Michel Barnier, durante la moción de censura.

Michel Barnier, durante la moción de censura. Sarah Meyssonnier Reuters

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Barnier pierde la moción de censura presentada por la izquierda con el apoyo de Le Pen y deja Francia en un limbo

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En su día 91 en el cargo, Michel Barnier acaba de convertirse en el primer ministro de Francia más fugaz de la historia reciente del país. Esta tarde del miércoles, el jefe del Ejecutivo ha perdido la moción de censura presentada por el Nuevo Frente Popular la gran alianza de los partidos de izquierdas y apoyada por el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen. De nada ha servido su llamada a la "responsabilidad". "No he propuesto medidas difíciles por gusto, hubiese preferido repartir el dinero", ha ironizado. Luego ha puesto sobre la mesa los 60.000 millones de euros de intereses de deuda que París tiene que pagar cada año, más que la partida reservada para Defensa, y ha resaltado que "esta realidad no desaparecerá por la magia de una moción de censura".

La muerte política de Barnier, que ahora tiene que presentar su dimisión al presidente Emmanuel Macron, venía anunciándose desde el lunes y se ha confirmado con el resultado previsto de 331 diputados (de 577) a favor de su salida.

El primer ministro fue incapaz de llegar a un acuerdo con los distintos grupos políticos sobre los presupuestos de la Seguridad Social de 2025. Hizo numerosas concesiones, pero no logró convencer a los ultras. En su lugar, anunció que los aprobaría por decreto, sin someterlos a votación en la Asamblea Nacional, dividida en tres grandes bloques desde las pasadas legislativas. 

Como consecuencia, la izquierda presentó una moción de censura. La extrema derecha hizo lo mismo y anunció que votaría a favor de la presentada por su polo opuesto en el espectro político francés. Y ha cumplido su promesa. Ahora Francia está sumida en una incertidumbre total que deja en la cuerda floja al presidente Macron, de viaje en Arabia Saudí. 

La Constitución no permite convocar nuevas elecciones hasta un año después de las últimas, celebradas en julio. Por ello, Macron deberá designar un nuevo primer ministro con urgencia para formar un Gobierno que sea capaz de aprobar las nuevas cuentas. El objetivo es evitar que reine (aún más) el caos y que el país se adentre en una recesión. Hasta que se designe a su sucesor, Barnier podría gestionar algunos asuntos domésticos como interino. 

"Una muerte anunciada"

Las dos mociones se han evaluado al mismo tiempo, aunque la del Nuevo Frente Popular ha sido la que más firmas ha obtenido. Ésta última la ha presentado ante el Parlamento Éric Coquerel, de La Francia Insumisa, que desde el principio liquidó cualquier esperanza para Barnier. "Señor primer ministro, hoy hacemos historia. Usted, porque será el único primer ministro censurado desde Georges Pompidou en 1962; yo, porque tengo el honor de presentar esta moción de censura", arrancó su alocución. 

"Su fracaso estaba anunciado", dijo, porque es víctima de "la maldición que le transmitió el verdadero responsable de esta situación, Emmanuel Macron: su ilegitimidad". Posteriormente, explicó que la caída del Gobierno es, a su juicio, el inicio del fin de su valedor, que en octubre, dos meses después de las legislativas, designó a un primer ministro conservador a pesar de que había sido la izquierda la ganadora de los comicios. "Hoy damos muerte a un mandato: el del presidente [Macron]", señaló Coquerel. 

Previamente, Jean-Luc Mélenchon, líder del que es el tercer partido del Parlamento, ya había pedido la dimisión de Macron, a quien responsabiliza de la inestabilidad política del país.

La líder de extrema derecha francesa y miembro del parlamento Marine Le Pen, durante la moción de censura.

La líder de extrema derecha francesa y miembro del parlamento Marine Le Pen, durante la moción de censura. Reuters

Le Pen, contra los presupuestos

Durante su turno, Le Pen anunció que era "el momento de la verdad, el fin de un Gobierno efímero". De esta manera, daba por sentenciado a Barnier, a quien acusó de no querer dialogar ni ceder durante las negociaciones sobre los presupuestos. "Por intransigencia, dogmatismo y sectarismo ha impedido la más mínima concesión a la oposición", aseguró.  

Para justificar su apoyo a la moción, Le Pen atacó los presupuestos propuestos por el primer ministro. "Toman como rehenes a los franceses y, en particular, a los más vulnerables: a los jubilados con bajos ingresos, a los enfermos, a los trabajadores pobres, a los franceses considerados demasiado ricos para recibir ayuda, pero no lo suficientemente pobres para escapar del castigo fiscal", denunció.

Lo cierto es que, el lunes, el Gobierno de Barnier hizo algunas concesiones ante el partido de Le Pen de cara a aprobar los presupuestos. Entre ellas, la supresión de un impuesto para la electricidad, la reducción de subvenciones a ciertos medicamentos y de las ayudas médicas a los migrantes irregulares. Sin embargo, fue insuficiente para la ultraderecha.