¿Tiene todavía sentido, en un mundo global y tras las controversias del brexit, salir de la Unión Europea? Décadas después de que Italia fuera fundadora de la misma, el político transalpino Gianluigi Paragone (Varese, 1971) cree que sí. Hace tres años dio el salto definitivo del periodismo a la política. Hoy es el líder del partido Italexit, cuyo objetivo es que su país salga de la UE y del euro, al estilo del brexit en Reino Unido.
Mientras la soberanista Liga de Salvini, sin embargo, ha rebajado el tono contra la UE para consolidarse como primer partido de Italia; Paragone, en una entrevista con EL ESPAÑOL, asegura que su proyecto es “más radical” aún aunque, técnicamente, “Italia no pueda copiar el brexit para salir de la UE”.
¿Por qué Italia tendría que salir de la Unión Europea (UE) y del euro?
Porque no hemos hecho otra cosa que perder ocasiones muy valiosas. La idea de fondo de la Unión Europea es la de estandarizar, al fin y al cabo un proceso de unificación busca un mínimo común denominador. Es muy difícil que Italia pueda expandirse económicamente en un proyecto como en el de la Unión Europea. La economía italiana se basa en la fuerza de una miríada de pymes y una moneda que pertenezca al Estado puede ser devaluada para ser más competitivos en escenarios globales.
¿Ser soberanista implica ir siempre en contra de la UE?
El soberanismo es la exaltación de las riquezas de tu propio país. No tenemos nada en contra de Europa, siempre que estemos hablando de una confederación de Estados plenamente soberanos. El vínculo con la UE, por tanto, tiene que ser más laxo. Ésta nace sin una estructura política, pero sí teniendo en cuenta lo económico. Para nosotros, los soberanistas, la competitividad de la moneda [nacional] es fundamental para construir nuestra fuerza económica nacional. Devaluar la moneda puede parecer poco europeísta, pero es una de las opciones que un Estado soberano debe disponer.
¿Es más fácil salir de la UE que cambiarla desde dentro?
No creemos que la Unión Europea se pueda cambiar desde dentro. En mi opinión, se trata de una unión germánica que, a través del euro, ha tenido la posibilidad de devaluar ligeramente una moneda fuerte, como el marco. El paso del marco al euro, de hecho, ha premiado a la economía alemana y ha favorecido la aparición de países y economías satélites, como Polonia. Además, no creo que se pueda cambiar una Unión Europea que, desde hace mucho tiempo, conoce sus límites y no los quiere superar. No creemos que tenga sentido una moneda única tan rígida dentro un concierto de asimetrías fiscales. En estos años, para nosotros, Italia ha salido perdiendo.
Para lograr una hipotética salida de Italia del euro haría falta una mayoría cualificada del Parlamento. ¿No lo ve poco factible en el actual panorama político italiano?
No hay un manual de instrucciones para salir de la eurozona. Entre otras cosas, porque en Italia, técnicamente, no es posible seguir el mismo borrador del brexit en Reino Unido, basado en un referéndum. Todas las dinámicas políticas, igualmente, se juegan a través del peso electoral y el consenso. Con un 4% en las urnas, por ejemplo, no es posible ejecutar un divorcio del euro. O al menos, tan rápidamente.
¿Cuál es el hito de la historia de la UE que representa, para usted, el punto de inflexión que justifica el querer salir de ella?
No hay un momento concreto, es la acumulación de muchos de ellos.
Usted mantiene una estrecha relación política con Nigel Farage, líder del brexit en Reino Unido. ¿Tiene su partido aliados en España?
Estamos trabajando para la creación de muchos movimientos en el continente que apuesten por la salida de la Unión Europea. En España los hay, pero tienen que encontrar una estructura más sólida.
¿No cree que Italia y España son países profundamente europeístas?
La ciudadanía europea es un fenómeno más mediático y cultural, que otra cosa. Yo creo que los italianos se sienten más italianos que europeístas. Lo mismo vale para España. Yo nunca cambiaría el Made in Italy con el Made in EU.
El paso del marco al euro, de hecho, ha premiado a la economía alemana y ha favorecido la aparición de países y economías satélites
¿Si no existiera la Unión Europea (UE) habría que reinventarla?
No, al menos entendida como unos Estados Unidos de Europa, y eso que hoy está muy lejos de ser como los Estados Unidos de América. Aquello de que “los países miembros son demasiados pequeños en un mundo global” es simplemente una idea preconcebida. Japón es una pequeña nación en términos geográficos, pero es una potencia económica envidiable. No son las dimensiones de los Estados lo determinante, sino la plena soberanía. En todo esto, la herramienta monetaria es imprescindible para un Estado. Nosotros, sin embargo, nos encontramos en la paradoja de que apuntamos a los Estados Unidos de Europa, pero en la práctica la UE no es más, insisto, que una unión germánica. Para nosotros, de Italexit, esto no nos vale. No es un capricho, sino un asunto de conveniencia.
¿Qué opinión tiene del actual Ejecutivo de unidad nacional, presidido por el primer ministro italiano Mario Draghi?
No es un Gobierno de unidad nacional. Mario Draghi quiere aplicar una política que no es funcional para los intereses de los italianos. Es el resultado de un poder que ha observado su evolución dentro de la dimensión financiera. No creo que Draghi pueda resolver, en mi opinión, una situación generada por el mundo financiero. El actual primer ministro italiano no está estructurado, por su formación, para hacer una lectura de la sociedad, sino de las sociedades cotizadas en la Bolsa. Draghi, no es ningún salvador de la patria, sino una expresión de la élite financiera. Una élite que no participa en el proceso democrático. Draghi, así pues, vuelve a tener un papel como decisor sin haber tenido en ningún momento una relación directa con los ciudadanos.
Su formación, Italexit, es soberanista por definición. ¿Qué diferencias hay, entonces, respecto a otros partidos soberanistas italianos como la Liga de Matteo Salvini o Hermanos de Italia (HDI) de Giorgia Meloni?
Para mí un partido soberanista que apoya a Mario Draghi, que fue presidente del Banco Central Europeo (BCE), no es plenamente soberanista. No entiendo ni comparto la decisión de la Liga de Matteo Salvini de apoyar el recientemente estrenado Gobierno italiano. Hermanos de Italia, eso sí, está haciendo su propio juego cómo única oposición. Pero nuestro proyecto es aún más radical.
Salvini y Meloni, soberanistas consolidados en las urnas y en los sondeos, han suavizado sus palabras contra la UE. ¿Usted lo considera realismo político o un Italexit por otros medios?
El de la Liga de Salvini es, sin duda, realismo político. El de Hermanos de Italia de Meloni no tanto, porque formalmente está en la oposición. El de Salvini sí es una marcha atrás porque él sí ha defendido posturas “No Euro” cuando estaba en la oposición. Meloni, formalmente, nunca ha defendido ese eslogan.
Atendiendo a los últimos sondeos, si hubiera hoy elecciones generales en Italia ganaría precisamente el bloque soberanista formado por Salvini y Meloni, que rozarían la mayoría absoluta. ¿Estaría dispuesto a aliarse con ellos?
El problema de fondo es saber qué se pretende hacer. Yo no tengo intención de arreglar la UE, todo lo contrario: en todo caso presionarla para desgastarla. Mi partido, de hecho, se llama Italexit por eso. Podría cambiar de postura si el BCE meditara la idea de neutralizar la deuda, pero según su estatuto no puede hacerlo.
Tras una larga trayectoria como periodista en Italia, usted entró en política perteneciendo al antiestablishment Movimiento 5 Estrellas (M5E).
Así es. En la actual legislatura he sido elegido a través del Movimiento 5 Estrellas. En la campaña electoral, de hecho, aposté por las mismas ideas que defiendo hoy en Italexit.
Yo no tengo intención de arreglar la UE, todo lo contrario: en todo caso presionarla para desgastarla
¿Por qué fue expulsado del partido?
Porque, como prometí en la campaña electoral [de 2018], no iba a votar nunca ninguna Ley de Presupuestos que tuviera un carácter restrictivo. Si la deuda pública está en manos de los ciudadanos puedes emprender determinadas políticas económicas, como Japón. Si los poseedores de esa misma deuda son sujetos especuladores, no. Tampoco es posible, por tanto, hacer determinadas políticas sociales.
Su ex formación política, el Movimiento 5 Estrellas, de tener el 33% en las urnas en 2018 ha caído en picado hasta encontrarse hoy al 16% en los sondeos. ¿Por qué?
Porque ha traicionado las razones por las que nació. Cuando te empeñas en hacer todos los tipos de Gobiernos habidos y por haber en una misma legislatura sin preguntarte nunca acerca de tu función histórica, la consecuencia ha sido natural e inevitable. El M5E ya no representa la formación protesta que fue: primero gobernaron con la Liga de Salvini, luego con la izquierda europeísta del Partido Democrático, más tarde defendieron la irreversibilidad de la UE y del euro y ahora están apoyando un Ejecutivo de amplia mayoría con Mario Draghi. ¿Dónde quedó la visión antiestablishment?
¿Qué le parece que el expresidente del Gobierno italiano, Giuseppe Conte, esté previsto que lidere el Movimiento 5 Estrellas?
Se convertirá en líder de algo que existe sólo en los pasillos del poder. Fuera de ellos ya no.
Usted ha pasado del periodismo a la política. ¿Se arrepiente de su decisión?
La política, para mí, representa la implementación de lo que he defendido siempre como periodista. El periodismo pone el foco de atención en los problemas, la política debería consentir la reparación de los mismos. En este sentido, la política es una pieza complementaria y añadida al periodismo.