"Ahora, la guerra; más adelante, la paz". Así resumía el ministro sin cartera Benny Gantz la postura del ala más extremista del gobierno de Benjamin Netanyahu. Gantz, jefe del Estado Mayor de 2015 a 2019, y una de las figuras más carismáticas dentro de la llamada "tercera vía" israelí, hizo estas declaraciones en el marco de una reunión con los presidentes de las principales empresas judeo-estadounidenses en Jerusalén.
Según Gantz, el principal obstáculo para la paz sería la incapacidad de los palestinos a la hora de elegir un líder propio que no pertenezca a ninguna organización terrorista. "Gaza necesita una autoridad que no puede ser Hamás y no debería ser Israel", afirmó.
Para hacerse una idea de lo que es Gantz ahora mismo en la política israelí, cabe recordar que lleva semanas enfrentado a Netanyahu por lo que considera un exceso de secretismo y personalismo. En realidad, lo que teme es que el primer ministro llegue a un acuerdo de paz por su cuenta y sin consultar con los asesores de Defensa provenientes de la alianza Kajol Labán (Azul y Blanco, los colores de la bandera de Israel) que él mismo preside.
La relación entre Gantz y Netanyahu ha pasado por todo tipo de vaivenes en los últimos cuatro años: desde la oposición frontal hasta el acuerdo necesario. Gantz llegó a ser viceprimer ministro tras las últimas elecciones, puesto que abandonó en diciembre de 2022. También fue presidente de la Knésset (el parlamento israelí) y ministro de Defensa. Aunque en este momento no sea uno de los peces gordos del Gobierno, desde luego es uno de los peces gordos del ejército y su voz no es la de cualquiera en contextos bélicos.
Desalojo imposible de Rafah
Pese a sus posiciones más centristas en lo político, el concepto de la guerra que tiene Gantz es total, de aniquilación. No caben cálculos ni sentimentalismos. Así lo dejó claro este domingo en Jerusalén y así lo ha expresado en repetidas ocasiones.
Su postura, y la de buena parte del gabinete, es exactamente la contraria de la que defiende Estados Unidos, aunque el ministro no haya dudado en agradecer a la administración Biden su ayuda militar, además de hacerle partícipe de la futura victoria: "Cuando digo que ganaremos juntos, también me refiero a nuestros amigos estadounidenses, tanto demócratas como republicanos".
Ahora bien, la victoria no puede llegar tras una negociación, sino tras una rendición sin contrapartidas. Hamás debe deponer las armas y entregar a los rehenes que aún tiene en sus manos. De lo contrario, Israel atacará Rafah y lo hará sin parar en consecuencias.
Gantz ha insistido en que se desaloje a la población civil, pero no ha explicado quién debe encargarse de tal desalojo, ni, sobre todo, adónde se supone que debe desplazarse esa enorme masa de ciudadanos a la que Israel ha ido arrinconando contra la frontera de Egipto. En la práctica, da la sensación de que lo que quiere Gantz -y con Gantz, parte del Gobierno- es que los palestinos vuelvan a Egipto, es decir, darle la vuelta al reloj de la historia unas cuantas décadas.
Como eso no va a suceder, pues ni el presidente egipcio, Abdelfatah El-Sisi, ni la comunidad internacional están por la labor, hay que entender que el ataque a Rafah se producirá con los civiles aún durmiendo por las calles. Recordemos que la población actual de la ciudad, con una extensión casi idéntica a la del municipio de Zamora, oscila entre el medio millón y el millón y medio, según las fuentes. El drama humanitario, alertan desde Estados Unidos, puede sobrepasar lo moralmente admisible.
La guerra en Ramadán
Sin embargo, los planes para atacar Rafah siguen. De entrada, porque, según las IDF, en la ciudad se encuentran varios de los rehenes capturados el 7 de octubre. No hay que dudar de tal afirmación, pues los dos secuestrados que fueron liberados la semana pasada lo fueron en Rafah. También es cierto, por otro lado, que esa misma excusa sirvió para arrasar Gaza City y ha servido para arrasar Jan Yunis, cuya conquista se completó este fin de semana, después de más de dos meses, con la toma del complejo sanitario alrededor del Hospital Nasser.
Solo se encontraron tres rehenes en dichas ciudades y los tres murieron a manos de las tropas israelíes al confundirlos con militantes de Hamás, pese a que hablaban hebreo, iban semidesnudos y portaban una bandera blanca.
[Israel calcula que más de una quinta parte de los rehenes tomados por Hamás ha muerto en Gaza]
Según las palabras de Gantz, Israel no tiene pensado respetar siquiera el Ramadán, mes sagrado para los musulmanes. "Hamás tiene la opción de rendirse y dejar que los civiles de Gaza celebren el Ramadán. Si no lo hacen, no será culpa nuestra”, aseguró el exministro de Defensa. Son declaraciones que recuerdan a la Guerra del Yom Kippur, de 1973, cuando las fuerzas árabes atacaron Israel en plena festividad judía… pero coincidiendo a su vez con el décimo día de celebración musulmana.
Aunque el respeto a las festividades religiosas es habitual -sin ir más lejos, Rusia autoproclamó un alto el fuego en su ocupación de Ucrania durante la Pascua Ortodoxa de 2023-, son varias las excepciones que han tenido lugar en conflictos entre países islámicos.
Sin ir más lejos, Irán, el gran aliado de Hamás, lanzó una de sus ofensivas contra Irak en pleno Ramadán de 1982 -por si había dudas, la llamó "Operación Ramadán"- y rechazó sendas ofertas de alto el fuego desde Bagdad tanto en 1981 como en 1987. Durante los años de la primera y la segunda Intifada, tampoco hubo un cese como tal de hostilidades en esas fechas.
Este año, el Ramadán empieza como tal el 10 de marzo. Lo más probable es que Gantz no esté amenazando con atacar Rafah aprovechando el inicio del mismo, sino, más bien, con no parar la ofensiva solo porque el Ramadán les pille en medio. En otras palabras, que el ataque se produciría en algún momento anterior a ese 10 de marzo… pero no es probable que haya acabado para esa fecha.
Pese a que ya se han mencionado algunos de los casos en los que países musulmanes han combatido entre sí durante el mes del ayuno y la pureza, es de esperar que la decisión israelí provoque una oleada de críticas y reproches en el mundo árabe. A Gantz, desde luego, parecen darle igual.