Las facciones palestinas de Gaza, encabezadas por el movimiento islamista Hamás que gobierna la franja, hicieron este martes un llamamiento al pueblo palestino en Cisjordania a "intensificar los choques y confrontar a la ocupación israelí", tras la visita del ministro israelí de Seguridad Nacional, el ultraderechista Itamar Ben Gvir, a la Explanada de las Mezquitas.
“El asalto de Ben Gvir a la mezquita Al Aqsa es una peligrosa escalada y provocación contra nuestro pueblo palestino, y apunta hacia una guerra religiosa en la región", señalaron las facciones en un comunicado conjunto.
Tanto la Autoridad Palestina en Cisjordania como Hamás en Gaza advirtieron de que la visita es una "línea roja" que tendrá "graves consecuencias".
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Sobre la polémica también se ha pronunciado el exprimer ministro de Israel Yair Lapid, que ha advertido de que la visita "es una provocación deliberada que pondrá vidas en peligro y costará vidas". "A pesar de lo débil que es (el primer ministro, Benjamin) Netanyahu, debe plantarse y decirle que no vaya al Monte del Templo. Habrá gente que muera", ha avisado antes de que Ben Gvir se presentara en la zona.
La Explanada de las Mezquitas es sagrada tanto para musulmanes -alberga la importante mezquita de Al Aqsa y el Domo de la Roca, donde Mahoma ascendió al cielo-; como para judíos, que lo llaman Monte del Templo porque creen que allí se levantó el Segundo Templo.
"Crimen fascista"
El portavoz de Hamás, Hazem Qasem, consideró que la visita de Ben Gvir es un "crimen fascista en su guerra contra la identidad árabe", una batalla que, según dijo, "no se detendrá excepto con la victoria final del pueblo palestino y la expulsión del ocupante de toda nuestra tierra".
“El gobierno del extremismo y el fascismo sionista tiene la responsabilidad de llevar la situación a una explosión violenta y a la confrontación", advirtió el portavoz de la Yihad Islámica Palestina en Gaza, Tariq Selmi.
Aunque el centro de poder de Hamás y la Yihad Islámica está en Gaza, ambas facciones cuentan con milicias y simpatizantes armados en Cisjordania ocupada, que en el último año se han enfrentado a las tropas israelíes en esa región, que ha vivido su año más violento desde 2006 y donde la situación está muy tensa.
Según el statu quo vigente desde 1967 -cuando Israel ocupó la parte este de Jerusalén donde se ubica la explanada- el recinto está reservado exclusivamente al culto de musulmanes, mientras que los judíos solo pueden entrar como visitantes, ya que las leyes judías prohíben a sus fieles orar en el lugar más sagrado para su religión, algo reservado solo a algunos rabinos.
Por eso, el rezo judío se practica en el Muro de los Lamentos -ubicado en uno de los laterales de la explanada- y así lo aconseja el Gran Rabinato de Israel, aunque en los últimos años algunos rabinos alineados con el movimiento del sionismo religioso -en el que se enmarca Ben Gvir- han cambiado esa recomendación y abogan rezar allí.
Para los palestinos e incluso para Jordania -país que custodia el lugar desde 1967-, ese cambio es más político que religioso, un intento de judaización e israelización de todo Jerusalén.
La visita a la Explanada de las Mezquitas en septiembre de 2000 del entonces líder de Likud, Ariel Sharon, fue el detonante de la Segunda Intifada, y la entrada masiva de judíos -y cargas policiales contra palestinos- en el recinto fue una de las causas que encendió la violencia en mayo de 2021, que provocó una grave escalada militar con Gaza y enfrentamientos entre árabes y judíos en varias ciudades mixtas de Israel.