Siete años después, parece que por fin tenemos final a la gran saga jurídica de lo que llevamos de siglo: Samsung copió a Apple, y tendrá que pagar por ello.
Es innegable decir que los iPhone influyen en el mercado como ningún otro dispositivo; cualquier cosa que haga Apple es asimilado por el resto de la industria, ya hablemos de cosas buenas o malas (como el infame notch). Pero durante un tiempo, estas copias fueron incluso más flagrantes.
Samsung copió a Apple, y ya sabe lo que tiene que pagar
En concreto, Apple siempre se ha quejado de que su gran rival, Samsung, copiaba sus dispositivos; y el año pasado el Tribunal Supremo de los EEUU le dio la razón, afirmando que los móviles Samsung vendidos entre 2010 y 2011 infringían las patentes de Apple. Curiosamente, por aquel entonces esta decisión era una victoria para Samsung, que veía como la suma que debía pagar se reducía.
Por lo tanto, que Samsung copió a Apple ya estaba decidido. La cuestión es cuánto debía pagar por infringir estas patentes de diseño de la manzana. La compañía surcoreana alegó que debía pagar unos 28 millones de dólares, ya que sólo copiaron tres partes de los iPhone, no todo el dispositivo; mientras que los de Cupertino buscaban nada menos que 1.000 millones de dólares.
Finalmente, podríamos decir que el jurado del distrito de San Jose ha llegado a un punto medio. Samsung tendrá que pagar más de 533 millones de dólares a Apple por copiar sus dispositivos; a esto hay que sumarle más de 5,3 millones de dólares por infringir dos patentes de utilidad, una decisión que Samsung no peleó. Por lo tanto, la cifra final es de unos 539 millones de dólares.
¿Qué es una “copia”? La gran duda que puede poner en jaque a la industria
Evidentemente, cada compañía ha celebrado y repudiado respectivamente el resultado del juicio. Pero lo importante de este juicio no es el dinero que Samsung ha tenido que pagar, sino la manera en la que se interpretan las patentes de diseño.
El sistema jurídico de EEUU ha llegado a la conclusión de que detalles de diseño, por pequeños que sean, pueden ser reclamados como propios. Para una compañía con un plantel de abogados como Apple o la propia Samsung, esto es lo deseable, pero para pequeños innovadores, puede ser su perdición porque no parece haber reglas claras.
Llama la atención que el jurado de este caso ha declarado que tanto Apple como Samsung fueron igualmente persuasivas en explicar en qué consiste una “patente de diseño”; no parece haber una definición clara de en qué consiste una copia. En algunos detalles, como el frontal negro y redondeado de un teléfono, el jurado no creía que Apple tuviese la razón; pero en otros, como la parrilla de iconos de colores, sí pensaron que era una copia de su producto.
Las consecuencias de este juicio se notarán en toda la industria. Y hay pocas dudas de que este caso puede seguir abierto durante años.