Creador contra consumidor, arte contra industria: el caso Overwatch
La decisión de borrar un elemento de Overwatch porque fue denunciado por sexista ha llevado a que lo eliminen. La industria contra el arte en el videojuego.
30 marzo, 2016 21:18Noticias relacionadas
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La calificación de varios jugadores de la pose de un personaje de Overwatch como sexista ha llevado a Blizzard a eliminarla del juego antes de su lanzamiento definitivo. ¿Qué implica realmente esto para los videojuegos como cultura?
Si estuviste ayer en Internet, seguro que te enteraste de la polémica que rodeó a Overwatch: varios jugadores de la beta denunciaron que la pose de victoria de Tracer era machista y sexista, según decían porque resaltaba el carácter sexual de un personaje cuando esa actitud no correspondía con la personalidad del personaje.
Ayer Internet se convirtió en una zona de debate en la que todo el mundo opinaba sobre si realmente era sexista o no la pose, pero independientemente de eso, este caso ha supuesto un gran ejemplo de cómo puede afectar la opinión del público al desarrollo de un juego.
Cuando el creador no manda sobre su juego
La postura de Tracer puede ser considerada sexista o no, pero de lo que no cabe duda es de que la gente de Blizzard tomó una decisión para su juego y después reculó porque a una parte de los usuarios no le gustó. O, dicho según Jeff Kaplan, director del juego, lo han retirado porque no quieren que “nadie se sienta incómodo o subestimado jugando a Overwatch”.
Hace poco publicábamos un artículo defendiendo que los videojuegos son arte, y este caso es una prueba de como a veces las dos caras del videojuego, industria y arte, se ven enfrentadas.
Industria y arte: las dos caras del videojuego enfrentadas
Ante una situación como esta, Blizzard podía hacer dos cosas: defender su visión creativa del juego, perdiendo por el camino ventas de la gente a la que le moleste la pose de Tracer, o dejar que los usuarios decidan por ellos como debe ser su juego, conservando así las ventas de los usuarios a los que les molestaba la postura de Tracer. Optaron por la segunda opción.
Los autores no deberían modificar el juego frente a su visión original porque lo pidan lo jugadores
Uno puede argumentar que gracias a esta decisión más gente disfrutará del juego, y no cabe duda de que eso es estupendo, pero si realmente queremos que los videojuegos maduren como forma de expresión artística, tenemos que entender que el arte es algo muy personal, y que los autores no deberían modificar el juego frente a su visión original porque lo pidan los jugadores.
Una vez lanzado el juego, podría recibir muchas críticas e incluso perder ventas por esa actitud considerada sexista, pero al menos los creadores habrían defendido su propia creación tal y como ellos querían que fuera.
Es cierto que Kaplan dijo también que su visión creativa era lo más importante: “No haríamos algo que sacrificara nuestra visión creativa en Overwatch y no vamos a eliminar elementos del juego únicamente porque alguien pueda sentirse molesto con ellos”. Pero al fin y al cabo, ¿no es precisamente eso lo que han hecho?
El punto de vista industrial
Sin embargo, desde el punto de vista industrial y de cara al consumidor, la decisión que han tomado ha sido la mejor posible. De esta forma venderán más juegos, evitarán más polémica de la que ya han generado y tendrán más consumidores satisfechos con su producto.
Y es ese justo el punto, que en este caso Blizzard está tratando a Overwatch como un producto y no como una obra. Muchos juegos han sido tratados así a lo largo de los años, y no cabe duda de que siempre habrá juegos en los que primará el aspecto comercial frente al cultural.
De hecho, no es el único caso en el que un juego ha sido modificado por críticas a su presunto sexismo; Start Ocean 5 tuvo el mismo problema hace poco con personajes vestidos de forma que dejaban mucho cuerpo al descubierto.
Aquí ya es cuestión de cada uno preferir el videojuego como medio maduro en el que lo más importante sea el factor expresivo por parte del creador, o el videojuego como una simple forma de entretenimiento con la que quedar lo más satisfecho posible. Personalmente, me quedo con la primera opción.