Leemos de manera diferente si el texto es online u offline
Puede que suene totalmente ilógico, pues leer es leer, sea con el medio que sea, ¿no? Creedme que eso he pensado yo mismo al principio, pero si lo analizamos con detenimiento, no es totalmente cierto. Cuando estamos leyendo medios online, como podría ser perfectamente Omicrono, nos encontramos delante de muchos hipervínculos o enlaces, o con texto destacado en forma de negrita o cursiva, cosa que puede que facilite la lectura pero lo que hace es cambiarla. Por otra parte tenemos los enlaces de las redes sociales, o de los agregadores de noticias como el conocido meneame o Google News, entre otros. Esto hace que no nos paremos a leer mucho y solo nos quedemos con lo esencial, y a la larga podría ser un problema si queremos leer algo en más profundidad.
Estamos desarrollando “Cerebros Digitales”
Esta situación que os he explicado os sucede cada día, y a mi también, y los neurocientíficos cognitivos lo han notado y se encuentran fascinados y asustados por igual. Según ellos, los seres humanos podríamos estar desarrollando cerebros digitales, con nuevos circuitos capaces de hojear el gran torrente de información online de la que disponemos sin poner especial atención y profundidad en nada en concreto. Esto es un problema si tenemos en cuenta que nuestros cerebros llevaban milenios con un circuito de lectura profunda tradicional que si se fija en los detalles. Así lo expresa Maryanne Wolf, neurocientífica cognitiva de la Universidad de Tufts:
“Me preocupa que la superficialidad con la que leemos durante el día nos afecte cuando tengamos que leer con un mayor procesamiento y en profundidad”
Nos han hecho creer que más es mejor. Esto empezó con la gran cantidad de canales de noticias e información a gran escala y ahora se ha trasladado a Internet, donde continuamente consumimos pequeños fragmentos de texto, sonido o vídeo, sin profundizar en casi nada. Es la cultura del eye-byte.
Las diferencias entre la lectura online y la lectura impresa
Los investigadores ahora han puesto el punto de mira en las diferencias entre la lectura en Internet frente a la lectura impresa. Para empezar, la comprensión es mejor si leemos en papel. Teniendo en cuenta esto, no es de extrañar que estén preocupados por la afinidad de los más pequeños a los dispositivos de sus padres, pues este manejo podría impedir que obtengan un correcto desarrollo de sus habilidades de lectura en profundidad.
Como bien comenta Wolf, nuestro cerebro es plástico, y se adapta constantemente a nuestra forma de vida. Ella misma lo comprobó con su mismo cerebro tras navegar un día entero por Internet y leer cientos de emails. Intentó sentarse a leer un libro esa misma noche y confiesa que no pudo, pues sus ojos inconscientemente intentaban buscar las palabras clave para generar la mayor cantidad de información en el menor tiempo posible, cosa que la disgustó bastante.
El cerebro no estaba diseñado para la lectura
Como ya os explicamos en el artículo sobre la neurociencia de la programación informática, nuestro cerebro si tiene áreas cerebrales y genes destinados al lenguaje y la visión, pero no para la lectura. Este órgano se ha adaptado tras el surgimiento de los jeroglíficos egipcios o diferentes alfabetos como el fenicio o el chino, hasta la imprenta de Gutenberg. Ha sido pura adaptación, esto no venía de fábrica.
Por otra parte, nuestra lectura antes de la aparición de Internet era lineal (una página detrás de otra), incluso dicho sistema nos permite recordar la información solo por la distribución de esta en las páginas. Sin embargo con el surgimiento de la Red, nuestro cerebro ha desarrollado atajos para explorar rápidamente, buscar palabras clave, o desplazarse de arriba a abajo con facilidad. No es una lectura lineal, ni mucho menos, y es posible que dicho sistema lo hagamos extensible a otros medios (como el libro en papel). Evidentemente, esto llega a ser un problema.
¿Estamos creando cerebros bi-alfabetos?
En su próximo libro, Wolf pretende tratar sobre las consecuencias que tiene el mundo digital sobre nuestro cerebro, incluyendo datos de neuroimágenes de individuos leyendo tanto material online como impreso, pudiendo saber así que diferencias de comprensión existen entre una y otra modalidad.
Por el momento existe ya alguna investigación al respecto, como podría ser un estudio israelí del año 2012 donde se investigaron las diferencias de comprensión al leer el mismo texto en pantalla o impreso cuando se encontraban bajo presión para terminar un trabajo. Según comentan los estudiantes responsables del estudio, ellos creían que les iba mejor usando la pantalla, pero no era verdad, pues su comprensión y aprendizaje era mejor en papel.
De todas maneras este tema aún debe estudiarse más a fondo, y si es necesario las diferencias entre usar pantallas o material impreso deberán tenerse en cuenta en sectores como la educación. Hay que sacar las partes positivas de ambos métodos de lectura y potenciarlos, pues ahora ya no podemos dar marcha atrás a la tecnología. Sin embargo, debemos ser inteligentes, y usar sus bondades en nuestro favor, entrenando a nuestro cerebro para la bi-alfabetización.
Vía | The Washington Post.