Bruselas

La elevada y persistente incertidumbre que domina la escena mundial continúa lastrando la evolución de la eurozona. Pese al frenazo de la actividad económica durante la segunda mitad de 2018 debido a los problemas en Italia y en Alemania, en particular en su industria automovilística, la eurozona volverá a crecer por séptimo año consecutivo en 2019, pero lo hará a un ritmo más lento

En concreto, Bruselas pronostica que la expansión llegará al 1,2% este año (1,4% en el conjunto de la UE), según las previsiones de primavera publicadas este martes. Se trata de una ligera revisión a la baja de 0,1 puntos respecto a los cálculos de invierno. Todos los Estados miembros registrarán cifras positivas, aunque son muy bajas en los casos de Alemania (0,5%) e Italia (0,1%). El crecimiento se fortalecerá ligeramente hasta el 1,5% en 2020 (1,6% en la UE). España está a la cabeza entre los grandes países con un 2,1% este año y un 1,9% en 2020.

Como el comercio y el crecimiento mundial pierden fuerza, la demanda doméstica se convertirá en el principal motor del crecimiento de los países que comparten la moneda única. Una demanda sostenida por el aumento del empleo, las subidas salariales, los bajos costes de financiación y una posición fiscal ligeramente expansiva en el conjunto de la eurozona. El paro bajará al 7,3% en 2020, una tasa inferior a la que se registraba antes del estallido de la Gran Recesión en 2007. La inflación se situará en el 1,4%, todavía por debajo del objetivo del 2% del Banco Central Europeo.

Aunque de momento la economía de la eurozona está exhibiendo una resistencia inesperada frente al empeoramiento del entorno mundial y el aumento de la incertidumbre, Bruselas avisa de que siguen acumulándose nubarrones en el horizonte que amenazan la recuperación. Unos riesgos que además están interconectados, lo que podría magnificar su impacto si acaban materializándose.

1.- Una escalada de la guerra comercial entre Trump y China

Dado que la UE es una economía muy abierta y con países con alto grado de dependencia de las exportaciones, en particular Alemania, la evolución de las disputas comerciales iniciadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tendrá un gran impacto en el crecimiento. Los recargos arancelarios que el inquilino de la Casa Blanca ha impuesto hasta ahora, como los del acero y el aluminio, parecen haber tenido un impacto directo relativamente modesto en la economía global. Pero la incertidumbre comercial sigue siendo muy alta, en particular por el bloqueo de las negociaciones entre Estados Unidos y China. Ni siquiera un acuerdo entre Washington y Pekín pondría punto final definitivo a los problemas, avisa Bruselas.

2.- Recargos arancelarios de Trump a los coches europeos

Trump debe decidir durante la segunda mitad de mayo si impone recargos arancelarios de hasta el 25% a los coches procedentes de la UE amparándose en motivos de seguridad nacional. Estas tarifas tendrían "un impacto significativo y muy perturbador en la actividad económica". Las exportaciones de coches alemanes a EEUU caerían un 50%, con un coste de 9.000 millones para el conjunto de la eurozona, según un estudio. Ello produciría un "efecto cascada" en otros sectores y efectos indirectos en el sentimiento de los mercados financieros y la confianza empresarial, sostiene el Ejecutivo comunitario

3.- Un empeoramiento económico en China y los emergentes

La actual ralentización del crecimiento mundial podría acabar siendo más persistente de lo previsto, en particular si en China se produce un frenazo más grave de lo esperado. Además, podría volver a emerger la inquietud sobre la vulnerabilidad financiera, no sólo de las economías emergentes muy endeudadas, sino también incluso de Estados Unidos. Si se producen grandes oscilaciones en el precio del petróleo, por ejemplo causadas por un agravamiento de las tensiones geopolíticas en Oriente Próximo, eso tendrá efectos negativos en el crecimiento mundial. 

4.- Un brexit caótico sin acuerdo

El escenario central para la Comisión es que no habrá cambios en las relaciones comerciales entre la UE y Reino Unido de aquí a 2020. Los líderes europeos han aplazado la fecha del brexit del 29 de marzo hasta el 31 de octubre y tanto Bruselas como Londres parecen haber descartado la alternativa de un divorcio conflictivo. Pero este riesgo todavía persiste. Un brexit sin acuerdo alteraría el funcionamiento de los mercados y hundiría el crecimiento económico, particularmente en Reino Unido, pero también en la UE.

5.- Nuevas turbulencias en los mercados financieros

El largo periodo de medidas de estímulo no convencionales a cargo de los Bancos Centrales desde la crisis ha ido acompañado de un aumento del endeudamiento de las empresas, que se encuentra en niveles máximos. En este contexto de deuda elevada y altos precios de los activos, Bruselas cree que los mercados atraviesan un periodo de "complacencia", que puede cambiar en cualquier momento de forma repentina y abrupta. El resultado sería un nuevo periodo de turbulencias financieras, que afectarían al crecimiento y pondrían en riesgo la estabilidad financiera.

6.- Una crisis de deuda en Italia

La inquietud sobre la sostenibilidad fiscal amenaza con disparar los costes de financiación de algunos países de la eurozona vulnerables. El informe de la Comisión no nombra a ninguno, pero se refiere claramente a Italia. Allí, el Gobierno populista de La Liga y el M5E volverá a descontrolar el déficit hasta el 3,5% en 2020, con una deuda que llegará al 135,2% del PIB. Y pese a esa expansión fiscal, la economía italiana apenas crecerá un 0,1% este año y un 0,7% en 2020. Una nueva crisis de deuda podría contagiarse a otros Estados miembros, causar fragmentación financiera y reactivar el círculo vicioso en el que los problemas de los Estados se trasladan a los bancos y viceversa.

7.- El auge del populismo

A Bruselas le preocupa un auge del populismo y de la incertidumbre política en las elecciones a la Eurocámara del 26 de mayo y en otros comicios nacionales previstos en las próximas semanas y meses. Una explosión que podría traducirse en políticas menos favorables al crecimiento. El resultado, una huida de la inversión privada. Es más, los participantes en el mercado podrían empezar a reconsiderar si la deuda pública es un valor seguro, lo que llevaría a un aumento de tipos de interés y primas de riesgo. Finalmente, el Ejecutivo comunitario teme que algunos problemas temporales que ralentizaron el crecimiento durante la segunda mitad del año pasado, como la crisis en la industria automovilística en Alemania, sean más persistentes de lo previsto.