El ritual es conocido: durante el bautizo ortodoxo, los bebés son sumergidos tres veces en una pila de agua bendita. Las imágenes impresionan y alguna vez se ha tachado la práctica de peligrosa. Ahora, la muerte de un bebé de seis semanas después de su ceremonia de bautismo en Rumanía ha traído el debate de nuevo y las redes sociales se están movilizando para que la iglesia ortodoxa modifique el ritual.
"La muerte de un recién nacido a causa de esta práctica es una gran tragedia. Este riesgo hay que descartarlo para que triunfe la alegría del bautismo", escribieron los iniciadores de una petición en línea, que este jueves ya sumaba más de 56.000 firmas.
El bebé murió en el hospital poco después de ser bautizado en una iglesia de Suceava, en Rumanía. El pequeño fue sumergido tres veces en agua bendita pese a que lloraba mucho, y sufrió un paro cardíaco. Fue trasladado de urgencia al hospital, pero falleció unas horas después.
La autopsia reveló la presencia de un "líquido" en sus pulmones y la Fiscalía abrió una investigación por "homicidio" contra el sacerdote que ofició el bautizo.
"Sacudidas y brutalidad"
La petición, iniciada por un ciudadano corriente, aboga porque "se moje simbólicamente la cabeza del niño con agua de la pila bautismal" en vez de sumergir todo su cuerpo "con sacudidas e incluso brutalidad, como en algunos casos que, aunque son aislados, existen".
Esta demanda dirigida a la Iglesia Ortodoxa Rumana, de la que se declaran fieles el 85% de los rumanos, es apoyada por médicos como Maria Stamatin, coordinadora de terapia intensiva de una maternidad de la ciudad de Iasi, en el noreste del país.
"Existe un riesgo de que los niños aspiren agua en los pulmones", ha declarado la doctora al diario Libertatea.
"Sobre todo en un niño recién nacido, incluso la mínima cantidad de agua puede provocar un paro cardiorrespiratorio y, si no se interviene rápido, la muerte", ha añadido.
Tradición milenaria
Los cánones milenarios de esta tradición tienen también muchos defensores, entre los que destaca Teodosie Aparasu, el arzobispo de la región de Tomis, en la costa rumana del Mar Negro.
"Los cánones de la fe serán válidos incluso dentro de cien años; no nos dejamos intimidar", ha retado.
Este jerarca de la Iglesia Ortodoxa ha desafiado en numerosas ocasiones las restricciones a la concentración de fieles en misas y peregrinajes debido a la pandemia. Teodosie también se ha mostrado escéptico ante la vacuna anti-covid: "La comunión es la mejor vacuna", ha declarado.
Mientras tanto, el portavoz de la Iglesia Ortodoxa, Vasile Banescu, ha recordado que está permitido hacer los bautizos sin sumergir del todo al niño en la pila.
Banescu también ha explicado que los bautizos pueden realizarse también después de los 40 días de vida que marca la tradición, en caso de que el niño presente un estado de salud precario, como era el caso del fallecido el 1 de febrero, que era un bebé prematuro.
Homicidio culposo
Alexandru Mazarache, el pope que ofició el bautismo que llevó a la muerte del bebé, se ha "autosuspendido" a la espera de que las autoridades concluyan su investigación de los hechos, según han asegurado fuentes de la Iglesia Ortodoxa.
La Fiscalía de la provincia de Suceava, donde ocurrieron los hechos, ha informado de que Mazarache podría enfrentarse a cargos de homicidio culposo.
Un pope ortodoxo de la provincia de Iasi, en el noreste de Rumanía, ha declarado a la prensa que el ritual del bautizo debe llevarse a cabo "con mucho cuidado" para que el niño no aspire agua "por las orejas, la nariz o la boca".
El cura, que no dio su nombre, dijo que él acostumbra a "tapar con las manos la nariz y la boca" del bebé.
"Debe hacerse con cuidado, no con prisa", ha agregado antes de concluir que "no todos los curas saben hacer correctamente esta labor".
El pope ha dicho que nunca debe sumergirse por completo en el agua a un bebé prematuro.
Precedente sin resolver
Aunque no es algo común, tampoco es la primera vez que un niño muere en un bautizo ortodoxo en Rumanía.
En 201 un bebé falleció tras ser sumergido tres veces en la pila bautismal -mucho más profunda en la tradición ortodoxa que en la católica- en una iglesia de la provincia de Iasi.
La investigación descartó que el niño tragara agua y el bebé no tenía problemas de salud. La causa de la muerte aún no ha sido esclarecida.