Desde grandes y tradicionales fabricantes de coches a pequeñas start ups nacidas en un garaje, todas quieren poner un pie en el terreno de los coches autónomos. La que se considera una de las tecnologías más punteras y con mayor proyección en los próximos años no para de cosechar nuevos proyectos a la espera de una normativa institucional que regule la circulación de estos vehículos sin conductor.
Por el momento y en el segmento de los vehículos sin conductor nos tenemos que conformar con desarrollos como el de Beep. Esta compañía estadounidense está probando un nuevo coche sin conductor para mover test del COVID-19 desde algunos hospitales de Jacksonville, Florida hasta el laboratorio de la Mayo Clinic situado a pocos kilómetros.
Para cerciorarse de que todo va como lo planeado, el pequeño coche autónomo debe ir supervisado por una persona. En el caso del vehículo de Beep el supervisor va montado en un todoterreno 'escoltando' al vehículo autónomo. La primera aproximación a una conducción totalmente autónoma que puede ser interesante abordar en medio de una pandemia.
Ambulancia sin conductor
Las ambulancias son un foco de transmisión del coronavirus y pueden suponer un peligro para el conductor y los pasajeros. Estos últimos suelen ser personas mayores o con ciertas patologías en tratamiento que se ven obligador a acudir a centros hospitalarios. El grupo de riesgo por excelencia.
En estas ambulancias de transporte (que no son otra cosa que microbuses adaptados), las expediciones suelen ir al completo. Se planea una ruta para ir dejando a pacientes en sus hogares y, si tienes la mala suerte de ser de los últimos, puedes permanecer horas dentro de una ambulancia rodeado de gente. Pero, ¿cómo pueden ayudar en esto los vehículos autónomos?
Un coche certificado con el nivel 5 de autonomía -el máximo- no necesita ni de un conductor ni de un supervisor para poder transportar a personas. Supone una barrera contra el virus muy efectiva para el transporte de infectados, personas dadas de alta pero que todavía pueden contagiar o incluso de sanitarios. La inversión inicial a la hora de adquirir este tipo de vehículos será mayor, pero a la larga supone un ahorro importante en personal que puede centrarse en otras tareas menos mecánicas y especializadas.
Principalmente está pensado para los casos que no necesiten de un cuidado especial durante el traslado. Por ejemplo, el transporte de personas a diálisis o a revisiones rutinarias a los centros de salud. Nada de sustituir las UVI móviles u otro tipo de ambulancias medicalizadas por este medio de transporte.
Al igual que vimos con los repartidores robot, la pandemia actual del coronavirus habría sido muy diferente si contáramos con vehículos autónomos para el transporte de personas. Incluso se podría haber reducido el número de infectados entre los pasajeros y conductores de las ambulancias asistenciales que recorren cientos de kilómetros todos los días.
El transporte de pacientes no estaría limitado por el número de conductores en plantilla sino por los vehículos disponibles en cada momento. "El uso de inteligencia artificial [empleada en el coche de Beep] permite proteger a nuestro personal de este contagioso virus mediante el empleo de vehículos autónomos al mismo tiempo que libera tiempo para que el personal pueda dedicarse al tratamiento directo y a la atención de los pacientes", ha declarado Kent Thielen, CEO de Mayo Clinic.
Google, Uber y otras gigantes
El primer vehículo autónomo capaz de circular sin supervisión en Estados Unidos es el Nuro R2, un pequeño coche con dos maleteros capaz de transportar mercancías a temperatura controlada. Una opción muy interesante también en estos momentos en los que cada recurso humano es esencial. La misma compañía posee otros modelos habilitados para llevar personas, aunque siempre bajo la atenta mirada de un supervisor.
En esta última línea y tras invertir miles de millones en desarrollos es donde están actualmente trabajando las principales compañías del sector. La normativa tardará en llegar varios años y, hasta entonces, la única alternativa es disponer de un conductor-supervisor.
Por el momento, el funcionamiento no dista mucho del de un taxi tradicional o los coches con conductor de Uber y Cabify, con las limitaciones que ello conlleva. En mitad de la pandemia se ha limitado el número de pasajeros que pueden viajar al mismo tiempo ante la imposibilidad de guardar una distancia prudencial para evitar el contagio. Algo similar a lo que ocurre en el caso anterior de las ambulancias.
La caída en el número de viajeros no elimina por completo el posible contagio. En la situación actual, los viajes de sanitarios o enfermos de ida y vuelta a centros hospitalarios son prácticamente los únicos que se hacen a lo largo del día. Los coches autónomos, al igual que las ambulancias autónomas, serían el cortafuegos perfecto para el transporte de sanitarios en situaciones tan delicadas como esta. Y es que, el propio conductor o taxista puede ser uno de esos infectados asintomáticos imposibles de detectar si no es con un test.
Uno de los ejemplos más claros de coche autónomo es en el que está trabajado Waymo bajo el paraguas de Google. Se trata de un vehículo que puede circular sin conductor aunque, por el momento y hasta que la normativa se desarrolle, debe circular sin pasajeros como 'coche laboratorio' para ir aprendiendo. Esperemos que la próxima pandemia nos pille sentados en un coche sin conductor.