El ISIS aprovecha la guerra en Gaza para reforzarse: llama a "matar en todo el mundo" tras atacar Irán
Poner fin al ISIS requirió de una fuerza multinacional encabezada por tropas de Rusia y de la OTAN, pero la llama puede resurgir en cualquier momento.
6 enero, 2024 02:57El Estado Islámico surgió del caos y pretende resucitar de sus cenizas aprovechando el desorden y las extrañas alianzas que campan a sus anchas en el Oriente Medio actual. Heredero de los movimientos yihadistas que surgieron tras la Primavera Árabe de 2011 como alternativa a los estados fallidos de Irak, Siria, Egipto y Libia, el Califato anunciado por Abu Mohammed Adnani en junio de 2014 y controlado en la práctica por Abu Bakr Al-Baghdadi hasta el asesinato de este en 2019 fue durante cinco años sinónimo de horror, intolerancia y odio. Ahora, parece querer volver a por sus fueros.
Poner fin al ISIS requirió de una fuerza multinacional encabezada por tropas de Rusia y de la OTAN, pero la llama puede resurgir en cualquier momento, como lo demuestra el sangriento atentado del pasado miércoles 3 de enero en el sur de Irán. Dos terroristas suicidas se hicieron volar entre una multitud que velaba la tumba de Qasem Solemaini, el general de brigada iraní que fuera uno de los máximos responsables de la Guardia Revolucionaria de Al Quds, el brazo armado del régimen de los ayatolas. Su asesinato se produjo en Bagdad en 2020 tras una orden directa del presidente estadounidense Donald Trump.
Aunque a muchos pueda extrañar que una organización islamista ataque un país que destaca precisamente por su religiosidad, lo cierto es que el atentado tiene toda la lógica del mundo dentro de la mentalidad del ISIS. Los occidentales siempre hemos visto a los terroristas como amenazas internas y con razón. Parte de su éxito, como antes el de Al Qaeda, consistía precisamente en su capacidad para crear células en cualquier país, unidas entre sí por el fanatismo y la formación en distintos campos de entrenamiento de Siria, y lanzarlas contra cualquier objetivo civil.
Ahora bien, Occidente nunca ha sido el mayor enemigo del ISIS, tan solo uno más dentro de una larga lista. El Estado Islámico aspira no solo a dominar las mentes de los musulmanes, sino también sus cuerpos y sus territorios. Eso es lo que siempre lo ha diferenciado de Al Qaeda. Y en ese sentido, nadie simboliza mejor al enemigo moral y físico que Irán y el régimen de los ayatolás, que practican una versión chií del Corán y, además, ha sabido pescar en río revuelto durante la descomposición del Califato.
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Irán, referencia yihadista
Desde su llamada “revolución islámica” de 1979, Irán siempre ha tenido una pretensión expansionista. Fue Irán quien avivó el conflicto del Líbano cuando este era un país ejemplo de convivencia. Fue Irán quien creó Hezbolá y quien dio aire económico y militar a Hamás para convertirlo en una alternativa a Fatah y la OLP. Fue Irán quien intentó arrinconar a un Yasser Arafat que, pese a su pasado terrorista, era consciente de la necesidad de acuerdos y cesiones con israelíes y occidentales.
Dicho esto, lo cierto es que en los últimos años hemos vivido un brote constante de milicias islámicas de mayor o menor tamaño por todo Oriente Medio con una vinculación clara con Teherán. Todas estas milicias han crecido al rebufo precisamente de la destrucción del ISIS y, de alguna manera, han ocupado su lugar como referencia islamista paraestatal. Los hutíes en Yemen o la Guardia Revolucionaria en Irak y Siria son ejemplos de ello. Una de las razones por las que el Egipto de Al-Sisi ve con tanto recelo la entrada de gazatíes en su territorio es que teme que se le llene la provincia del Sinaí, otro de los reductos del ISIS, de militantes de Hamás.
Hamás, como tal, no es chií, sino suní, pero se ha entregado a Teherán y acepta funcionar como una pieza más dentro de su tablero. Irán, además, cuenta con el apoyo exterior de Turquía y, sobre todo, de Rusia, uno de sus grandes aliados políticos, prácticamente el único entre la comunidad occidental. Putin y Ebrahim Raisi se han ayudado en todo lo posible, incluyendo la compraventa de drones durante el actual conflicto en Ucrania. En otras palabras, Rusia fue el agente más activo a la hora de expulsar al ISIS de Siria e Irak… y a la vez está siendo el amigo perfecto para que Irán ocupe su lugar de influencia en la región.
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"Matarlos allá donde los encuentres"
De ahí que, si el ISIS pretende resurgir de sus cenizas -no se sabe en la actualidad quién es el líder y su actividad militar ha descendido drásticamente desde la guerra de Siria y la muerte de Al-Baghdadi-, tenga que enfrentarse directamente a Teherán, aprovechando los distintos frentes abiertos. El comunicado con el que la organización reivindica el atentado es de lo más explícito. Citando el Corán, asegura que a los infieles “hay que matarlos allá donde los encuentres”. En otras palabras, que los iraníes, es decir, los chiíes, son tan infieles como los franceses, los belgas, los alemanes o los españoles. “Politeístas”, se les llama en el mensaje.
Gran parte de la guerra de Israel y Estados Unidos -y por extensión de la comunidad occidental- contra Hamás es una guerra contra Irán. Irán lleva décadas jugando con la legalidad internacional y el apoyo ruso es lo único que ha evitado más acciones como la que Trump acometió en su momento contra Solemaini. Incluso Arabia Saudí -no así los emiratos, que siempre han tenido un punto más práctico en su visión geopolítica- considera a Irán un enemigo potencial. El wahabismo y el chiísmo tienen mal encaje, aunque es cierto que Arabia Saudí, pese a ser uno de los grandes patrocinadores del yihadismo suní, tampoco tuvo nunca buenas relaciones ni con Al Qaeda ni con el ISIS.
Por ello, se corre el riesgo de celebrar los ataques del ISIS contra el enemigo común como una victoria propia. Eso sería, más o menos, repetir los errores de 2011. La entrada del ISIS en el conflicto sería a la larga una mala noticia para todas las partes. No es que sea fácil negociar con Irán ni con sus fanáticas milicias, pero contra el horror del ISIS solo cabe más horror y destrucción. Estados Unidos lleva años trabajando para establecer una red de apoyos en la zona -Egipto, Jordania, Qatar, las zonas de Siria e Irak bajo su control…- que, de hecho, ha sido de gran ayuda para no extender el conflicto entre Israel y Hamás más allá de sus fronteras.
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Está por ver si la administración que salga de las siguientes elecciones presidenciales seguirá esta misma política -Trump fue algo errático en su primer mandato- por poco popular que sea. La política del mal menor siempre va a estar llena de dilemas morales. Si algo une a republicanos y a demócratas en este momento es su desconfianza en política exterior hacia China… y hacia Irán. Si de verdad los ayatolas y los del califato entraran en una guerra abierta, habría que ver qué lado toman sus vecinos… y en consecuencia qué postura es la de Washington. El bloque unido con Moscú parece ahora mismo una utopía y esa no es una buena noticia.