El Gobierno francés ha constatado el fracaso del toque de queda como herramienta para frenar la pandemia de Covid-19 y este martes puso las bases para endurecer las medidas de restricción de los movimientos que pueden traducirse en un nuevo confinamiento de la población.
Tras consultas internas del Ejecutivo y con los principales líderes parlamentarios y sociales, el presidente, Emmanuel Macron, se dirigirá este lunes a los franceses para anunciar nuevas medidas.
Antes, volverá a reunir a su comité ministerial de crisis y al Gobierno al completo en el tradicional Consejo de Ministros que debe dar el último toque a la nueva vuelta de tuerca con la que se busca poner freno a la curva de contagios.
Los últimos datos de las autoridades sanitarias apuntan a 33.417 nuevos positivos, con lo que se rozan los 1,2 millones, y 292 muertos en las últimas 24 horas, como la víspera la cifra más alta desde abril pasado.
El portavoz del Gobierno, Gabriel Attal, aseguró que barajan estimaciones que indican que "en la actual trayectoria en dos semanas se alcanzará el número de hospitalizaciones registrado en el pico de la primera oleada".
En los últimos siete días, más de 14.100 personas han sido hospitalizadas, más de 2.000 de ellas en cuidados intensivos.
En el seno del Ejecutivo gana peso la idea de que solo un confinamiento puede detener esa tendencia, aunque tratarán de que sea lo menos lesivo posible para la economía.
El primer ministro, Jean Castex, defenderá el plan el próximo jueves ante las cámaras legislativas, a cuyos líderes reunió este martes para obtener su punto de vista sobre la situación y su predisposición a respaldar esas medidas.
El jefe del Ejecutivo recibió duras críticas por la falta de previsión frente a la pandemia, pero también un mayoritario respaldo a un endurecimiento de las medidas.
"La reunión con el Gobierno nos ha dejado un sentimiento de improvisación, pánico y ausencia de anticipación", aseguró el presidente del partido conservador Los Republicanos, Christian Jacob, primera fuerza de la oposición.
Attal, por su parte, destacó el consenso sobre la gravedad de la situación y la predisposición a apoyar un endurecimiento de las medidas, además de sobre el hecho de que no deben cerrarse las escuelas.
Obligado a reconfinar
El presidente francés se había mostrado reacio hasta ahora a decretar un nuevo confinamiento, difícil de aceptar por parte de la población y con duras consecuencias para la economía después de los tres meses de parón registrados entre marzo y mayo pasados.
Pero el aumento de contagios y de muertes se ha acelerado en los últimos días, sin que la degradación de la situación se haya mitigado diez días después de que se anunciara un toque de queda que afecta ya a dos tercios de la población francesa entre las 10.00 horas de la noche y las 6.00 horas del día siguiente.
Frente a la constatación de ese fracaso, el Gobierno se ha visto obligado a estudiar un endurecimiento de las medidas restrictivas de movimiento, que serán detalladas mañana por Macron.
Según las filtraciones a medios locales, el presidente se dispone a anunciar un nuevo confinamiento menos restrictivo que el de marzo pasado y con una duración inicial de un mes.
Escuelas abiertas
A diferencia de lo que sucedió hace medio año, las escuelas permanecerán abiertas, aunque las universidades se verán obligadas a dar sus clases de forma virtual.
Todos los comercios no esenciales estarán cerrados, el teletrabajo será altamente recomendado y las actividades estratégicas se mantendrán.
Según fuentes del Elíseo citadas por el diario L'Équipe, el Ejecutivo no estudia, en ningún caso, suspender las competiciones deportivas profesionales, en contra de lo que hizo hace seis meses.
El confinamiento es la hipótesis que más peso tiene en el Gobierno, que sobre su mesa cuenta con otros escenarios menos restrictivos, como cierres localizados en aquellos lugares donde la circulación del virus es más activa o, incluso, un simple endurecimiento del toque de queda, aunque esta última hipótesis parece perder fuerza.
La situación no para de degradarse, con las cifras más altas de fallecidos desde abril y cada vez son más los hospitales que alertan del incremento de la saturación, lo que pone en tensión la atención médica.
El traslado de pacientes desde zonas más afectadas a centros hospitalarios de regiones más tranquilas se intensificó este martes, un día después de que se retomara por vez primera desde los momentos más duros de la primera ola de la pasada primavera.
El número de personas hospitalizadas por esta enfermedad se aproxima a los 18.000, siete veces más que el 17 de marzo pasado, cuando se decretó el primer confinamiento, y en algunas regiones es superior al máximo registrado durante la primera oleada.
Cinco regiones, entre ellas la de París, superan el 60 % de pacientes de Covid-19 en cuidados intensivos. En la región de París, la cifra alcanza ya el 73 %.
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