España y otros socios se inquietan por el impacto de la adhesión de Ucrania en los fondos europeos

En teoría, todos los Estados miembros apoyan dar este paso como gesto de solidaridad a la víctima de la guerra de agresión ilegal por parte de Rusia. Pero más allá de las buenas palabras, la adhesión de Kiev (que en todo caso podría tardar más de una década) genera una inquietud creciente entre los socios por el impacto de un país tan grande y tan pobre en el equilibrio de fuerzas dentro de la UE y en el reparto de los fondos agrícolas y regionales comunitarios.

En la cumbre de verano que ha concluido este viernes en Bruselas, los líderes europeos se han limitado a tomar nota de la "determinación de Ucrania de cumplir las condiciones exigidas en su proceso de adhesión a la UE y de los enormes esfuerzos que está realizando para ello" y han animado al Gobierno de Kiev a que "prosiga en su senda de reformas".

[Ucrania se convierte oficialmente en país candidato para adherirse a la Unión Europea]

Según el calendario previsto, la Comisión de Ursula von der Leyen publicará en octubre su dictamen sobre si Kiev ha completado o no las siete reformas previas exigidas en materia de lucha contra la corrupción y refuerzo del Estado de derecho. Si el veredicto es positivo, los jefes de Estado y de Gobierno podrían aprobar en diciembre, bajo presidencia española, el inicio de las negociaciones de adhesión.

Pero en paralelo al Consejo Europeo, Alemania, Francia y Holanda han convocado una minicumbre "en formato discreto", sin presencia de las instituciones comunitarias y sin cobertura de los medios de comunicación. De hecho, el encuentro (un desayuno de trabajo este viernes en el lujoso Hotel Amigo junto a la Grand Place de Bruselas) tendría que haber sido "confidencial", pero ha trascendido por una foto publicada por la embajada de Polonia.

Aparte de Emmanuel Macron, Olaf Scholz y Mark Rutte, en la lista de invitados a la minicumbre figuraban el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y los primeros ministros de Italia (Giorgia Meloni), Polonia (Mateusz Morawiecki), Portugal (António Costa), Suecia (Ulf Kristersson) y Bélgica (Alexander de Croo), así como el presidente de Rumanía, Klaus Iohannis.

El objetivo era debatir con más libertad las consecuencias de la ampliación sobre el funcionamiento interno de la UE y en particular sobre la política de cohesión y la política agrícola común, según han explicado fuentes diplomáticas.

Al ser una potencia agrícola con una renta muy inferior a la media comunitaria, Ucrania recibiría la mayor parte de los fondos europeos, en detrimento de España y los países del sur, pero también de Polonia y los socios del Este. La UE ya sufrió una primera crisis hace una semana por la avalancha de cereales ucranianos, que ha hundido los precios en los países fronterizos y ha desencadenado cierres de fronteras por parte de Varsovia o Hungría.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, conversa con el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, durante la cumbre de este viernes en Bruselas Unión Europea

En materia de funcionamiento institucional, la entrada de Ucrania alterará profundamente los equilibrios de poder dentro de la Unión y desplazará su centro de gravedad hacia el Este. En este ámbito, Alemania, Francia, Italia o España defienden acabar con el derecho de veto del que gozan todos los Estados miembros en las decisiones sobre política exterior o impuestos y pasar a la mayoría cualificada. Pero Polonia y Hungría lo rechazan. 

"Tenemos que asegurarnos de que la UE esté preparada para una posible ampliación. Preparada a nivel institucional, preparada en los mecanismos de toma de decisiones y preparada a nivel de las políticas comunitarias", explican las fuentes consultadas.

En todo caso, de la minicumbre del Hotel Amigo no ha salido ningún resultado concreto. Se trata de un primer debate: el diálogo continúa y se trata de un proceso a largo plazo. La próxima etapa será la cumbre informal de líderes europeos que se celebra en Granada los días 5 y 6 de octubre.

El objetivo es presentar un primer documento escrito durante la presidencia belga de la UE, durante el primer semestre de 2024. Se trataría de detallar los cambios necesarios para que la UE siga funcionando de forma eficaz tras la entrada de Ucrania.