El creador de los anuncios en ventanas emergentes pide perdón públicamente
A poco que hayas navegado algo por Internet seguro que te has encontrado una ventana emergente con publicidad. Cada vez son menos, eso sí, ya que su utilidad es cuestionable teniendo en cuenta que la mayoría de los navegadores web modernos son capaces de bloquear estos llamados “pop ups”; pero hubo una época en la que no podías navegar durante cinco minutos sin que la pantalla se te llenase de ventanas nuevas intentando llamar tu atención. ¿A quién se le ocurrió que eso sería una buena idea? ¿Qué pasó por la mente de la persona que nos ha hecho perder tanto tiempo y producido tantas molestias? Ahora gracias a una columna en The Atlantic, sabemos la verdad detrás de la creación de estas ventanas emergentes.
Una molestia, pero con un propósito
Todo empezó cuando Ethan Zuckerman, diseñador y programador que trabajaba en la empresa de servicios de hosting Tripod recibió una llamada rabiosa de un cliente. Se trataba de un fabricante de coches que había descubierto que su publicidad estaba incluida en una página sobre sexo anal; Tripod llevaba un tiempo intentando encontrar nuevas formas de financiación, y la publicidad fue la mas lucrativa. Corrían los mediados de los 90 y la publicidad seguía siendo algo estático, que no cambiaba dependiendo del visitante ni del contenido de la página como ahora; por eso cualquier innovación en este aspecto, por mínima que fuera, podía revolucionar el mercado y garantizar las ganancias. En este caso, el problema es que había un anuncio que colocar en la página web, pero el anunciante no quería ser asociado con la temática de esta. ¿Cómo conseguir ambas cosas?
La respuesta estuvo en las ventanas emergentes. De esta manera podía mostrarse la publicidad al entrar en una web, pero esta estaba “separada” como un ente propio y el usuario no asociaba la marca con la web (o al menos esa era la idea). El propio Zuckerman escribió el código necesario para esta función, y hoy pide perdón por ello, asegurando que sus intenciones eran buenas. Y la verdad es que su historia puede que no difiera demasiado de lo que vemos en la actualidad, con una industria de miles de millones de dólares descansando sobre la necesidad de que pinchemos en enlaces. Facebook, Google, e incluso compañías que hasta ahora se han dedicado a la venta de software y hardware se han pasado al marketing online, el SEO, y los anuncios personalizados, con métodos que rozan lo inapropiado en ocasiones.
Quién sabe, puede que en 20 años alguno de los responsables de marketing actuales también publique una “confesión” similar.
Fuente | The Atlantic