Un día después de que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobara por primera vez desde el ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre una resolución para pedir un alto el fuego inmediato en Gaza, Israel retiró el martes a sus negociadores de Doha tras considerar que las conversaciones sobre una tregua en la Franja se encuentran en “un callejón sin salida” por las exigencias del grupo palestino.
La delegación diplomática, que llevaba ocho días en Doha, regresó a Israel después de que Hamás rechazara una última oferta en las conversaciones sobre un acuerdo de rehenes y una tregua, según pudo saber el diario The Times of Israel. La fuente, un funcionario cercano al director del Mosad, acusó al líder de Hamás en Gaza, Yahya Sinwar, de sabotear la diplomacia “como parte de un esfuerzo más amplio para inflamar esta guerra durante el Ramadán”.
Con la mediación de Qatar y Egipto, las partes habían intensificado las negociaciones para llegar a un acuerdo para la suspensión de seis semanas de la ofensiva israelí a cambio de la liberación de 40 de los 130 rehenes que el grupo palestino aún retiene en la Franja. Hamás, sin embargo, ha intentado que el acuerdo suponga el fin de los combates y la retirada total de las tropas israelíes de Gaza, una petición que para Netanyahu es completamente “delirante”.
[Israel, solo por primera vez: Netanyahu enfría su relación con EEUU tras darle la espalda en la ONU]
Mientras tanto, las críticas internas sobre el líder israelí continúan creciendo a medida que empeoran las relaciones con la administración de Joe Biden, que se abstuvo por primera vez en el Consejo de Seguridad de la ONU en una resolución referente al conflicto en Gaza. El primer ministro israelí afirmó que Washington, con su abstención, estaba dando esperanzas a Hamás de una tregua sin tener que entregar a sus rehenes y, por tanto, “perjudicando el esfuerzo de guerra como el esfuerzo por liberar a los rehenes”.
Hasta ahora, a pesar de la caída en picado de los índices de aprobación del líder del Likud desde el inicio de la contienda, las encuestas indicaban que la población israelí apoya en gran medida la determinación del Gobierno para desmantelar Hamás, lo que le da una motivación extra para atrincherarse contra Washington. Sin embargo, las divisiones comienzan a aflorar tanto dentro de la opinión pública como dentro del Gobierno.
El periódico conservador Israel Hayom, habitualmente aliado de Netanyahu, respaldó la decisión de no enviar la delegación —tras la decisión del Consejo, el primer ministro israelí ordenó cancelar la visita prevista para esta semana de dos de sus principales asesores a Washington—, pero destacó que el respaldo público de Biden era crucial para Israel en un momento en el que la legitimidad de sus acciones se está erosionando a un ritmo alarmante.
La coalición de Netanyahu, al límite
Las crecientes tensiones con Biden han tenido un impacto significativo en la dividida coalición de Gobierno de Netanyahu, que experimentó serios contratiempos este martes después de que su airado enfrentamiento con Washington agravara los desacuerdos sobre las propuestas para el reclutamiento de judíos ultraortodoxos para el ejército.
Varios medios de comunicación israelíes informaron que se pospuso una reunión de gabinete programada para este martes para debatir los cambios propuestos en la ley de reclutamiento, a tan sólo unos días de que el gobierno deba presentar sus propuestas al Tribunal Supremo. Un asesor de Netanyahu, citado por la agencia Reuters, confirmó que aún no se ha programado una nueva sesión para abordar este asunto.
El proyecto de ley propuesto prevé ampliar el servicio militar obligatorio a los judíos ultraortodoxos, también conocidos como jaredíes, a los que se les permite seguir estudiando la Torá a tiempo completo. La propuesta también pretende ampliar la duración del servicio militar para los reclutas y elevar la edad de los reservistas. Para Netanyahu, la aprobación de la norma es fundamental y ha advertido en numerosas ocasiones que no aprobar la ley podría poner en peligro la estabilidad del Gobierno.
[Israel se reafirma en la ocupación terrestre de Rafah: "La alternativa sólo existe en Hollywood"]
La política de exención se remonta a poco después de la fundación del Estado de Israel, cuando unos pocos centenares de estudiantes de las yeshivas fueron excluidos del servicio militar obligatorio. Sin embargo, a medida que la población jaredí ha ido aumentando —actualmente componen el 12% del total de 9 millones de habitantes del país—, son miles las personas que evitan anualmente ahora el servicio militar, algo que muchos consideran injusto.
"La idea de que los jóvenes prolonguen su servicio durante tres años, mientras que sus compañeros no cumplirán ni un solo día, ni en el servicio militar ni en el civil, es intolerable", afirmó Yehiel Tropper, ministro sin cartera del Gobierno de unidad y miembro del partido del opositor Benny Gantz. Sin embargo, varios miembros del gabinete de Gobierno no están de acuerdo con esta afirmación. El ministro de Defensa, Yoav Gallant, señaló que no apoyaría la ley, declarando que "no participará en ninguna propuesta que no esté acordada por todas las facciones de la coalición".
En todo caso, la permanencia de Netanyahu sigue estando ligada a su capacidad para mantener cohesionada su coalición, la cual incluye a partidos nacionalistas religiosos de extrema derecha que se oponen rotundamente a cualquier tregua en el conflicto o a concesiones hacia un acuerdo político amplio con los palestinos. Pero la posible implementación de la nueva ley de reclutamiento, que podría eliminar las exenciones que actualmente impiden a los judíos ultraortodoxos cumplir con el servicio militar, se perfila como un obstáculo importante, que pone de relieve una antigua división entre israelíes laicos y religiosos.