No hay marcha atrás. El presidente de la República de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, ha disuelto la Asamblea de la República y ha convocado elecciones anticipadas para el 30 de enero.
Atrás quedan seis años de un pacto de izquierdas inédito en el país, que no sobrevivió a los últimos Presupuestos Generales del Estado. El primer ministro, António Costa, no logró el apoyo de sus socios de Gobierno, el Bloco de Esquerda (BE) y el Partido Comunista Portugués (PCP) y las cuentas fueron tumbadas. Se rompía así la geringonça, apodo con el que quedó conocido la fórmula con la que el Partido Socialista gobernó el país por más de un lustro.
El presidente de la República había advertido a los partidos semanas antes: aunque tuviera más posibilidades sobre la mesa, si las cuentas no pasaban, llevaría el país a elecciones anticipadas. Y así lo ha hecho.
La alianza de izquierdas se ha roto y, en el camino, deja a tres partidos de espaldas los unos a los otros, repartiendo acusaciones mutuas sobre el fin de la legislatura. En el atril del Parlamento, en la misma tarde en la que los Presupuestos fueron tumbados, António Costa pidió "una mayoría amplia" para poder gobernar.
Sus socios hasta entonces, le acusaron de mantenerse intransigente en las negociaciones para forzar elecciones, buscando la mayoría absoluta. El PS se defiende diciendo que los malos resultados en las elecciones municipales de septiembre presionaron a los partidos de izquierda a romper con los socialistas.
Consumado el adelanto electoral, Jerónimo de Sousa, líder del PCP, no cierra la puerta a un "entendimiento" con el PS, de cara a un nuevo Gobierno, pero señala que la geringonça "no se repetirá tal cual".
Una derecha rota
Las urnas acechan en el peor momento de la derecha. Los dos principales partidos de la oposición de este espectro político -el Partido Social Demócrata (PSD) y el Centro Democrático Social (CDS)- viven momentos convulsivos, con disputas internas por el liderazgo.
Días antes del debate de los Presupuestos, la polémica surgió cuando Marcelo Rebelo de Sousa recibió en audiencia a Paulo Rangel, candidato a la dirección del PSD, antes que a cualquier líder de cualquier partido.
Rebelo de Sousa es un histórico del PSD, partido que lideró entre 1995 y 1999. Y pese a haber interrumpido su militancia en el momento en el que asumió la presidencia del país, su vínculo con la formación es innegable. El gesto, en ese momento, se tomó como un apoyo velado a Rangel y Rui Rio, actual líder del PSD, estalló.
"No es aceptable en ningún país, pero en especial en ningún país europeo, que el jefe de Estado pueda hacer esto. Si el presidente de la República recibe un candidato a liderar un partido antes que los líderes de los partidos, lo siento, pero no me parece correcto", ha dicho, subrayando que "un jefe de Estado no puede condicionar el futuro del país a la situación de un partido".
Mientras casi todos los demás partidos pedían elecciones lo más rápido posible, Rangel pedía tiempo para solucionar la situación interna del PSD y avanzaba con finales de febrero como la posible fecha.
Con un congreso nacional programado para el 4 de diciembre, cuyas elecciones determinarían el nuevo líder del partido, la tensión dentro del PSD es alta. Rui Rio pide ahora que se aplacen las elecciones internas, porque "el PSD no se puede permitir seguir en disputas internas cuando el PS empezó la campaña ayer".
Una situación muy parecida se vive en el CDS. El partido pretendía celebrar su congreso el 27 y el 28 de noviembre. Nuno Melo se preparaba para disputar el liderazgo al actual presidente, Francisco Rodrigues dos Santos, pero ante la inmediatez de las legislativas, el partido ha decidido posponer el Congreso para después de las elecciones.
La amenaza de la extrema derecha
Esto ha provocado el abandono de la formación por parte de siete históricos del partido y un terremoto interno. "El CDS ha tocado fondo", ha dicho Melo en una rueda de prensa, acusando a Rodrigues dos Santos de "huir con miedo de perder". "Si tuviese un resquicio de espíritu democrático, aceptaría ir a las urnas", ha declarado.
La dirección del partido se defiende, diciendo que todo lo que ha hecho ha sido legal y que "existe un plan de ataque y demolición del partido que está siendo desarrollado desde que esta dirección fue elegida", ha reiterado en declaraciones a la radio TSF.
En el aire está todavía una posible coalición entre las dos formaciones de cara a las legislativas, que las disputas internas no ayudan a resolver.
A la derecha, el único que puede verse beneficiado con el adelanto electoral es el Chega, partido de extrema derecha que, hasta ahora, sólo contaba con un diputado en la Asamblea de la República: su líder, André Ventura. Las elecciones de enero, previsiblemente le harán subir la respresentación de la formación de ultraderecha y se especula con el papel que podría asumir, si el PSD ganara y le necesitara para gobernar.