Saludos romanos, actitud militar, eslóganes fascistas. Unas mil personas, sincronizadas, durante al menos treinta segundos: como hace un siglo. Hace unos días, cientos de neofascistas se congregaron en una calle de Roma donde unos jóvenes de extrema derecha fueron asesinados a finales de los setenta.
La conmemoración de lo ocurrido suele tener lugar casi todos los años, pero esta vez ha llamado la atención la numerosa presencia de simpatizantes de Mussolini que, en un momento separado del acto, llegaron a poner en marcha una escena propia de la época de il Duce. Las imágenes están indignando a la política, la prensa y la opinión pública de Italia.
A lo largo del miércoles, se ha conocido que la Policía de Estado italiana, a través de su departamento especial dedicado a las actividades subversivas y antiterroristas -conocido en el país como DIGOS-; ha identificado ya a centenares de participantes en la manifestación del pasado domingo y ha denunciado a al menos cinco personas, pertenecientes al partido neofascista Casapound, sobre la base de apología del fascismo. Todo ello, a la espera de que la Fiscalía de Roma prosiga con la investigación y que las denuncias se conviertan en imputaciones contra los neofascistas.
¿Pero cómo es posible que alguien pueda realizar un saludo fascista si existe el delito de apología del fascismo en Italia? La cuestión es que el gesto del saludo romano, de por sí, no es delito en todos los casos.
A día de hoy depende del contexto. Se espera que el Tribunal Supremo italiano -quien ha emitido sentencias contradictorias acerca de si el saludo fascista es o no un delito-, pueda ofrecer una versión definitiva el próximo 18 de enero; donde podría aclarar para siempre este controvertido aspecto acerca de la vinculación entre el saludo fascista y la apología del fascismo.
¿Cómo aplica Italia la prohibición de la apología del fascismo? El punto de partida, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, lo aporta la propia Constitución italiana (1948), que menciona la "prohibición de la reorganización, bajo cualquier forma, del disuelto partido fascista". Pero la llave de lectura, determinante para cualquier hecho vinculado a la apología del fascismo en Italia es la conocida Ley Scelba (1952).
En el primer artículo se explica que "la reorganización del disuelto partido fascista" tiene lugar cuando "una asociación, un movimiento o un grupo de personas no inferior a cinco" tiene como esencia la de "perseguir los objetivos antidemocráticos propios del partido fascista, exaltando, amenazando o usando la violencia como método de lucha política, incitando a la cancelación de las libertades garantizadas por la Constitución, denigrando a la democracia, sus instituciones o los valores de la Resistencia".
Y aquí las palabras clave: "[...] exaltando miembros, principios, hechos y métodos propios del partido o de las características del fascismo". En dos ocasiones el Estado de derecho italiano ha tenido que aplicar la Ley Scelba: para disolver la formación Orden Nuevo en 1973 y para ilegalizar el partido Vanguardia Nacional en 1976. El artículo primero de la Ley Scelba, sin embargo, se centra principalmente en la prohibición de la reorganización de cualquier partido de inspiración fascista.
El fenómeno que aclara qué es la apología del fascismo llega en el cuarto artículo de la Ley Scelba: "Quien sea que, incluso fuera de lo recogido en el Artículo 1, exalte públicamente principios, hechos o métodos del fascismo o las finalidades antidemocráticas propias del partido fascista será penado con [...]".
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En relación al pasado domingo, se despejan todas las dudas en el quinto artículo: "Quien sea que con palabras, gestos o cualquier otro modo realice públicamente manifestaciones habituales del disuelto partido fascista será penado con [...]".
Si fuera así de sencillo, sería algo automático: un saludo romano, aplicación inmediata de la apología del fascismo. La clave está en establecer la posible conexión entre un saludo romano y su empleo a la hora de ensalzar, públicamente y junto a un numeroso grupo de personas, los valores del fascismo, prohibidos en un Estado de derecho.
Es decir: levantar el brazo con el saludo romano en un acto conmemorativo privado, por ejemplo en un cementerio, a día de hoy no es delito. Pero realizar el saludo fascista en la vía pública, junto a mil personas, vestidas de negro, en actitud militar, "exaltando" los principios del fascismo, sí. Porque el saludo romano fue uno de los "métodos característicos" del fascismo y "denigra a la democracia y sus instituciones".
Cesare Mirabelli, expresidente del Tribunal Constitucional italiano, en una entrevista publicada por el Corriere della Sera, explica que para aplicar la Ley Scelba (1952) "no es suficiente una defensa elogiadora" del fascismo; ya que es necesaria una "instigación, aunque sea indirecta, que pueda conllevar la reorganización del partido fascista".
Atendiendo al constitucionalista italiano, para aplicar la apología del fascismo en los sucesos del pasado domingo habría que poner el foco no sólo en el saludo romano, sino sobre todo en la "agrupación" en sí, generada por un millar de personas, donde "a raíz de las imágenes, no parece que se trate de una simple conmemoración".
"Por tanto estaríamos ante una organización que no sólo pretende defender la memoria, sino agrupar y organizar. Lo cual es inadmisible", explica Mirabelli. Y ofrece la esencia interpretativa necesaria para estos casos: "Está prohibida la acción, no el pensamiento". Cabe pensar que este domingo, así pues, un millar de personas lograron organizarse. Sintiéndose llamadas a la acción.