La canciller Angela Merkel y Martin Schulz, su gran rival socialdemócrata hasta las últimas elecciones generales de 2017, fueron los últimos protagonistas de un gran duelo televisivo retransmitido en directo en Alemania. El debate tuvo lugar el 3 de septiembre en ese año, una veintena de días antes de que los alemanes depositaran su voto. Como viene siendo habitual en suelo germano, el duelo se retransmitió en cinco cadenas de televisión, tres públicas (Das Erste, ZDF, Phoenix) y dos privadas (RTL, Sat.1).
Un par de días antes, Sat.1 puso a debatir a los principales representantes de los partidos pequeños. Entre ellos figuraba Alice Weidel, hoy lideresa en el Bundestag del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD). En ese debate de los pequeños partidos, en el que también participó Christian Lindner, líder del partido liberal (FDP), la otrora lideresa de Los Verdes, Katrin Göring-Eckardt, y su homóloga en la formación izquierdista Die Linke, Katja Kipping, Weidel defendió las tesis de su formación. Ésta ya había ganado por aquellas fechas representación en los parlamentos regionales de prácticamente todos los Länder. Al partido de ultraderecha se le atribuía de cara a las elecciones generales entre un 8,5% y un 13% de los votos. AfD acabaría consiguiendo un 12,6%.
De acuerdo con lo que el politólogo y profesor de la Universidad Libre de Berlín Nils Diederich llama “derecho consuetudinario” que rige los debates televisados en Alemania, no había motivos para que AfD no defendiera sus posiciones en aquel todos contra todos político donde se vieron las caras Lindner, Göring-Eckardt, Kipping y Weidel. “Hasta que un partido no sea identificado como contrario a la constitución tiene el derecho de ser tratado como el resto de partidos. Por eso AfD tiene el derecho a ser tratado como el resto”, dice Diederich a EL ESPAÑOL.
Él alude, en concreto, a un partido que tiene bajo la observación de la Oficina Federal de Protección de la Constitución -los servicios secretos alemanes- a significativas partes de su organización. A saber, la agrupación juvenil Alternativa Joven y el grupo Der Flügel o "El Ala", que incluye a su co-presidente junto a Jörg Meuthen y co-líder junto a Weidel en el Bundestag, Alexander Gauland.
Lejos de minimizar el fenómeno político que ha supuesto AfD para Alemania -la mera presencia de este partido en el Bundestag supone el regreso de la ultraderecha a altas instancias políticas germanas-, los medios de comunicación no han dudado en dar espacio a la formación de Gauland y compañía.
“Al principio de su historia, en 2013, los medios cubrían la información de AfD como una anécdota, por ser un partido euroescéptico, pero cuando empezaron a decir barbaridades sobre el nacionalsocialismo o a provocar, ganaron interés, aunque se trató como un fenómeno temporal”, comenta a EL ESPAÑOL Franco Delle Donne, experto en comunicación política y coautor del libro de próxima publicación Epidemia Ultra. La ola reaccionaria que contagia Europa (Autoeditado, 2019), un volumen sobre el auge de la ultraderecha en Europa.
Demasiada atención a la ultraderecha
“No pensaron qué pasaba prestándole tanta atención a AfD, y luego, en 2016, con la crisis de los refugiados, se adoptó desde los medios en general una actitud crítica con el partido, pero con tanta crítica se le dio una centralidad en el debate público que AfD no tenía realmente en Alemania”, abunda Delle Donne.
Aun así, en una democracia germana que en 2017 aún dominaban claramente la Unión Cristiano Demócrata de (CDU) y el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), sólo los líderes de estos partidos se prestaron a debatir en un gran duelo televisivo antes de las elecciones generales. Tras darse a conocer los resultados, sin embargo, Merkel y Schulz participaron en la Berliner Runde, una mesa redonda celebrada en la misma noche electoral. En ella en se vio comentar los resultados junto a Merkel, Schultz, Lindner, Kipping, Meuthen y Joachim Hermann -de la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU)- junto a dos periodistas.
Antes de las elecciones, Merkel se protegió. Sólo se midió a Schultz en un gran debate ante millones de telespectadores. “En las democracias con tradición de celebrar debates, en general, la celebración del debate en sí depende de la voluntad del que va ganando o del que tiene los mejores índices de intención de voto. En 2017, dependía de Merkel, que luego sacó un mal resultado, pero las encuestas le eran favorables”, sostiene Delle Donne.
“La particularidad de ese debate de Merkel y Schulz fue que se habló de los temas que interesaban al electorado de la ultraderecha, se habló de temas como la nación o los refugiados, y menos de otros asuntos que podían interesar a otro tipo de elector”, abunda este experto. AfD, pese a no estar en el intercambio de golpes de los grandes candidatos, parecía haber fijado los temas de aquel duelo televisado. Y entre Merkel y Schulz, el debate lo ganó la ultraderecha.
Primacía de AfD y Vox en Internet
Esa influencia está relacionada con cómo las fuerzas ultraderechistas como AfD han logrado dejar poso en el debate público pese a ser formaciones relativamente pequeñas. Aunque no cuenten con organizaciones comparables a grandes máquinas electorales como la CDU o el SPD, AfD en Alemania -al igual que Vox en España- se ha impuesto como referente a la derecha de la derecha del espectro político gracias en buena parte a su hiperactividad en Internet.
Un reciente estudio de la firma de análisis de datos Alto para Investigative Europe, grupo periodístico internacional con sede en Berlín, da cuenta de que, en Internet, los mensajes sobre las próximas elecciones europeas de los partidos populistas de ultraderecha calan más en redes sociales que los de los partidos tradicionales. “El estudio muestra que, en Alemania, se menciona más a AfD en el discurso político que a cualquier otro partido”, han explicado desde Investigative Europe.
Tras haber analizado unos 2,9 millones de mensajes publicados en distintos formatos y redes de Internet, Alto encontró hasta un 32% de referencias a AfD. En ese informe, a la CDU se le atribuye un 23% de referencias y al SPD un 22%. Según los responsables del estudio, en el caso español el peso de Vox en las redes sociales es “más marcado”. “El pequeño partido de extrema derecha Vox, que no estaba presente en ningún parlamento en el momento de realizar el análisis, era mencionado en un 42,2% de los casos”, apuntan en Investigative Europe. Alto, que trabajó con algo más de 25,5 millones de mensajes en el caso español, le atribuye al PP un 30,2% de referencias, al PSOE un 29,1% y a Ciudadanos un 17,1%.
Para AfD o Vox, concentrar esfuerzos en las redes sociales no es una cuestión baladí. “Las redes permiten llegar directamente al público sin pasar por las instancias de control y de filtro que son los medios de comunicación. Porque un político cuando habla con un periodista se somete a repreguntas y a alguien que está informado”, subraya Delle Donne. “Además, las redes crean la ilusión de que existe una masa crítica y uniforme, sin voces discordantes, a diferencia de lo que ocurre cuando se va a un debate con gente que opina distinto”, concluye.