Periodista y militante feminista iraní, Masih Alinejad no ha dejado de denunciar a la policía del hiyab, ni de animar a las iraníes a quitarse el velo y a grabar en vídeo su arresto. Con su pelo alborotado y su franqueza, se ha convertido en una de las voces de la disidencia iraní, refugiada en Estados Unidos. Sus intervenciones públicas, sus hashtags (#mycameraismyweapon) y su movimiento "Mi libertad furtiva" han conocido un éxito de tal alcance que la han convertido en la bestia negra del régimen iraní. Una ley ha sido emitida en Irán contra ella, y varios intentos de secuestro y tentativas de asesinato han sido frustrados por el FBI.
El 16 de septiembre, Mahsa Amini, de 22 años, fallecía tres días después de haber sido detenida por la policía de la moral. Había sido arrestada por "llevar una vestimenta inapropiada". ¿Cómo se explica la emoción causada por su muerte, y el símbolo en que se ha convertido?
Mahsa Amini fue arrestada por la policía, aunque tan sólo una pequeña parte de sus cabellos se salía del velo. Pero igualmente fue detenida y trasladada a la comisaría. Dos horas después de su arresto, la tenían que llevar al hospital debido, oficialmente, a "un problema cardíaco". Las autoridades niegan cualquier responsabilidad en su fallecimiento. ¡No se lo cree nadie! Sabemos bien hasta qué punto este tipo de crimen es habitual para el régimen. He avisado en multitud de ocasiones sobre el peligro que la policía de la moral supone para la población.
Hace años que recibo vídeos de mujeres apaleadas por la policía del hiyab. Golpear y matar a las mujeres es algo que está en su ADN [de la policía de la moral]. En general, políticos y medios de comunicación nos ignoran. Pero en esta ocasión, el asesinato de Mahsa ha impactado al mundo.
"Golpear y matar a las mujeres es algo que está en el ADN de la policía de la moral de Irán"
Estamos en un punto de inflexión para las mujeres iraníes, en todo el país. El nivel de indignación es muy alto y está desbordando las calles. Por todas partes, ¡las mujeres se quitan el velo y lo queman! Sinceramente, ¡no me lo puedo creer! Desde que nos conocemos tú [Caroline Fourest] y yo, ¿cuántas veces te he dicho que mi sueño sería ver a las iraníes quemar sus velos en las calles? Estoy encantada de presenciar este momento… Siempre he pensado que el régimen caería el día que las mujeres se atrevieran a dar este paso.
¿De veras crees que el régimen [iraní] podría tambalearse a causa de una revuelta contra el velo?
Hay que entender que el hiyab no es sólo un pedazo de tela para las iraníes. Es el símbolo más visible de la opresión contra las mujeres. Es el símbolo más visible del Estado islámico, de los talibanes de la República de Irán. Para millones de mujeres iraníes, la obligación de llevar el hiyab es como el muro de Berlín. Estamos convencidas de que si logramos hacer caer ese muro, la República islámica caerá con ella. Y es por eso que las instituciones intentan amordazarnos. Todo vale para sofocar un grito que, si resuena, podría arrasar con todo a su paso. En el momento en que los guardianes de la Revolución [islámica] tomen nota de nuestra revuelta, su poder estará acabado. Esto es lo que explica la brutalidad de los disturbios y de la represión.
En el momento en que hablamos [22 de septiembre], en las calles, las mujeres están incendiando los coches de la policía: no han sido enviados para proteger a la población, sino para matar a los manifestantes. Algunos dicen que la población hace uso de la violencia… yo no estoy de acuerdo. Enfrentarse a la policía de una dictadura asesina, que mata en vez de proteger, no es ejercer la violencia; es oponer resistencia. La policía del hiyab y la obligación de llevar el velo no son más que los brazos armados de un régimen opresor que asesina a sus adversarios. Es por ello que en las calles se escuchan gritos de "¡no al hiyab!" y "¡no a la República islámica!".
¿Qué diferencia hay entre las revueltas de 2009 (el "movimiento verde", reprimido a sangre y fuego, surgido por las acusaciones de fraude electoral en la victoria de Mahmoud Ahmadinejad en las elecciones presidenciales) y las revueltas que han venido después?
Son numerosos los episodios de represión sangrienta por parte del poder iraní. Hubo el movimiento [de revueltas] de 2009, después el de 2019, el "noviembre sangriento", con manifestaciones en más de un centenar de ciudades sofocadas a sangre y fuego… La diferencia ahora es que ésta es la primera ocasión en que las mujeres están en primera línea de la contestación. Y desafían uno de los pilares de la República islámica. Esto es totalmente inédito; la novedad está en eso.
[Las imágenes de las protestas contra el régimen de Irán alrededor del mundo]
Justo después de la revolución islámica de 1979, se podían ver multitudes de mujeres quitándose el velo y blandiéndolo por las calles, pero esas escenas ya no volvieron a producirse. Es la primera vez, desde hace más de cuarenta años, que vuelven a verse imágenes así de magníficas. Y es también la primera vez que mujeres sin velo coinciden en las calles con hombres, codo con codo, enfrentándose al poder… ¡es extraordinario! Y es la razón por la que tanta gente estima que estamos ante una "revolución de las mujeres", que podría poner fin a la República islámica.
Conocemos la capacidad de este régimen para sofocar las rebeliones… 54 manifestantes han sido asesinados en el momento de la publicación [de esta entrevista].
El régimen puede matarnos o encarcelarnos, pero es incapaz de frenar la indignación y de dar respuesta a las reivindicaciones populares. Las mujeres que me envían sus vídeos para que los difunda todo lo posible, me dicen que salen a manifestarse sin saber si volverán vivas por la tarde. Sí, pueden asesinarnos… pero no pueden acabar con la idea que anima esta lucha, que es la de batirse por una democracia secular. Los iraníes del siglo XXI, tanto hombres como mujeres, son personas ordinarias que, como el resto del mundo, aspiran a la libertad y a la paz.
¿Cómo reaccionas cuando ves a tantos occidentales que se abstienen de apoyaros, por temor de avivar la "islamofobia"?
Los detesto. La "islamofobia", la fobia, es un miedo irracional. Nuestro miedo a la policía y a este régimen que encarcela a las mujeres, que las ahoga, las tortura, la viola o las asesina en las calles porque no siguen la ley islámica; este miedo no es irracional, es bien concreto. Cuando veo a estas mujeres políticas europeas —Ségolène Royal, Ann Linder, Catherine Ashton, Federica Mogherini— que visitan Irán y se pliegan a las reglas islámicas y llevan el velo, al mismo tiempo que las mujeres [iraníes] son arrestadas a unos pocos pasos por la policía del hiyab… ¡es alucinante! Para no ofender a nadie, estas señoras [europeas] visten ostensiblemente el hiyab en nombre del cual tantas mujeres han sido asesinadas. Estas políticas no tienen vergüenza, y tienen su parte de responsabilidad en el reforzamiento del régimen. Legitiman la opresión que sufren las iraníes. Refuerzan al opresor que ha matado a Mahsa Amini; en ese sentido, tendrían que ser consideradas cómplices.
¿Es esto lo peor de esta batalla? ¿Constatar la falta de solidaridad de ciertas feministas occidentales que, desde su comodidad, prefieren no apoyaros más que con la boca pequeña, o incluso quedarse calladas?
Me dan ganas de llorar cuando se las denomina "feministas". Estas mujeres que celebran el hijab day (día del hiyab) en Europa y no tienen ni una palabra para Mahsa Amini, no tienen nada de feministas: son traidoras al feminismo. ¿Cómo pueden celebrar el hijab day cuando hay millones que mujeres que luchan por su libertad, que lloran a una hermana asesinada por la policía? ¿Cómo pueden quedarse calladas? ¡Se pueden ir al diablo!
[La escaladora iraní Elnaz Rekabi, bajo arresto domiciliario y con amenazas a su familia]
Las verdaderas feministas están en Irán o en Afganistán. Ellas son las que se enfrentan a los mulás, a los talibanes; las que desafían a la República islámica de Irán, pese al peligro que corren. Un día recibí un vídeo desde Kabul. Y pregunté a su autora si quería que ocultara su rostro antes de difundirlo. Me respondió: "¡Sobre todo no hagas eso! Es exactamente lo que los talibanes nos hacen… Lo que todos los Estados islámicos nos hacen; aspiran a borrar nuestros rostros. Yo no les daré ese gusto; quiero poder mostrar mi rostro. Y batirme por mi identidad". ¡He aquí el verdadero feminismo! En las antípodas de las burguesas que celebran el hijab day y no tienen ni una palabra para Mahsa.
A través de ti, Caroline, quiero hacer un llamamiento a todas las feministas de Occidente: ¡salid de vuestras casas! ¡Grabaos en vídeo, quemad vuestros velos, cortad vuestros cabellos, decid vuestros nombres! Cuando George Floyd fue asesinado en Norteamérica por la policía, todo el mundo estaba unido en una misma indignación… ¿y ahora? ¿Dónde están las democracias y los defensores de los Derechos Humanos cuando nos torturan y nos asesinan? ¿Cómo podéis ser solidarios con George Floyd y permanecer en silencio ahora? ¡Bajad a las calles! ¡Por todas partes! De París a Nueva York, todas las feministas deberían estar unidas contra este horror.
"Las mujeres occidentales que aceptan ponerse un velo para ir a Irán o a Afganistán legitiman una dictadura que borra nuestros rostros"
Cuando se celebraron las marchas feministas en Estados Unidos por la derogación de Roe v. Wade por parte del Tribunal Supremo, que posibilitaba la prohibición del aborto en la mitad de Estados norteamericanos, bajé a la calle para manifestarme en ellas, al grito de "My body, my choice". Pero parece ser que, para ciertas feministas occidentales, nuestro cuerpo no nos pertenece; debe seguir siendo una especie de pizarra sobre la que los talibanes o la República islámica puedan grabar su mensaje político. ¡Las feministas occidentales lo aceptan desde el momento en que ni se manifiestan en las calles, ni muestran ninguna solidaridad con nosotras! Vienen a decir: "nuestros cuerpos nos pertenecen, pero los vuestros, en Irán, en Afganistán y en otros sitios, siguen siendo propiedad de los hombres y los integristas".
Las mujeres [occidentales] que aceptan ponerse un velo para ir a Irán o a Afganistán, y que llevan un hiyab para presentarse ante nuestros opresores, legitiman una dictadura que borra nuestros rostros. Con su atronador silencio, le están diciendo a nuestros verdugos que tienen razón: quien calla, otorga. Por mi parte, yo no me callo. Hablo y hablaremos hasta que se nos escuche.
Eres muy valiente, Mahsi. Y estás en primera línea, también, al haber animado a las mujeres de Irán a filmarse sin velo. ¿Cuál es el precio de este coraje?
Asumo riesgos desde hace años, pero no soy una líder. Las verdaderas heroínas son las iraníes que, estando allí, se exponen permanentemente a recibir un tiro o a terminar entre rejas. En comparación, mi situación personal no tiene importancia.
Pero esto forma parte de las intimidaciones, que hay que explicar…
Mira… para darte una idea, cuando lancé esta campaña, el régimen iraní difundió una información falsa en televisión: dijo que tres hombres me habían violado. Un disparate, tan sólo para manchar mi imagen. Los ignoré, y entonces me trataron de "prostituta". Les repliqué que si pelearse por la libertad significa pasar por prostituta, es un honor ser blanco de sus insultos. ¡La verdad es que me da lo mismo! Después se pusieron a detener a mujeres que participaban en la campaña conmigo. Me acuerdo del día en que detuvieron a Saba Kordafshari: no tenía más de 19 años. Después arrestaron a Yassaman Ariyai, que tenía 21. Las dos fueron condenadas a ¡veinticuatro años de cárcel!
El objetivo del régimen, y la razón de esa pena tan elevada, era que yo me sintiera culpable. Y funcionó: quedé destrozada. Me decía a mí misma que yo vivía a salvo en Nueva York, mientras el régimen detenía a mujeres en Irán. Estaba a punto de interrumpir la campaña cuando recibí los vídeos de las madres de Sabo y de Osaman, que habían retirado sus velos para tomar el testigo de sus hijas. Salieron a la calle a decir que serían a partir de ese momento la voz de sus hijas… Estas madres están ahora en prisión. Y desde sus celdas, continúan proclamando su solidaridad con la revolución en curso…
Vuestro eslogan resulta tan peligroso para el régimen que éste ha legislado contra ti.
Efectivamente. Cuando el régimen se dio cuenta de que no bastaba con arrestar a mujeres para detener la campaña, decretaron una nueva ley, según la cual toda persona que me haga llegar cualquier tipo de vídeo será condenada a diez años de cárcel. ¡Pero no ha funcionado! ¡Y sigo recibiendo una multitud de vídeos! La mayor parte de los que recibo provienen de madres cuyas hijas han sido asesinadas. Dos de ellas se acercaron a la cámara y se quitaron el velo diciendo: "¿Arrestáis a mujeres por no llevar el velo, pero no podéis detener a los que han asesinado a nuestras hijas?"
Y las cosas no se quedaron ahí…
No. Cuando el régimen comprendió que la intimidación a través de las leyes no funcionaba, la tomaron con mi familia. Han metido a mi hermano en la cárcel, por dos años. ¿Te lo puedes creer? ¡Mi hermano, que es inocente! Han sometido a interrogatorio a mi madre, le han exigido que me hiciera venir a Turquía, donde habían previsto secuestrarme. Han sacado a once personas en la televisión estatal para denunciarme públicamente. Nada de eso ha parado este movimiento; ahora han entendido que no podrán hacerme callar. Así que ahora, ¡intentan secuestrarme en Nueva York! El FBI mismo me ha avisado.
[Paul Pillar, exagente de la CIA: "Si no hay acuerdo nuclear con Irán, puede comenzar otra guerra"]
¿Estás a salvo en los Estados Unidos?
Ni siquiera aquí. El mes pasado, el FBI detuvo a un hombre con una pistola cargada en el portal de mi casa. Una vez más, aunque mi vida se ve afectada, no me van a amedrentar. Hace falta más para pararme. Hay que entender una cosa: vengo de un país cuyos líderes emitieron la fatua contra Salman Rushdie. Pero mi aspiración, ¡es la de morir apuñalada como Salman Rushdie para que mis palabras se escuchen mejor! En lo que a mí respecta, no tengo miedo de morir. Si mi muerte puede despertar a las demás democracias y convencerlas de la urgencia de combatir este régimen innoble, con gusto sacrificaría mi vida. No me da miedo morir. Lo que me aterrorizan son las mujeres asesinadas en este momento, en las calles iraníes, por reclamar un cambio.
La reciente tentativa de asesinato del escritor Salman Rushdie, en plena negociación del acuerdo nuclear iraní, ¿es una señal del régimen, a tu juicio?
El final del régimen se acerca y sus esbirros lo saben. Su única posibilidad de sobrevivir pasa por cerrar este acuerdo nuclear. Para negociar, toman como rehenes a los ciudadanos con doble nacionalidad [iraní y otra nacionalidad occidental]. En este momento, ciudadanos franceses, suizos, británicos, alemanes se pudren en las cárceles iraníes, y son utilizados como moneda de cambio, para que las democracias vuelvan a sentarse en la mesa de negociación y cierren este acuerdo con Irán. Las amenazas contra nuestras vidas forman parte [de esto]. El ataque terrorista contra Rushdie y los intentos de asesinarme están vinculados: [las autoridades iraníes] intentan enviar un mensaje al mundo.
"Si los países democráticos no son capaces de unirse para acabar con el terror islamista, los Estados terroristas lo harán para acabar con la democracia"
El gobierno norteamericano ha de resistir, como sus aliados europeos, y reducir al mínimo estrictamente necesario sus relaciones con Irán mientras ese Estado no respete los derechos humanos, mientras no libere a todos sus prisioneros políticos, mientras siga asesinando a sus opositores.
Si Europa y los Estados Unidos siguen queriendo entenderse con este régimen, entonces no será tan sólo la República islámica la que tendrá las manos manchadas de sangre; también las tendrán todos los Estados que hayan sacrificado la sociedad civil y los derechos humanos, a la urgencia por obtener un acuerdo. La Historia juzgará a los que se impliquen. Los dictadores son capaces de hacer frente común. Si los países democráticos no son capaces de unirse para acabar con el terror islamista, los Estados terroristas lo harán para acabar con la democracia.
*Entrevista de Caroline Fourest, publicada originalmente en Franc-Tireur, número 46, 28 de septiembre de 2022. Traducción de Juan Antonio Cordero