Desde que comenzó su andadura con la primera edición de Galaxy Fold en 2019, Samsung se ha convertido en el referente de la industria de los smartphones plegables. En España, 3 de cada 4 dispositivos móviles plegables son de la marca coreana y la intención es continuar reinando este mercado todavía minoritario, aunque quién sabe si dentro de poco comenzará a tomar más peso.
Para ello, Samsung apuesta por dos líneas muy diferenciadas de plegables: el Z Fold 3 que se convierte en una tablet de 8 pulgadas y el Z Flip 3 que recurre al mítico formato tipo concha que tan popular era hace ya 20 años. Una unidad de Samsung Galaxy Z Flip 3 (1.049 euros) ha pasado por las manos de OMICRONO para ver qué tal ha evolucionado el producto en su segunda versión (sí, es la segunda aunque se llame Z Flip 3) y compararla respecto a la primera que tan buen sabor de boca nos dejó el año pasado.
Porque lejos de la novedad tecnológica de tener una pantalla plegable -que ya parece ciencia ficción- el poder llevar en el bolsillo un teléfono realmente pequeño se había convertido casi en un imposible. Principalmente en un mundo donde una pantalla de menos de 6 pulgadas ya parece diminuta.
Diseño mejorado
Habiendo tenido en las manos el modelo del año pasado, lo que más llama la atención del nuevo Galaxy Z Flip 3 es que Samsung ha conseguido mejorar notablemente la calidad de la construcción. Si bien el Z Flip de 2020 no era para nada malo, sí daba la sensación de estar delante de un dispositivo más experimental. Un concepto al que le faltaba un par de vueltas de tuerca. Y vaya que si las han dado.
En la versión del 2021 el Flip ya se nota un dispositivo mucho más maduro. Todo bien ajustado a la par que robusto. Como más preparado para el ajetreo diario al que puede verse sometido cualquier smartphone en la actualidad.
Eso sí, todavía está muy lejos de ser un dispositivo perfecto y probablemente tenga algunas características que a corto plazo son complicadas de corregir. La más importante de ellas es el pliegue de la pantalla. Que se nota tanto a nivel de tacto como visual dando una sensación extraña en el primer contacto.
No es algo que afecte lo más mínimo al funcionamiento del terminal y seguramente cualquier persona que se lo compre se termine acostumbrando. Pero la tecnología actual no permite fabricar pantallas totalmente lisas y quién sabe si se conseguirá a corto plazo.
Más allá de la pantalla plegable, es un teléfono totalmente normal adaptado a sus circunstancias. La pantalla principal es de 6,7 pulgadas y, como no podía ser de otra manera, está compuesta por un panel Super AMOLED fabricado por la propia Samsung con una resolución FullHD y tan sólo interrumpida por la cámara frontal.
La pantalla es realmente buena y no cede nada de terrero respecto a la de los buques insignia de la saga Galaxy S21. Destacamos el buen brillo que alcanza así como la clásica calidad y profundidad de los negros tan característicos de este tipo de paneles.
Otra de las particularidades que caracterizan a este Galaxy Z Flip 3 es la pantalla externa, al más puro estilo de teléfono concha. Su predecesor de 2020 ya contaba con una, aunque mucho más limitada y discreta en funciones. Para la versión de este año, Samsung ha mejorado considerablemente este punto con un panel Super AMOLED de 1,9 pulgadas que permite algún extra, aunque tampoco mucho más respecto a la del año pasado.
De esta pantalla secundaria echamos en falta un ajuste automático del brillo y arañar alguna pulgada más a una zona que a primera vista lo permite. Eso último incrementaría notablemente el número de aplicaciones que pueden sacar provecho. Actualmente se convierte en un mero accesorio para consultar la hora, obtener una previsualización de las notificaciones y realmente poco más. Unas funciones que están cubiertas con cualquier smartwatch o pulsera inteligente.
Una diferencia a destacar respecto a sus hermanos Galaxy es que este Z Flip 3 emplea un lector de huellas emplazado en el canto derecho del terminal a una altura demasiado elevada. Algo a lo que Samsung nos tiene poco acostumbrados debido a que suelen incorporarlo bajo la pantalla. En este caso, al estar la pantalla plegada, vemos lógico esta nueva ubicación y a ello se une que funciona realmente bien.
Potencia de sobra
Toda la innovación de la pantalla y chasis plegable está muy bien, pero lo que importa realmente es lo bien -o mal- que funciona el teléfono en el día a día. Para este apartado, Samsung ha sido mucho más práctico y menos arriesgado recurriendo al procesador Qualcomm Snapdragon 888, el último buque insignia presentado por la compañía de chips que se posiciona como el más potente de los lanzados hasta la fecha.
Sus ocho núcleos fabricados con una fotolitografía de 5 nm y conectividad 5G se acompañan de 8 GB de memoria RAM y dos propuestas de almacenamiento interno: 128 o 256 GB, ambas UFS 3.1. Sin posibilidad de ampliación. Con ese planteamiento, es complicado que un smartphone funcione mal y este Galaxy Z Flip 3 no iba a ser una excepción.
El rendimiento es exquisito y puede con prácticamente todo el ajetreo diario al que le queramos someter. Eso sí, con un gran e importante 'pero'. Desconocemos si es por lo particular de su formato, el poco espacio disponible o -lo más probable- una combinación de varios factores, pero el teléfono se calienta más de lo esperado. Principalmente en tareas exigentes que requieren de un trabajo continuo en el tiempo y exigente del procesador como jugar a videojuegos o el proceso inicial de configuración, que siempre supone un estrés extra a los componentes internos.
El Snapdragon 888 es un procesador realmente potente y esa capacidad de cálculo se traduce -inevitablemente- en calor. Por lo que no es de extrañar que algunos terminales que lo equipan recurran a sistemas de refrigeración activa. Es más que posible que esa subida de temperatura se traduzca en una bajada de rendimiento en el procesador, que se ve obligado a disminuir su frecuencia de trabajo para no sobrecalentar demasiado el conjunto.
Batería justa
Y con justa no me refiero a que le haga justicia al teléfono. La autonomía es una de las tareas pendientes de Samsung con este Galaxy Z Flip 3. Los 3.300 mAh se tornan escasos para un teléfono móvil con un procesador tan potente y será complicado llegar al final de una jornada sin haber tenido que dar un empujón de corriente a la batería.
A los ocho núcleos que alimentar se une una pantalla de 120 Hz muy buena pero también muy gastona. Existe la posibilidad de reducir la tasa de refresco a la mitad, quedándonos en los tradicionales 60 Hz y así alargar la autonomía si vamos a estar mucho tiempo fuera de casa sin acceso a un enchufe.
A propósito de los enchufes, en la caja no viene adaptador. Esta 'moda' inaugurada por Apple con la protección medioambiental como escudo está calando en otras compañías que ven secundario incluirlo. En este caso, tampoco nos perdemos mucho pues la potencia de carga máxima que soporta el terminal es de 15W, así que prácticamente cualquier cargador de los que ya hay por casa será capaz de satisfacer sus necesidades.
Cámaras sin sorpresa
En este apartado hay muy pocas sorpresas con un par de cámaras en la parte externa del teléfono y una agujereada en la pantalla. Empezando por el principio, la lente principal cuenta con un sensor de 12 megapíxeles con estabilización óptica y f/1.8. Samsung se aleja de la ya extinta guerra de los megapíxeles con una cámara muy resultona que viene aderezada con buena interpretación de escenas gracias a la inteligencia artificial y al HDR.
Ni sobre el papel ni en la práctica es la mejor cámara que ha pasado por nuestras manos, pero cumple en casi todas las circunstancias. Con mención especial al modo noche que consigue buenos resultados con poca luz.
La compañera en la zona externa es un sensor ultra gran angular también de 12 megapíxeles pero con un f/2.2, mucho menos luminoso. Algo que adolece en cuanto la luz escasea.
En la parte superior de la pantalla principal se encuentra una cámara de 10 megapíxeles f/2.4 que será a la que debemos recurrir para las videollamadas, porque para los selfies Samsung se guarda un as en la manga. La pantalla exterior permite utilizar la cámara principal para hacer estos autorretratos que realmente son muy buenos al emplear la lente principal, que cuenta con más calidad y más posibilidades con poca luz.
¿Me lo compro?
Antes de responder a la pregunta maestra, cabe destacar el buen trabajo que ha hecho Samsung en el apartado del audio. En el modelo del año pasado era muy justo con un único altavoz, pero en el Galaxy Z Flip 3 han optado por usar el auricular de llamadas y así combinarlo con el tradicional colocado en el canto inferior para obtener un sonido estéreo.
Ahora sí, la compra de un plegable sigue siendo un tanto arriesgada para el público más general. Samsung lo sabe y por ello enfoca este tipo de productos a los más entusiastas de su clientela, aunque cada vez hay que serlo menos para optar por uno de estos formatos. Estamos seguros de que poco a poco más compañías -como ya hemos estado viendo- se sumarán al formato plegable y los precios irán siendo cada vez más competitivos al tiempo que se mejora la tecnología.
El salto cualitativo de la construcción respecto a la propuesta del año pasado se nota en cada rincón del smartphone. El equipo de ingenieros de Samsung ha hilado muy fino para obtener un dispositivo tan robusto que incluso consigue certificación IPX8 de resistencia al agua.
Principalmente el tema relacionado con la duración de la batería. Es cierto que el Samsung Galaxy Z Flip 3 cuesta 1.049 euros y alguien que se deja ese dinero quiere tener lo mejor de lo mejor, pero quizá se puede recortar en el apartado del procesador colocando alguno de una gama más baja que consiga arañar más horas de pantalla a la vez que reducirá la temperatura de trabajo.
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