A pocos les sonará el nombre de Kyrylo Budanov. En Occidente, al menos para el gran público, no deja de ser un actor secundario al lado de Oleksii Reznikov o Volodímir Zelenski. Para Putin, en cambio, ese nombre figura en la lista negra de ucranianos a los que liquidar desde hace un lustro. Al final, ya se sabe: todo el mundo se acuerda de Elijah Wood, pero pareciese que el actor que interpreta a su compañero en busca del anillo, Samsagaz Gamy, no tuviese nombre. Sean Astin: así se llama. Y Budanov, como Astin, había estado en un segundo plano mediático hasta ahora: en las próximas horas sustituirá a Reznikov como ministro de Defensa ucraniano, justo en un momento en que la guerra llega a una fase decisiva.
La crisis de Gobierno provocada por las acusaciones de corrupción en el seno del Ministerio de Defensa de Ucrania, que provocó una ola de renuncias y destituciones, ha acabado por llevarse por delante también al ministro Reznikov, quien en el último año se había convertido en una estrella internacional. "La guerra dicta cambios en la política de personal", justificó este domingo David Arakhamia, jefe del bloque parlamentario del partido Servidor del Pueblo.
A pesar de lo desconocido de su nombre, Kyrylo Budanov es una de las figuras claves en la estrategia de resistencia del país. Desde agosto de 2020 y hasta que pase a ser ministro, Budanov ejerce de jefe de la Inteligencia de Defensa de Ucrania (GUR). De hecho, para el Kremlin es uno de los principales objetivos militares: ha sobrevivido a más intentos de asesinato que el propio Reznikov.
Todo comenzó en 2016, cuando el tímido y extremadamente reservado Budanov se convirtió en uno de los generales más jóvenes de la historia de Ucrania. El motivo: había ideado la estrategia de una operación de la que aún hoy apenas se sabe nada, pero que acabó con la vida de un teniente coronel del Servicio de Seguridad Federal de Rusia (FSB) en un puente de Crimea, lo que también le hizo merecedor de la Orden del Valor.
Cuatro años más tarde, el meteórico ascenso culminó con su nombramiento como jefe de la Inteligencia de Defensa, puesto que le va como anillo al dedo a su personalidad cautelosa. Solo tenía 34 años. "Todos los atentados contra mi vida comenzaron después del suceso de Crimea", aseguró a The Washington Post.
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El que más cerca estuvo de acabar con su vida tuvo lugar en 2019. Los rusos colocaron una bomba debajo de su coche que explotó antes de tiempo, al menos, antes de que le diera tiempo a montarse.
Más recientemente, un grupo de asesinos a sueldo fue capturado por los servicios de seguridad durante los preparativos para liquidarlos a él y a Reznikov, así como a un conocido activista ucraniano. Por el asesinato de Budanov se pagaba lo mismo que por el del ministro: "Entre 100.000 y 150.000 dólares".
Lo cierto es que Budanov tiene más vidas que un gato: en total, el Kremlin ha intentado matarlo una decena de veces, número similar al de atentados conocidos contra Zelenski. Una decena de fracasos.
Budanov, el cauteloso
En la oficina de Budanov -adornada de pinturas militares, armas y figuras de animales: Budanov los adora y tiene una rana de mascota- hay música clásica sonando las 24 horas. Un viejo truco tomado de los tiempos de la Guerra Fría y de George Smiley que imposibilita cualquier intento de escucha.
Sin duda, vivir sabiendo que cualquiera podría ser su asesino le ha hecho extremar las precauciones y el recelo. Ha dejado su casa y se ha instalado en el despacho. Ya nunca aparece en público, a pesar de que siempre intenta atender a los medios: lo ha hecho con The Washington Post, The New York Times, habló con Christine Amanpour para CNN y ha atendido a la gran mayoría de periódicos ucranianos.
Sin embargo, ni Budanov ni ningún otro miembro del Gobierno ucraniano se ha atribuido la explosión en el puente de Crimea que acabó con la vida del teniente general del FSB.
Preguntado por este suceso por el periódico Pravda, dijo que era algo "difícil de responder" y que hablaría de ello en otro momento. "Todo lo que puedo decir es que el puente de Crimea sufrió graves daños. Este puente es uno de los símbolos del "mundo ruso". El puente de Crimea se hundió como antes lo hizo el crucero Moskva. Todas estas son señales de que a este régimen no le queda mucho tiempo", añadió.
Sea como fuere, Zelenski ha insinuado varias veces que el incidente en del puente de Crimea dio como resultado, además de los intentos de asesinato a Budanov, un conflicto entre la Inteligencia rusa y el Ejército. Budanov, no confirma ni desmiente nada, pero sí asegura algo: "Cuando recuperemos Crimea, el puente es un símbolo que será destruido. Nadie necesita esta arteria de transporte y dejará de existir".
Pronosticar la guerra
El 10 de octubre Rusia lanzó un gran ataque en una gran parte del territorio de Ucrania. Uno tan grande como no se recordaba desde los primeros días de invasión cuando intentaron tomar Kiev. Budanov entonces tuvo claro el porqué de la ofensiva en ese momento: era la respuesta a la explosión del puente de Crimea, que también había sido un 10 de octubre. "Los rusos aman la numerología y todo lo relacionado con ella: 10.10.22", explicó.
En estos momentos en que está a punto de cumplirse un año del inicio de la guerra (24 de febrero), la especulación con una gran ofensiva rusa en el Donbás va ganando enteros. Ucrania se prepara para una movilización de medio millón de militares rusos, y en este escenario la predicción de Budanov como nuevo ministro de Defensa puede ser importante.
La noche del 23 de febrero del año pasado Budanov trasladó a su esposa a su oficina. Faltaban apenas unas horas para que se confirmase la invasión rusa, algo que él ya había previsto mucho antes. De hecho, fue prácticamente el único miembro de la Inteligencia ucraniana que había avisado con meses de antelación de que Rusia iba a atacar Kiev en breve.
No era algo fácil de afirmar: un error podría haberle costado el puesto, mientras que la posición cómoda era mantenerse en el escepticismo. Sus compatriotas más atrevidos se limitaban a esperar una invasión rusa que únicamente abarcase la zona oriental, en lugar del ataque a gran escala y en tres frentes distintos que finalmente tuvo lugar.
Cuando las manecillas del reloj pasaron las 04:00, Budanov tuvo el acierto más doloroso de su carrera: de no haberse desencadenado los acontecimientos como había imaginado y comunicado al Gobierno, hoy no sería ministro ni siquiera jefe de Inteligencia, pero tampoco habría guerra.
"Habíamos tenido esta conversación de que si ese ataque no ocurría no íbamos a quedar bien parados", dijo en una entrevista. "Específicamente habíamos concretado que la invasión comenzaría a las cuatro de la madrugada. Suena muy raro, pero tenía miedo de que no saliera como debería".
La predicción de Budanov le hizo ganarse el respeto de Zelenski casi como si de un Nostradamus se tratase. A lo largo de la guerra, Budanov ha realizado más predicciones: algunas acertadas, otras fallidas y también las que no se han confirmado pero de las que se han hecho eco todo el panorama internacional.
En el primer grupo figuran, por ejemplo, su previsión de que Rusia se centraría en este principio de 2023 en ocupar más territorio en las regiones orientales de Donetsk y Luhansk. "Debemos hacer todo lo posible para garantizar que Crimea regrese a casa para el verano", ha dicho de cara al verano que viene.
También ha acertado, de momento, en que Putin no usará armas nucleares: "Es una táctica de miedo. Rusia es un país del que puedes esperar mucho, pero no una completa idiotez. Lo siento, pero no va a suceder. Llevar a cabo un ataque nuclear resultaría no solo una derrota militar para Rusia, sino también su colapso. Lo saben muy bien".
Está por ver si sus especulaciones respecto a Putin, de quien ha dicho que padece un cáncer terminal entre otras dolencias, es verídica. Zelenski la da por cierta: "No estoy seguro de que Putin siga vivo", dijo en el Foro Económico Mundial de Davos. Sin embargo, William J. Burns, director de la CIA, ha afirmado que no existe informe de inteligencia alguno que sugiera que Putin está enfermo.
El fallo más grave de Budanov fue cuando, en 2022, aseguró que la guerra terminaría a finales de ese año. Preguntado por esto en The Washington Post el 31 de enero de 2023, Budanov matizó su previsión: "Todo comenzó en Crimea en 2014 y todo terminará allí".
El nombre de Budanov pasará a protagonizar las historias sorbe la resistencia. No en vano, el reto al que se enfrenta es mayúsculo: al desgaste del Ministerio y las sospechas de corrupción se une la resistencia al frente del Donbás. "Siempre hay dudas de los demás. Cuán efectivo soy en esta posición, probablemente, solo será evidente en el futuro. No puedo evaluarme objetivamente. El tiempo lo dirá".