Bruselas intenta poner orden en el caos provocado por la segunda ola de la Covid-19 en las fronteras internas de la Unión Europea. El objetivo es preservar el libre movimiento de personas por el espacio Schengen, un beneficio esencial de la construcción comunitaria que vuelve a estar en riesgo por las medidas unilaterales y contradictorias adoptadas por los diferentes Gobiernos. Cada Estado miembro impone diferentes restricciones (cuarentenas o tests) a países también distintos. El caso más extremo es el de Hungría, que ha cerrado sus fronteras al resto de europeos. El resultado es la confusión total para los ciudadanos que intentan moverse por la UE.
Para atajar el problema, el Ejecutivo comunitario ha presentado este viernes una propuesta cuyo objetivo es facilitar la coordinación y transparencia en las restricciones de viaje debidas al coronavirus. El plan de Bruselas se basa en tres ejes: criterios comunes para determinar las zonas de alto riesgo de contagio; un mapa común actualizado regularmente con las zonas verdes, amarillas y rojas que descienda a nivel regional; y medidas armonizadas para los viajeros procedentes de zonas de alto riesgo.
"Nuestra prioridad es garantizar que los europeos puedan viajar libremente por la UE limitando al mismo tiempo el contagio de la Covid-19", ha dicho la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen. El punto de partida que plantea Bruselas es que ningún Estado miembro debe denegar la entrada a ciudadanos procedentes de otros países de la UE, incluso aunque vengan de zonas donde la pandemia esté descontrolada.
"Creemos que a ningún ciudadano de la UE se le debe denegar la entrada a otro país de la Unión. En su lugar, recomendamos a los Gobiernos que recurran a los tests o a las cuarentenas. Los tests deben ser la opción preferente para hacer más fácil a la gente los viajes", ha explicado la presidenta de la Comisión.
Confusión en los viajes
"El derecho a circular libremente ha sufrido un fuerte impacto debido a la pandemia. Para los muchos ciudadanos que necesitan desplazarse sin problemas diariamente, la cacofonía de reglas nacionales dentro de la UE es algo que desorienta", ha admitido el comisario de Justicia, Didier Reynders. "Por eso queremos un sistema verde, ámbar y rojo que sea claro y no un caleidoscopio de medidas individuales", señala la responsable de Interior, Ilva Johansson.
La propuesta de Von der Leyen es únicamente una recomendación, ya que la decisión final en materia de fronteras está en manos de los Estados miembros. Ahora el plan debe ser debatido y aprobado por los Gobiernos de la UE y cada país decidirá si la aplica o no. Una discusión que se anuncia complicada por las grandes diferencias en la situación epidemiológica en Europa. "Debido a las diferencias existentes en la UE y a que la responsabilidad es sobre todo nacional, una mayor coordinación exigirá mucho esfuerzo", augura un diplomático europeo.
La mayoría de Gobiernos cree que las recomendaciones de la Comisión son demasiado ambiciosas y están muy alejadas de las distintas circunstancias en los Estados miembros en cuestiones como la resistencia de los sistemas sanitarios o los diferentes enfoques en materia de tests y rastreo de casos.
En la actualidad, hay grandes discrepancias en los criterios que utilizan los Estados miembros para determinar las zonas de riesgo e introducir restricciones de viaje. Bruselas plantea que todos los Gobiernos utilicen a partir de ahora tres: el número de nuevos casos de Covid-19 por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días, la tasa de tests positivos en los últimos 7 días y el número de tests realizados (que como regla general debe ser de más de 250 por 100.000 habitantes a la semana).
Zonas verdes, ámbar y rojas
Basándose en estos criterios, el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) elaborará semanalmente un mapa de riesgo detallado a nivel regional con tres colores: verde, amarillo y rojo. Las zonas verdes, a cuyos ciudadanos no cabe imponer ninguna restricción, serán las que tengan menos de 25 nuevos casos por cada 100.000 habitantes y menos de un 3% de resultados positivos en todos los tipos de pruebas de Covid-19.
Se designarán como zonas amarillas de riesgo intermedio aquellas en la que la tasa de contagios esté entre 25 y 150 por cada 100.000 habitantes, con una tasa de positivos inferior al 3%. El criterio alternativo que plantea Bruselas es una tasa de menos de 50 casos si el porcentaje de positivos supera el 3%. Para los viajeros procedentes de zonas amarillas, los Gobiernos no deberían imponer todavía restricciones sino únicamente recomendaciones (por ejemplo, hacerse el test o confinarse).
Finalmente, las zonas rojas son las que superan los 150 casos nuevos por cada 100.000 habitantes. O alternativamente, las que superen los 50 casos pero con un porcentaje de tests positivos superior al 3%. El plan de la Comisión contempla también zonas grises, aquellas para las que no hay suficiente información o suficientes tests.
Los Gobiernos de la UE deberían limitar las restricciones de viaje únicamente a los viajeros procedentes de zonas rojas o grises y los tests deben ser la opción preferida antes que las cuarentenas. Cualquier medida debe aplicarse de forma no discriminatoria a los viajeros procedentes de todas las zonas rojas, incluidas las que existan dentro del propio Estado miembro. Los trabajadores esenciales quedarían exentos de estas limitaciones.
El Ejecutivo comunitario pide que cada país notifique de manera anticipada a Bruselas y al resto de socios las restricciones que pretende introducir. La notificación debe hacerse los jueves de cada semana y las limitaciones sólo entrarán en vigor el lunes siguiente para que los viajeros tengan algún margen, aunque sea mínimo, de planificación.