El ataque de Ucrania sobre el puente de Chongar aísla Crimea y complica la defensa rusa en el sur
Los daños sobre esta vía férrea crucial para Moscú han contribuido a incomunicar completamente por tierra esta península.
1 agosto, 2023 02:44El pasado sábado 29 de julio, el Ministerio de Defensa ucraniano anunciaba un exitoso ataque sobre el puente de Chongar, el único acceso por tierra desde la península de Crimea al sur de Ucrania. No era la primera vez que Ucrania fijaba este puente como objetivo, pues el 22 de junio ya se había producido un primer ataque. Lo curioso es que en esta ocasión los informadores prorrusos obviaron el bombardeo por completo y las autoridades se limitaron a decir que todos los misiles habían sido derribados por sus defensas antiaéreas.
No han hecho falta ni cuarenta y ocho horas para descubrir la verdad en forma de imágenes del citado puente hecho añicos. La vía férrea por la que Rusia lleva más de un año transportando armas, suministros y tropas al sur de Jersón y Zaporiyia para consolidar su defensa, ha quedado completamente destrozada e inutilizable. Si a eso le añadimos el reciente ataque al puente del Kerch, en el que también se dañaron las estructuras ferroviarias y se provocaron importantes daños en la propia autovía que conduce a territorio ruso, el resultado es que, ahora mismo, Crimea está completamente aislada por tierra.
La importancia de este aislamiento es enorme. Crimea es uno de los puntos de partida del abastecimiento a las tropas que ocupan el sur y el este de Ucrania. Probablemente, junto a Rostov-del-Don, el más importante. Los otros dos centros neurálgicos de la defensa rusa serían los puertos de Berdiansk y Mariúpol, por ello ambos han sido también bombardeados con insistencia por el ejército ucraniano desde la llegada de los misiles Storm Shadow británicos, que han supuesto un antes y un después en el conflicto.
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Durante los días o las semanas que Rusia tarde en arreglar el desaguisado, las tropas del frente tendrán que ser abastecidas mediante barcos que salgan de Sebastopol y lleguen a los puertos antes mencionados. Obviamente, se trata de un proceso mucho más largo y los retrasos en una guerra pueden costar muy caro a cualquiera de los bandos. Aparte, el daño económico que produce a Rusia poner en el centro de la guerra el lugar de vacaciones por excelencia de la clase media en pleno verano también es considerable.
A vueltas con Bakhmut
Todo esto coincide con un momento crítico en el devenir de la contraofensiva ucraniana, que parece haber ganado iniciativa en los últimos días. El ejército de Zaluzhnyi sigue centrado en tres frentes mientras recupera las posiciones perdidas en un cuarto, el de Svatove-Kreminna, casi en la frontera entre Donetsk y Járkov. Si bajamos un poco en el mapa, nos encontramos con la ciudad de Bakhmut, donde decenas de miles de mercenarios del Grupo Wagner y presidiarios reclutados al efecto murieron durante el invierno y la primavera pasadas para poder poner la bandera rusa entre los escombros.
Una bandera que no va a durar mucho ahí. Ucrania sigue avanzando por los flancos. Liberadas las mesetas que rodean a la ciudad de Klishchiivka, solo cabe esperar a que tarde o temprano los rusos huyan a posiciones más favorables, pues su permanencia en la ciudad es insostenible. Durante el pasado fin de semana, se rumoreó la liberación de Avdiivka, una ciudad aún más al sur, cercana a la deseada T0513 y no demasiado lejos de Gorlovka, una de las grandes capitales del Donbás ruso.
De momento, Ucrania sigue sin querer entrar en combate directo con las tropas atrincheradas en el interior de las ciudades citadas. No quieren repetir el error de Prigozhin y no están dispuestos a perder alegremente miles de hombres por tan magro botín. El alto mando está convencido de que ese frente se derrumbará y el enemigo saldrá corriendo. Es lo que vieron el año pasado en Járkov y en Jersón: si se cortan los suministros y se rodea a la presa, esta acaba huyendo y el territorio se recupera sin tener que pegar ni un tiro.
Rumbo a Mariúpol y a Tokmak
El segundo punto de avance ucraniano es el sur de Velyka Novosilka, entre las provincias de Donetsk y Zaporiyia. Lentamente, sigue el progreso a lo largo de la T0518 y ya se ha confirmado la liberación de Staromaiorske y el sitio de Urozhaine, una localidad de especial importancia pues queda al este del río Mokri Yaly. Cuando Urozhaine caiga, Ucrania podrá seguir su camino hacia el sur, rumbo a Staromlynivka, con la idea de acercarse todo lo posible a Krasna Poliana y, al final de la ruta, a Mariúpol. Para ello tendrán, probablemente, que pasar meses. Es complicado que se consiga un avance tan profundo sin la ayuda de los F-16 estadounidenses.
Por último, Ucrania también ha avanzado en las últimas horas hacia el sur de Orikhov. Más concretamente, hacia las inmediaciones de Robotyne, a menos de treinta kilómetros de Tokmak, probablemente, junto a Vasilivka, una de las dos ciudades clave del entramado defensivo de Rusia en la provincia de Zaporiyia. Todos estos progresos, por supuesto, son lentos, como no puede ser de otra manera. Se confía en que el desgaste ruso, el daño constante a sus líneas de comunicación y su baja moral entre tantos enfrentamientos internos acelere las cosas, pero combatir contra Rusia no puede ser ningún paseo en ningún caso.
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Una prueba de la inseguridad del Kremlin al respecto de la situación actual es que el expresidente Medvedev ha vuelto a amenazar con armas nucleares "si la contraofensiva ucraniana acaba siendo un éxito". El recurso al pánico nuclear es algo que llevamos viendo desde el mismo febrero de 2022, cuando Putin se dio cuenta de que Occidente no se iba a quedar esta vez de brazos cruzados ante una nueva guerra de agresión a un país soberano. Las amenazas nunca llegan en los buenos momentos para Rusia sino en los malos. Está claro que este es uno de ellos y conviene disuadir.
La derrota rusa puede que esté más cerca de lo que parece o así lo indica su desesperación. Ahora bien, Occidente tiene que decidir pronto si solo quiere "proteger" Ucrania o si realmente quiere vencer a Putin. De momento, no se atreve a lo segundo. Tal vez no quede más remedio si Bielorrusia sigue utilizando la inmigración y las fuerzas desplazadas del Grupo Wagner para agitar la frontera con Polonia. Un movimiento que, sinceramente, no parece el más inteligente en estas circunstancias.