El socialdemócrata Olaf Scholz fue elegido este miércoles canciller federal por el Parlamento alemán (Bundestag), donde su partido y sus futuros aliados de gobierno, los Verdes y el Partido Liberal (FDP) tienen la mayoría. Scholz sucede, de esta forma, a la conservadora Angela Merkel, que traspasará el poder tras 16 años a quien ha sido vicecanciller y ministro de Finanzas de su última gran coalición.
Dieciseis años después de la derrota de Gerhard Schröder frente a la líder conservadora, Scholz devuelve al Partido Socialdemócrata (SPD) la jefatura del gobierno. Lo hace al frente de una coalición con los Verdes y el Partido Liberal (FDP), los socios que no lograron dirimir sus abismos ideológicos hace cuatro años, cuando la entonces canciller fracasó en el intento de formar con ellos una alianza de Gobierno.
Scholz, un pragmático de la corriente centrista en la familia socialdemócrata, llegó a su objetivo tras una campaña, basada más en el continuismo que en la ruptura con la línea de su entonces jefa de gobierno.
Logró para el SPD el puesto de fuerza más votada en las elecciones generales de septiembre -un 25,7 %-, un porcentaje agrandado por el hundimiento del bloque conservador a su mínimo -un 24,1 %- con Armin Laschet como candidato.
Hace apenas seis meses, los sondeos apuntaban a que el SPD quedaría en tercera posición, por detrás de conservadores y verdes. Scholz empezó a dar la vuelta al marcador impulsado, por un lado, por la falta de credibilidad de Laschet y, por el otro, por sus guiños al electorado, al presentarse como factor de estabilidad tras Merkel, la política mejor valorada del país.
Llegó a dejarse fotografiar en plena campaña mostrando el gesto con las manos en forma de rombo, característico y sello de identidad de la canciller. Su gestión en Finanzas le permitió crear confianza en muchos sectores, que recompensaron una campaña centrada en las inversiones, la reconstrucción económica y la lucha climática.
Acudió en auxilio de los afectados por las devastadoras inundaciones del oeste del país, prometiendo ayuda urgente, mientras Laschet -jefe de gobierno de un estado federado afectado- seguía con sus deslices.
Hasta que se convirtió en vicecanciller de Merkel, muchos de sus compatriotas identificaban a Scholz con los graves disturbios registrados en Hamburgo durante la cumbre del G20 (los países más desarrollados y emergentes) en 2017. Era por entonces alcalde-gobernador de la ciudad estado.
En 2020, ya al frente de Finanzas, su imagen se vio de nuevo salpicada por el escándalo Wirecard, la compañía de pagos electrónicos que falseó balances sin que Finanzas lo evitara.
Sus detractores le achacan falta de empatía y le han comparado incluso con un robot. Pero Scholz ha sabido darle la vuelta a su figura de gris funcionario y transmitido la idea de garante de estabilidad.
Ascenso bajo Schröder
El ascenso político de Scholz (nacido en 1959 en Osnabrück, en el norte de Alemania) empezó bajo el gobierno de Schröder (1998-2005)
Fue secretario general del SPD de 2002 a 2004. Como tal, defendió el paquete de recortes sociales de Schröder, la Agenda 2010, que llevó al SPD al desgarro interno. En todo caso, su apoyo a ese plan de recortes hizo que Scholz se le sitúe habitualmente dentro del ala más conservadora del SPD.
Las bases del partido, cansadas tras sucesivas ediciones de gran coalición bajo Merkel, no le eligieron en 2019 como líder del partido y prefirieron al dúo izquierdista formado por Saskia Esken y Norbert Walter-Borjans.
Sin embargo, cuando Esken y Walter-Borjans tuvieron que escoger a un candidato a la Cancillería recurrieron a Scholz sabiendo que era el más indicado para captar votos de centro.
Su gestión en la cartera de Trabajo, en la anterior coalición bajo Merkel, hicieron que su nombre fuera casi una provocación para el ala izquierda del SPD. Sin embargo, demostró su disposición a recurrir al gasto público en momentos en que lo considera necesario.
Como ministro impulsó la ley que reglamentaba la jornada reducida subvencionada, instrumento clave que evitó que el paro se disparara en Alemania durante la crisis del euro.
El mismo lema orientó las decisiones adoptadas ante los estragos económicos de la pandemia, que llevó a Alemania a relajar el dogma de la austeridad que había seguido su antecesor en Finanzas, el conservador Wolfgang Schäuble.
La biografía de Scholz está ligada al SPD en lo público y en lo privado: está casado con su correligionaria Britta Ernst desde 1998 y tiene su residencia familiar en Potsdam, capital de Brandeburgo, el estado federado que envuelve Berlín y de cuyo gobierno es su esposa ministra de Juventud, Educación y Deporte.