He probado el tocadiscos de Technics con el que sueñan los audiófilos: un sonido y un precio alucinantes
La nueva versión del icónico giradiscos que la marca japonesa lanzó en los años 70 trae novedades técnicas pero mantiene intacta la estética original.
29 marzo, 2024 01:21En la era del streaming, la resurrección del disco de vinilo va más allá de una moda pasajera. En 2022, en España superó al CD y se vendieron 1,7 millones de LPs en este formato, una cifra que probablemente haya llegado a los 2 millones, ya que el crecimiento anual de las ventas es de un 15%. ¿Y qué se vende además de vinilos? Tocadiscos de todo tipo, hasta con conexión Bluetooth integrada, aunque los que parecen haber copado el mercado son los de tipo maleta, en su mayoría de baja calidad y no muy fiables a la hora de reproducir todos los matices que puede aportar este aparentemente inmortal formato físico.
En mi caso, los vinilos me llevan acompañando toda la vida, primero gracias a mis padres melómanos y más tarde por mi propia cuenta y riesgo. Por eso, la oportunidad de probar el SL-1210GR2, la nueva versión de tracción directa del legendario SL-1200 de Technics tan popular entre los DJs en los años 70 y 80, me parece una ocasión única para repasar mi colección de vinilos, poner a prueba mi oído y lo mucho que ha avanzado la tecnología de los giradiscos.
El dispositivo guarda notables semejanzas con los modelos originales, sobre todo en un aspecto exterior que apenas ha cambiado, pero la clave está en todos los componentes internos, como la fuente de alimentación o la nueva generación del motor Direct Drive. Eso sí, todo lo bueno se paga, y en este caso el precio puede ser prohibitivo para la mayoría de aficionados: en Amazon está disponible por 1.999 euros, y hay que tener en cuenta que no incluye el cartucho de la aguja.
Montaje y primeros pasos
Mi experiencia con los tocadiscos y los vinilos no es la de un audiófilo hiperexigente que quiere oír hasta el más débil de los suspiros de sus artistas favoritos, sino la de un aficionado a la música que piensa que "hasta que no compras el disco de vinilo, no eres realmente dueño del álbum", como decía Jack White. Y eso es particularmente cierto en el mundo actual, en el que las plataformas de streaming han sustituido los formatos físicos. Así, poder sentarme y escuchar un LP de inicio a fin, con su carátula bien grande, es un extra por el que estoy dispuesto a rascarme el bolsillo.
La experiencia de montar un tocadiscos de alta gama y escuchar el resultado ha sido de lo más sorprendente. Lo primero que llama la atención es el peso del aparato, unos 12 kg según las especificaciones, y lo desmontado que viene, con cada componente por su lado excepto el brazo. Aunque la guía que acompaña al producto es bastante completa, no es un proceso sencillo y se tarda un tiempo considerable, en torno a una hora, en tenerlo todo listo para escuchar música.
El elemento más importante del 1210GR2, según la propia compañía japonesa, es el revolucionario método de control de la tracción directa "para una estabilidad en la rotación suave y precisa". Es el encargado de hacer girar el plato de aluminio que se encaja sobre la base y la almohadilla superior que le da ese aspecto tan profesional al conjunto.
También es importante equilibrar bien el chasis, gracias a las patas de silicona de alta amortiguación diseñadas para aislar de vibraciones el conjunto. Se hace de forma intuitiva, girando a un lado u a otro para subir y bajar cada pata, pero conviene ayudarse de un nivel para cerciorarse de una alineación horizontal perfecta.
Más complejo resulta el montaje del cartucho, en este caso un Ortofon M2 Red, que además supone un desembolso extra de unos 100 euros. Sin embargo, un verdadero audiófilo experto en la materia intentará convencerte de desembolsar mucho más dinero por una aguja más profesional, lo que puede disparar el precio final del conjunto.
Las salidas del grueso cable de alimentación, los dos RCA para el phono y la toma de tierra están situadas en la zona trasera pero muy ocultos, para que ningún elemento "ensucie" el aspecto final del tocadiscos. El momento decisivo es el de ajustar el brazo de aluminio en forma de S de alta sensibilidad con los contrapesos, configurar su altura y la pastilla de anti-skating. Aquí hace falta seguir a rajatabla las instrucciones del fabricante y encomendarse al Dios de los vinilos, porque cualquier error puede conllevar un notable descenso (a los infiernos) en la calidad del sonido. Doy fe.
Por último, pero no menos importante, es necesario aclarar que necesitas un amplificador para poder disfrutar del sonido de este tocadiscos, ya que el sonido no sale preamplificado. En mi caso, tuve que hacerme con uno (no lo suficientemente bueno como para aprovechar todas las bondades del GR2, pero es lo que hay) y conectarlo a su vez a mi cadena de música Sony, que ya tiene unos años pero sigue sonando razonablemente bien.
Sonido sin ruidos
Con todo listo, tapa guardapolvo incluida, sólo queda empezar a disfrutar de tu colección de vinilos. Los controles no pueden ser más sencillos: se elige la velocidad entre 33 1/3, 45 y 78 rpm, la aguja se coloca manualmente... y a disfrutar. Y ahí, tras el arduo proceso de montaje, es cuando te tienes que rendir a la evidencia: suena de maravilla, especialmente en las frecuencias graves de discos de jazz como el mítico Kind of Blue de Miles Davis.
Una de las obsesiones de los audiófilos es la reducción del ruido, que en los tocadiscos suelen producir tanto el motor como la fuente de alimentación. Por eso, en Technics llevan tiempo trabajando en dispositivos de alta precisión para obtener "una onda sinusoidal perfecta" en la que "se reducen radicalmente las vibraciones del motor".
En el GR2, el crepitar clásico de los vinilos está ahí, sobre todo en los que tienen ya unos años pese a estar bien conservados, pero el ruido de fondo es casi inapreciable, al menos para unos oídos no tan entrenados como los míos. A eso también contribuye, según el fabricante, una nueva fuente de alimentación, la precisión de la velocidad de rotación y el diseño mecánico del tocadiscos, que lo hacen especialmente resistente a las vibraciones.
Más allá de la palabrería técnica, lo que importa es el resultado. Y en ese sentido, sin ser un experto, he disfrutado de lo lindo con discos de distintos géneros y épocas. Todo un derroche de matices que entusiasmará a cualquier amante del vinilo que se precie.
¿Me lo compro?
El mundo del vinilo y, por tanto, el de los tocadiscos, está dividido básicamente en dos grupos. Por un lado están los que se contentan con ampliar, cuidar y escuchar su pequeña colección de discos como simples aficionados a la música. Por otro, están los audiófilos más rigurosos, que siempre buscan dar un paso más allá para deleitarse con el sonido más perfecto posible.
Si eres del primer grupo, como es mi caso, sospecho que el Technics 1210GR2 te viene grande. Es complejo de montar, tiene un precio muy elevado (recordemos, 1.999 euros) y, sobre todo, muy pocos tienen el oído lo suficientemente desarrollado como para observar hasta los más ínfimos matices que los artistas incluyeron en sus obras. Desde luego, no es la elección más lógica para un principiante, que puede echar de menos características como la conexión Bluetooth o funciones automáticas.
Por el contrario, si perteneces al segundo grupo y puedes permitirte un gasto así para seguir alimentando tu hobby favorito, es casi imposible que este clásico renovado te decepcione: mantiene lo que lo ha hecho icónico y lo mejora con los últimos avances de la tecnología para que disfrutes de tus vinilos como nunca.