El reportero neerlandés Peter R. de Vries, en estado grave tras ser tiroteado en Ámsterdam, tiene a sus espaldas un largo historial de crónicas como periodista de investigación del crimen organizado, con lo que ha ganado un listado de fuentes y de peligrosos enemigos, pero también la etiqueta de "héroe nacional" de Países Bajos.
Su nombre es familiar entre políticos, periodistas, policías, víctimas y bandas criminales que campan a sus anchas en Países Bajos. Su rostro es conocido en los medios nacionales y sus hazañas ocupan páginas de libros y películas: cuando saltó la noticia del tiroteo la noche de este martes, muchos relacionaron el ataque con su trabajo como reportero de investigación.
El primer ministro, Mark Rutte, lo llamó "un extraordinario periodista"; su ministro de Justicia, Ferdinand Grapperhaus, "un hombre valiente y crítico", y la alcaldesa de Ámsterdam se refirió a De Vries como "un héroe nacional" víctima de "un crimen brutal y cobarde".
Dejó huella con su trabajo y está siendo aclamado por todos en Países Bajos mientras lucha por su vida en el hospital. Su primer debut fue como reportero del diario De Telegraaf en los años ochenta, cuando escribió reportajes que pasaron a la historia sobre el secuestro del magnate de la cerveza neerlandesa, Freddy Heineken.
En 1983, Willem Holleeder y Cor van Hout (su cuñado y principal socio) secuestraron a Heineken y pidieron un rescate de 16 millones de euros (35 millones de florines), algo por lo que fueron condenados a 11 años de prisión. Fue De Vries quién siguió las pesquisas que permitieron en 1994 localizar y extraditar al tercer secuestrador, Frans Meijer, que se escondía en Paraguay.
Van Hout se convirtió en amigo íntimo de De Vries y le ayudó a escribir un libro sobre el secuestro, que sirvió de basr para una película que se estrenó en 2015, aunque su amistad llegó a su fin en 2003, después de que alguien matara a su confidente. De Vries se propuso demostrar que Holleeder estaba detrás del asesinato porque nunca aprobó la amistad de ambos, una relación que también recibió críticas entre periodistas.
En 2019, Holleeder fue sentenciado a cadena perpetua por encargar seis asesinatos entre 2002 y 2006, entre ellos el de su propio cuñado Van Hout. El reportero fue uno de los testigos más importantes en la apelación del fallo.
De Vries, divorciado y con dos hijos, nació en 1956 en Aalsmeer, cerca de Ámsterdam, en una familia de seis hermanos. Se alistó en 1976 en el servicio militar y, en 1978, saltó al reporterismo, pasando por varios medios y del periodismo general a cubrir casos criminales.
En 1991 se hizo periodista independiente y después puso en marcha su propio programa, lo que le permitió investigar, con pistas clave para la Justicia, el asesinato en 1994 de la joven holandesa Christel Ambrosius, la desaparición en 2005 de la estadounidense Natalee Holloway, e incluso entrevistó en 2006 a un hombre que se autoinculpó del asesinato del presidente John F. Kennedy en 1963.
También actuó durante años como asesor y confidente de la familia de Nicky Verstappen, un niño asesinado en 1998. Tras extensas investigaciones y una prueba de ADN, Jos B. fue arrestado en España y sentenciado el año pasado a 12,5 años de cárcel como autor del crimen.
Varios ministros rechazan ahora confirmar si De Vries llevaba guardaespaldas, o si estaba protegido por la policía. Compañeros y abogados aseguran que el reportero no quería seguridad adicional, a pesar de las amenazas.
El periodista sabía que estaba en la lista negra de Ridouan Taghi, narcotraficante y líder de la mafia más temida de Países Bajos arrestado en 2019 en Dubái y extraditado después a Ámsterdam como principal acusado de Marengo, un caso que implica a 17 acusados por asesinatos encargados por Taghi.
El testigo protegido más importante de ese proceso es Nabil B., asesorado por De Vries para relatar a la policía neerlandesa los entresijos de la mafia de Taghi.
Riduan B. y Derk Wiersum, hermano y abogado de Nabil, fueron asesinados a tiros, en un intento de achantarlos para que no participaran en el juicio en marcha contra Taghi y su mano derecha, Said Razzouki, arrestado el año pasado en Medellín con las "mismas técnicas" usadas para "ubicar a Pablo Escobar", dijo la Policía colombiana.
Pero la policía y la fiscalía no confirman un vínculo entre Taghi y el tiroteo contra De Vries, quien siempre fue consciente de los peligros que le acechaban. "Tampoco hace falta ser un histérico para temer que algo me podría pasar. Es parte del trabajo", decía.