarado un oficial de defensa a The Washington Post.
Aviones y satélites
El NORAD se fundó a mediados de 1958 para llevar a cabo la monitorización militar de los espacios aéreos de Canadá y Estados Unidos. La Guerra Fría se encontraba en un momento crucial con tecnologías —misiles y aeronaves— cada vez más capaces de trascender tanto el océano Atlántico como el Pacífico y ejecutar ataques en suelo norteamericano.
El temor a un ataque nuclear a gran escala llevó al Comando a emplazar su cuartel general dentro de la montaña Cheyenne en el estado de Colorado. El complejo se encuentra bajo unos 600 metros de granito y se extiende 20.000 metros cuadrados donde se excavaron 15 edificios de 3 plantas. El NORAD trasladó el grueso de su personal a la base de la Fuerza Espacial Peterson, situada al lado, dejando el búnker solo para cuando sea necesario.
El Comando emplea una "red de defensa en capas" que está formada por satélites, radares terrestres, radares aerotransportados y aviones de combate, según explican. Su objetivo es rastrear e identificar cualquier tipo de amenaza e informar de las acciones apropiadas.
Uno de los pilares fundamentales de la detección de amenazas lo componen las aeronaves de inteligencia y espionaje. En estos últimos días, tras la detección de los objetos no identificados, la Fuerza Aérea del país ha enviado un avión con sistema de alerta y control aerotransportado (AWACS, de sus siglas en inglés) a la zona.
Este papel lo toma en Estados Unidos el Boeing E-3 Sentry, muy reconocible por tener un gran radar dispuesto sobre el fuselaje del avión. Lleva operativo desde finales de los años 70 como una de las plataformas AWACS más importantes del mundo. Gracias en buena parte a las continuas actualizaciones que se han ido aplicando.
El Sentry puede detectar tanto amenazas aéreas —misiles, aviones, objetos no identificados...— como terrestres y marítimas. Está basado en el Boeing 707 y tiene una autonomía superior a las 8 horas, aunque puede repostar en pleno vuelo y alargar este tiempo. Una de sus limitaciones es una altitud máxima de 8.800 metros, algo escasa para localizar según qué amenazas. Pero Estados Unidos ya pensó en ello.
La gran altitud que tomó el globo chino requirió de la participación del avión de espionaje Lockheed U-2, que entró en servicio en 1957. Esta aeronave tiene un techo de vuelo de más de 24.000 metros y durante la Guerra Fría se consagró como el ojo de La Casa Blanca sobre la Unión Soviética, China, Vietnam y Cuba.
El Rivet Joint, el avión espía más avanzado de Estados Unidos, también ha hecho acto de presencia durante estos días. La lista de sistemas instalados dentro de esta plataforma aérea de inteligencia es uno de los secretos mejores guardados por el país norteamericano.
Los 26 tripulantes de cabina, sin contar con el personal de vuelo, están compuestos por analistas especializados en criptolingüistica y en los idiomas esenciales para la misión encargada. Junto a ellos, se encuentra un equipo de técnicos especializados en el rastreo de señales, otro más dedicado a las labores de guerra electrónica y un último grupo encargado de los sistemas de inteligencia.
El último paso del NORAD es terminar con la amenaza, para lo que usan los aviones caza de la Fuerza Aérea. En los últimos días, se ha empleado principalmente el caza de quinta generación F-22 como el responsable del lanzamiento del misil. Tan solo en el último objeto abatido se ha cambiado de aeronave, optando por un F-16.
En el terreno espacial, Estados Unidos cuenta con un número indeterminado de satélites espía que monitorizan las aeronaves alrededor de su espacio aéreo. De hecho, no es extraño que empleen lanzamientos comerciales de SpaceX o de United Launch Alliance para incluir sus propios satélites, que se emplazan en órbitas desconocidas y equipan sistemas secretos.
La Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO) es una agencia del Departamento de Defensa estadounidense encargada del diseño, la construcción, el lanzamiento y la operación de los satélites de reconocimiento. Además, proporciona inteligencia satelital a varias instituciones gubernamentales con las que comparte la información.
Se trata de una de las agencias más importantes dentro de la inteligencia y coordina la recopilación y el análisis de información de aviones y satélites por parte de los servicios militares y de la Agencia Central de Inteligencia, más comúnmente conocida como la CIA. En los últimos años la NRO ha lanzado una gran cantidad de satélites espía con el fin de poder monitorizar cualquier parte del mundo.
Radares en tierra
En tierra firme, el NORAD emplea el Sistema de Alerta del Norte (North Warning System, NWS) como una gran matriz de radares. Este programa está impulsado por Estados Unidos y Canadá y proporciona vigilancia del espacio aéreo. Está enfocado en la detección de posibles incursiones o ataques desde toda la región polar de América del Norte; desde Alaska hasta el sur de la región de Labrador en el océano Atlántico.
El sistema está formado tanto por radares de largo radio —AN/FPS-117— como de corto radio —AN/FPS-124— colocados estratégicamente para abarcar un área de 4.800 kilómetros de longitud por 320 kilómetros de ancho. El primer sistema se construyó a finales de los 50 bajo la denominación Línea de Alerta Temprana Distante (DEW, en inglés) y a partir de mediados de los 80 fueron actualizándose los equipos para convertirse en el NWS.
Según los últimos reportes, el sistema está compuesto de 15 radares de largo alcance (11 de ellos en Canadá) y 39 radares de corto alcance (36 en Canadá). En este sistema, Ottawa brinda un papel esencial dado que la gran mayoría de radares se encuentran en su territorio.
El AN/FPS-117 es un radar de barrido electrónico AESA en servicio desde 1980 y construido por General Electric Aerospace, hoy en día dentro de Lockheed Martin. Proporciona una cobertura de detección de hasta 470 kilómetros y una altura máxima de 30 kilómetros, más que suficiente para la detección de aeronaves.
El radar de corto alcance, representado por el AN/FPS-124 proporciona una cobertura de alrededor de los 110 kilómetros en la horizontal y aproximadamente 15.000 metros en la vertical. El trabajo conjunto de ambos modelos de radar y la coordinación de NORAD en el tratamiento de los datos recibidos hace muy complicado el sobrevuelo de aeronaves no autorizadas.