Putin agota a Ucrania con otra ofensiva en Sumy mientras prueba armas nucleares en la frontera
Los avances rusos están siendo limitados, aunque están incrementando la presión sobre la resistencia ucraniana.
22 mayo, 2024 02:18Fuentes del ejército ucraniano anunciaron este martes la presencia de tropas rusas en la frontera de la región de Kursk con la de Sumy en lo que podría ser el inicio de una nueva operación de ataque. Sumy se encuentra en el norte de Ucrania, al oeste de Járkov y al este de Kiev. Fue uno de los primeros lugares en ser conquistados por Rusia en febrero de 2022, pero también fue uno de los primeros en ser recuperados por las tropas ucranianas una vez se vio que el ataque relámpago no iba a ningún lado.
Según el Institute for the Study of War, se trataría de tropas deslavazadas, unos 10.000 hombres con pocas armas de acompañamiento, cuyo único fin sería agotar las defensas ucranianas abriendo un nuevo frente. Recordemos que, durante el último año y medio, los avances de ambos bandos han sido prácticamente testimoniales y se han centrado en las regiones de Donetsk, Lugansk y, en menor medida, Zaporiyia. El meollo de la guerra está en las ciudades de Chasiv Yar, al oeste de Bakhmut; Ocheretyne, al noroeste de Avdiivka, y Robotyne, al noreste de Tokmak.
Solo el pasado mes de abril decidió el ejército ruso iniciar un nuevo intento de tomar Járkov, la mayor ciudad rusófona de Ucrania, y clave en el concepto de “Novorrosiya” o “Nueva Rusia” que guía la operación militar de Vladimir Putin. Dicho intento también parece más bien una maniobra de distracción que una ofensiva propiamente dicha, pero ha obligado a Ucrania a desviar tropas del Donbás para evitar una penetración más profunda de los rusos, que, de momento, siguen parados en la ciudad de Vovchansk, unos siete kilómetros dentro del territorio ucraniano.
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Ambas operaciones responden a la estrategia rusa de mandar hombres a morir al frente sin importar la cantidad, lo que coloca a Ucrania en una difícil tesitura, puesto que no puede permitirse bajo ningún concepto un número similar de bajas. De hecho, según anunció el gobierno de Zelenski esta misma semana, la movilización de presos se ha hecho necesaria y ya son 4.000 los que han preferido marchar al frente en vez de seguir encarcelados. Una medida que Rusia ya tomó hace dos años y que provocó más caos que otra cosa.
La gestión de las tropas y las armas
Aunque hay que insistir en que los avances rusos son escasos y están llegando a un coste brutal en armamento y vidas humanas, es cierto que exigen un esfuerzo extra a la resistencia ucraniana. En las últimas semanas se ha hablado mucho de la necesidad de que lleguen más armas y de mejor calidad, pero no hay que olvidar que dichas armas requieren a su vez de soldados que las utilicen. Y esos soldados, ahora mismo, están agotados. Ucrania tuvo que revisar su política de rotaciones de regimientos al inicio de la primavera, pero estas nuevas operaciones casi suicidas dificultan mucho un descanso necesario y prolongado en la reserva.
Zelenski y el general Syrskyi, jefe del ejército, tendrán que decidir cuánto territorio están dispuestos a ceder, dónde van a colocar sus defensas y cuántos hombres pueden enviar al norte del país cuando Rusia sigue apretando en el sur y en el este. La sensación es que estamos ante un momento decisivo de la guerra que se recordará a posteriori: Rusia está poniendo toda la carne en el asador convencida de que las defensas ucranianas acabarán derrumbándose y con ellas el apoyo internacional.
Cuanto más territorio ocupe el ejército de Gerasimov, más poder tendría Rusia en unas eventuales negociaciones de paz. Por eso es vital que Ucrania resista este verano y que toda la ayuda necesaria llegue al frente. Si los defensores consiguen aguantar en el Donbás, proteger las ciudades de Sloviansk y Kramatorsk, impedir el acceso ruso a Járkov por el norte y mantener en el sur la línea de contención en torno al curso del río Dniéper, tarde o temprano Rusia tendrá que bajar el ritmo. No tienen armas ni soldados suficientes para aguantar tantísimas pérdidas.
Ejercicios de armas nucleares tácticas
Como parte de la presión militar que Rusia está ejerciendo sobre Ucrania y sobre Occidente, el Kremlin publicó este martes unos vídeos de los anunciados ejercicios con armas nucleares tácticas junto a la frontera ucraniana. El uso de armas nucleares tácticas -que, a diferencia de las estratégicas, no tienen como objetivo destruir grandes ciudades, sino que están pensadas para su uso en el frente- ya se contempló durante la primavera y el verano de 2022, cuando las cosas empezaron a ir realmente mal para Rusia.
En aquel momento, el aviso de la OTAN de que respondería con un ataque convencional masivo que destruiría todas las tropas rusas en Ucrania, Crimea y el Mar Negro parece que sirvió para aligerar la retórica nuclear rusa. La cercanía de las elecciones en Estados Unidos, la diversión del foco internacional hacia Israel y Gaza, junto a la referida ausencia de resultados en el frente han obligado a Moscú a volver a agitar el espantajo nuclear. Por un lado, es una buena noticia porque ese tipo de escaladas solo se anuncian cuando las cosas van mal. Por otro lado, la sola mención de la palabra “nuclear” ya sirve para aterrorizar a Occidente y no hay que descartar que, dónde Biden dijo “don´t”, Trump diga cualquier otra cosa.
Probablemente, ese sea el fin de estos ejercicios: disuadir a los aliados de Ucrania para que eviten un supuesto conflicto nuclear mundial. Putin viene de entrevistarse y abrazarse con Xi Jinping, el líder chino, que lleva todo este tiempo oponiéndose al uso de armas no convencionales y ciñéndose a la máxima de la Guerra Fría: “Una guerra nuclear no se debe iniciar en ningún caso, puesto que es imposible ganarla”. En esa misma máxima se educó Vladimir Putin cuando era agente del KGB.
Dicho esto, es normal que Ucrania se sienta amenazada. El problema es que, además, no puede hacer nada para evitar dichos ejercicios ni maniobras similares al otro lado de la frontera. Estados Unidos, en boca de su secretario de defensa, Lloyd Austin, insistió ayer en la prohibición de utilizar las armas enviadas por su gobierno fuera del territorio ucraniano. En otras palabras, Ucrania solo puede esperar y ver qué le cae e intentar pararlo. No puede, al contario de lo que hace Rusia, atacar los centros de control desde los que se envían los misiles. Pelear contra un matón ya es complicado. Hacerlo con una mano atada a la espalda lo es aún más.